Intento de Piñera por bajar tensión no logra convencer al PS

El Presidente Sebastián Piñera ya estaba este jueves en el salón de audiencias de La Moneda cuando el ministro Gonzalo Blumel ingresó y le pidió que se acercara. El jefe de la Segpres sacó su celular y le mostró una conversación de WhatsApp al Mandatario, quien tomó el aparato para ver más de cerca. Al leer, su semblante cambió.

Los textos eran entre Blumel y el presidente del Senado, Jaime Quintana (PPD), en la previa a la reunión que segundos después tendrían con él y su par de la Cámara, Iván Flores (DC). En esos mensajes -de acuerdo a algunas versiones- Blumel planteó la idea de realizar un punto de prensa en conjunto entre Piñera y los titulares de ambas cámaras tras la cita. En el gobierno, sin embargo, dicen que esa puesta en escena no estaba pensada para este jueves, sino que para otro día.

Mientras Piñera leía los mensajes, Quintana y Flores ingresaron al lugar del encuentro, con el que -dicen en Palacio- el Mandatario buscaba dar una señal a la oposición para intentar recomponer las relaciones luego que la vocera de gobierno, Cecilia Pérez, iniciara una ofensiva comunicacional contra el PS, acusando al partido de "ocultar" vínculos con el narcotráfico.

Si bien la arremetida fue coordinada con el comité político -y Piñera la respaldó públicamente-, en el oficialismo hubo consenso en que la secretaria de Estado "se excedió en el tono", un reconocimiento que, según quienes conocieron el contenido de la cita de este jueves, deslizó el propio Mandatario.

En el encuentro, que se extendió por una hora y media, Quintana y Flores transmitieron su malestar por lo ocurrido e insistieron en un llamado que se había hecho en los días previos: que se rectificara lo dicho por Pérez y que, además, se destacara el rol que juegan los partidos políticos.

El presidente del Senado, además, aprovechó de entregarle un recado a Piñera que provenía del PS: que esa colectividad no iba aceptar que el Mandatario avalara "una operación para destruir" a una fuerza "clave del sistema político".

El Jefe de Estado, afirman las mismas fuentes, fue "receptivo" y habría transmitido la necesidad de recomponer un buen ambiente entre el gobierno y la oposición.

De igual manera, aprovechó de plantear sus reparos porque, a su juicio, la centroizquierda "no está respetando las urgencias" legislativas y está presentando proyectos que serían inadmisibles.

Al término de la cita, Piñera escoltó a Quintana y Flores para dejarlos instalados en el podio que se había dispuesto en uno de los patios de La Moneda, lo que -según el Ejecutivo- fue "otro gesto" del Mandatario para calmar los ánimos. Ahí -sin el Mandatario presente, quien volvió a su despacho-, ambos reiteraron la necesidad de que el gobierno debía rectificar sus dichos.

Luego, Piñera bajó desde su oficina y, en solitario, se refirió brevemente al encuentro y no abordó directamente la polémica. Eso sí, reconoció que "concordamos en la necesaria y debida relación de colaboración y respeto que debe existir entre los distintos poderes del Estado".

La señal del Mandatario, sin embargo, no fue bien recibida en el PS, desde donde la calificaron de insuficiente. "Si el Presidente cree que con esta reunión está resuelto el problema, está equivocado. Debe existir una respuesta a la altura del daño provocado", sostuvo el senador Carlos Montes. El líder de ese partido, Álvaro Elizalde, en tanto, señaló que "el gobierno ha estado lejos de ser un actor fundamental en la preservación de un clima de respeto de la convivencia democrática".

"El gobierno tiene que entender que los insultos dirigidos son muy graves (...). Mantendremos nuestra actitud mientras no se retracte de sus dichos. Se trata de un ataque artero, que vamos a responder como se merece", agregó José Miguel Insulza.