La difícil convivencia que le espera a la centroizquierda en la Cámara de Diputadas y Diputados
Los partidos del Frente Amplio, el Partido Comunista y la ex Concertación apenas llegan a la mitad de los escaños en la Cámara de Diputados, por lo que estarán obligados a llegar a acuerdos entre ellos, y con otros sectores, para impulsar cambios legislativos. También se prevé que la DC tenga un rol especial como partido bisagra, ya sea siendo gobierno u oposición.
Tuvieron medianamente un buen resultado, pero no el esperado, ni uno que les permita gobernar tranquilamente la Cámara de Diputados. Así se podría resumir el desempeño electoral de la centroizquierda, ya que apenas obtuvo ajustadamente la mitad de los escaños de la corporación, lo que anticipa que tendrán que negociar entre ellos -y con otras fuerzas- para llegar a acuerdos.
El cálculo es este, hasta el cierre de esta edición con el 95% de las mesas escrutadas: la lista de Apruebo Dignidad (Frente Amplio, Partido Comunista y Federación Regionalista Verde Social) eligió a 37 diputados. La lista de Nuevo Pacto Social (DC, PS, PPD, PR y liberales) sumaron otros 37 diputados.
Hasta ahí van 74 parlamentarios, y se necesitan 78 para tener una mayoría simple. Y si se considera que además hay tres diputados del PH -entre ellos, la polémica Pamela Jiles-, dos del Partido Ecologista Verde y uno del Partido Igualdad, la centroizquierda podría tener en total 80 votos.
Además, hay dos independientes cuya inclinación política puede ser difícil de predecir: Carlos Bianchi, histórico exsenador de Magallanes, que en algún momento estuvo ligado a la DC, pero que ha continuado su carrera fuera de los partidos; y el independiente Francisco Pulgar, de la lista del Centro Unido de la Región del Maule.
Dependiendo de ellos dos, la centroizquierda puede llegar a los 81 votos y tener una mayoría simple. Pero el escenario se vuelve complejo -sino imposible- si desean modificar leyes orgánicas constitucionales (se necesitan 89 votos), leyes de quórum calificado (93 votos) o hacer reformas constitucionales (se requieren 104 votos).
La derecha, por el contrario, tiene un panorama más ordenado, porque hay 53 diputados de Chile Podemos Más (UDI, RN, Evópoli y PRI), 15 más del Frente Social Cristiano (Republicanos y Partido Conservador Cristiano) y eventualmente 6 del Partido de la Gente, donde destaca la figura de Gaspar Rivas.
Es decir, la derecha podría alcanzar los 74 votos, faltándole cuatro votos para tener mayoría simple, los que podrían buscar incluso en los sectores de centro del Nuevo Pacto social. En la práctica, la Cámara estará divida en dos.
En un escenario así, y ante un incierto resultado presidencial en la segunda vuelta, ¿cómo convivirá la centroizquierda? Por lo pronto, tendrán que allanarse a buscar acuerdos entre ellos, sin “arrogancia ni ninguneos”, como dijo Gabriel Boric anoche.
Diego Ibáñez, diputado de Convergencia Social -el partido de Boric- quien fue reelecto con más de 34 mil votos, la adhesión más alta entre todos los candidatos del Frente Amplio, es tajante en señalar que “tendremos el deber de llegar a acuerdos con todos los que sean necesarios, en función de un programa de trabajo de cambios estructurales” que tendrán que construir.
“Tendremos que establecer diálogos programáticos para conseguir las mayorías que construyan reformas urgentes, como cambios al modelo de pensiones, tutelar el proceso constituyente, y empujar las reformas legislativas que ameritará la nueva Constitución”, añade.
En todo caso, es optimista respecto a ese trabajo, considerando que “en cuatro años duplicamos nuestra presencia en el Congreso”, ya que el Frente Amplio y el PC actualmente tienen 17 escaños en la Cámara.
Marco Moreno, analista político y decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad Central, también cree que, con una Cámara dividida casi exactamente en dos, los partidos de centroizquierda tendrán que llegar a consensos.
“Están obligados a entenderse y buscar acuerdos, algo parecido a lo que ocurre actualmente en la Convención Constitucional, en el sentido de que se requerirá de una geometría diversa, con acuerdos a veces puntuales, o alianzas ad-hoc, que permitan asegurar algún nivel de gobernabilidad, en el caso de que Gabriel Boric sea Presidente”, dice.
Eso quiere decir que el Frente Amplio, que hasta ahora ha apuntado con el dedo a los partidos de la ex Concertación, tendrá que ir a pedir su apoyo. “Tendrán que ir a buscar los votos de esos neoliberales a los que ellos apuntan; se necesitará una articulación mayor, pero los articuladores del Frente Amplio ya no estarán en la Cámara”, añade, en referencia a figuras como Giorgio Jackson y el mismo Boric.
Pero el régimen matrimonial de la centroizquierda también dependerá de si tienen casa, es decir, de si llegan con Boric a La Moneda. ¿En qué escenario podrían lograr una mayor unidad? Moreno cree que a estos partidos les es más fácil llegar a la unidad si no se convierten en gobierno.
“Les sería más fácil ser oposición; quizás ellos están viendo esa opción, especialmente si la Convención Constitucional insiste en esta idea de que habría que adelantar las próximas elecciones, para que el siguiente sea un gobierno de transición. Creo que la centroizquierda no ve tan mal el escenario de Kast Presidente y ellos siendo oposición”, explica el experto.
Esto es algo que incluso se vislumbró anoche en el discurso de Yasna Provoste, cuando dijo que “la centroizquierda no va a estar en la segunda vuelta y eso es doloroso”, sin mencionar si entregará su apoyo a Gabriel Boric.
De hecho, el resultado de la segunda vuelta también determinará el rol que tenga la DC en el próximo Congreso, ya que podría reagruparse en el centro y reclamar un rol bisagra con el próximo Gobierno, sea este dirigido por Boric o por Kast.
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