Manuel José Ossandón: "Si Piñera no es capaz de traspasar su legado, este gobierno será un fracaso"

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Manuel José Ossandón, senador de RN

En el balance del primer año de Piñera, senador dice que "se dan muchos anuncios con grandes eslóganes y, en vez de beneficiar al gobierno, lo perjudican, porque la gente se crea más expectativas". Además, advierte que "cuando le dan duro a Bachelet, después no pueden pedir un gran acuerdo".


Hace un tiempo fue a un seminario donde el Presidente Sebastián Piñera y el ministro Felipe Larraín abordaron las expectativas económicas. "Yo estaba en primera fila. Al lado mío, el exministro Rodrigo Valdés. Durante 20 minutos, todas las cifras que daba el Presidente era comparándolas con las del gobierno anterior, y le dio como caja a la presidenta Bachelet. Después habló el ministro Felipe Larraín e hizo lo mismo. Y los dos terminan diciendo que necesitamos un gran acuerdo con la oposición para mejorar nuestra reforma tributaria. Humanamente, la persona que estaba ahí (Valdés) no estaba dispuesta a hacer ningún acuerdo después de todo lo que le habían dicho. Ese es un tremendo error". Recordando ese episodio, el senador Manuel José Ossandón (RN) hace un balance del primer año de gobierno y aborda los desafíos para 2019, en el que -afirma- "no se juega el éxito del gobierno".

¿Por qué cree que no ha habido autocrítica en su sector respecto del primer año del gobierno?

Más que autocrítica, lo que debe existir es un cambio de estrategia. Este gobierno fijó su punto en lo social, pero debe traspasarlo a la gente con más claridad.

¿No cree que ha habido un discurso autocomplaciente?

La autocrítica es buena y podría haberse hecho, pero no es lo fundamental. Cuando hay un programa de gobierno y un proyecto serio para -por lo menos- ocho años, nada se juega ni en el primer ni en el segundo año. Por eso, la estrategia tiene que hacer que la gente empiece a sentir que hay tiempos mejores, porque hoy día no lo siente.

¿Por qué?

Porque es imposible cambiar la dinámica de un país en un año. Este gobierno es muchísimo mejor que Piñera 1, Bachelet 1 y Bachelet 2, pero tiene que tener cuidado con la estrategia, porque hay problemas que vienen por décadas y no se van a arreglar así como así. Muchas veces se dan muchos anuncios con grandes eslóganes y, en vez de beneficiar al gobierno, lo perjudican, porque la gente se crea más expectativas de las que realmente se pueden concretar.

Parte de eso está en el desafío que se autoimpuso el gobierno de sacar adelante varias reformas estructurales. ¿Ahí hay un error de estrategia, entonces?

Es un error decir que el éxito se juega en los futuros proyectos de ley, porque tenemos minoría en las dos cámaras y en todas las comisiones. Además, tenemos al frente una oposición que no tiene proyecto político y que, a veces, lo que los une es obstruir al gobierno. Si fijamos nuestra estrategia en el Parlamento y en el segundo año, vamos a salir mal de todas maneras. Lo que tiene que hacer el gobierno es no abandonar las banderas sociales, cumplir el programa y ver medidas para generar bienestar a corto plazo. El gobierno tiene grandes reformas, tiene que mostrarle al país lo que quiere hacer, y si nos niegan la sal y el agua, la opinión pública va a castigar a la oposición.

Usted pone el peso de la carga en lo comunicacional. ¿Cómo debe fortalecer o modificar ese aspecto el gobierno?

Esto pasa por entender que las banderas sociales no son de la izquierda, que la derecha social existe y que nosotros sí podemos luchar por la gente y defenderla. Pero tenemos que partir de la base de que la gente no confía en la derecha en estos temas, tenemos que ganarnos la confianza. Yo presenté un proyecto que castiga la clonación de tarjetas; no puede ser que logremos aprobarlo por unanimidad en el Senado y, en la Cámara, el Ministerio de Economía me lo cambia entero y pone todas las indicaciones que pusieron los bancos. ¡No se pueden caer así! ¡Hay que creérsela!

El que mejor parece levantar esas banderas por estos días es Joaquín Lavín. ¿Qué opina de su trabajo?

Es un gran político, pero ser alcalde de la comuna más rica de Chile es distinto a ser presidente. Cuando él habla de integración, lo felicito, pero le cuento que yo el año 96 empecé con la integración cuando era alcalde de Pirque. Lavín no descubrió la pólvora; partimos con la integración hace muchos años y nos llamaban populistas.

¿Qué opina de la decisión de haber convocado a grandes acuerdos en el primer año?

Hace mucho rato que vengo diciendo que este país necesita grandes acuerdos nacionales, es clave, pero eso hay que abordarlo siendo inteligentes y entendiendo que la política es humana. Cuando le dan duro a la presidenta Bachelet, después no pueden pedir un gran acuerdo.

Con los resultados hasta ahora, ¿qué nota le pone al gobierno?

En comparación con los últimos tres gobiernos, este tiene un 6.0.

Nota sobresaliente.

Es que ha sido un buen gobierno, muy, pero muy superior a los pasados, sobre todo en lo conceptual; por primera vez hablamos de que el desarrollo económico es para el desarrollo humano; priorizamos el Metro para la gente más modesta; estamos dispuestos a modificar la Ley de Pesca, que atenta contra su propia casta; el Presidente se compromete a llegar al 90% de gratuidad en los técnico-profesionales. Es un cambio de paradigma, y me siento súper orgulloso, porque los mismos que me acusaban de populista hoy enarbolan esas banderas en la mitad de La Moneda.

¿Cuál va a ser la prueba de fuego del gobierno?

Que el Presidente le traspase la banda a alguien de nuestro sector. Si no es capaz de traspasar su legado a otro gobierno de Chile Vamos, este gobierno será un fracaso.

Ante el objetivo de tener un sucesor del sector, ¿qué debe hacer el Presidente?

En algún minuto tiene que tomar alguna opción, no mantenerse al margen. Hay dos cosas: quiénes pueden ganar en el sector y quiénes pueden ganar la presidencial. El Presidente tendrá que ver qué quiere hacer. Ahora, tiene que ser generoso con varios, pero no con todos, esto no es chacota. Hay muchos que quieren ser candidatos y lo hacen por entretenerse o porque creen que pueden quedar bien para la próxima. No podemos jugar a eso. El Presidente tiene varios mecanismos para saber quiénes realmente la llevan, y a esos tiene que darles oportunidades. Si no se preocupa de hacer correr a varias personas, es súper difícil que lo sucedan y el gran perdedor va a ser él.

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