Revelan testimonio en que frentista condenado por el crimen de Jaime Guzmán afirma que sufrió torturas tras ser detenido en 1992

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El escrito fue dado a conocer hoy por el Comité Pro Asilo en Francia de su familia, de manera paralela a la audiencia de extradición que realizó hoy la Corte de Apelaciones de Francia, la cual finalmente se postergó para diciembre.


Nueve días desde su detención en 1992 pasaron para que el ex miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez condenado como uno de los autores materiales asesinato de Jaime Guzmán, Ricardo Palma Salamanca, pudiera recibir a sus abogados. Esto fue lo que aseguró el Comité Pro Asilo en Francia de su familia, en un testimonio "inédito" que fue dado a conocer hoy en Almirante Latorre número 149. 

"Estuvo detenido y desaparecido durante varios días, siendo negado a familiares e instancias de Derechos Humanos", dice el escrito, que fue leído por el abogado Alberto Espinoza previo a un conversatorio en el que además participaron los premios nacionales Tomás Moulian y Julio Pinto, el que se realizó de manera paralela a la audiencia de extradición que se desarrolló en París durante esta mañana, donde finalmente se determinó que el fallo se entregaría en diciembre de este año.

De acuerdo a la versión de Palma Salamanca, tras su detención hace casi 25 años fue "asediado" por los ministros de la Corte Guillermo Navas y Alfredo Pffeifer "en incontables ocasiones". Según cuenta, en el proceso, Navas omitió como medio de prueba "que en todas las ruedas de reconocimiento, los testigos presenciales nunca lo reconocieron como autor de los hechos". Y además, fue sometido en su propio tribunal a encadenamiento e insultos permanentes.

El ministro Pffeifer, en tanto, en sus interrogatorios "le hacía poner el cepo de pies a manos encadenándolo a la silla de interrogatorio. Hacía gala permanente de sus guardaespaldas muy bien armados. En una ocasión fue receptor de un escupo en la cara por guardar silencio frente a sus preguntas".

El ex frentista, según el mismo relato, habría sido incomunicado en varias oportunidades: durante 28 días sin descanso en la galería 12 de la ex Penitenciaría de Santiago, y luego por tres meses en el colectivo dos al interior del mismo penal, el cual estaba destinado a personas con enfermedades mentales o vagancia. "Por orden expresa de los ministros, cada tres días era sometido a un allanamiento particular de inusitada violencia por parte de gendarmería. Una vez trasladado desde el colectivo dos lo internaron en una calle de reos comunes durante dos meses, negándole la posibilidad de convivir con los demás presos políticos", dice el testimonio.

Posteriormente, siempre según la misma descripción, fue trasladado a la calle 5 del recinto, donde se encontraban cumpliendo condena otros presos políticos durante la transición, hasta que se lo derivó hasta la Cárcel de San Miguel en un operativo de fuerzas antimotines "donde varios presos fueron heridos de gravedad". "En ese momento y por orden expresa de los ministros fue golpeado casi hasta la inconsciencia en el patio de la guardia interna del penal justo antes de ser introducido en los vehículos de traslado", afirma el relato.

Y agregan: "Una vez ingresado a dicho penal el recibimiento fue similar al descrito. "Presentación" le llamaban.  No transcurrieron más de dos meses de tranquilidad y el ministro Pffeifer luego de un interrogatorio en las condiciones mencionadas anteriormente y en su iracunda frustración, da la orden de aislamiento en la torre dos, en calabazos de castigo. Lo dejaban salir una vez al día por una hora y el resto lo debía pasa en la celda. Este castigo se prolongó por seis meses. Después de dos años en la cárcel de San Miguel da la orden de incomunicarlo otra vez durante 15 días más en celdas de incomunicación".

Tres años después fue trasladado a la Cárcel de Alta Seguridad, hasta su fuga el 30 de diciembre de 1996. Hoy espera que se resuelva su extradición a Chile para cumplir lo que le falta de su condena.

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