Senador José Miguel Insulza (PS): “Un ministro del Interior se destaca por la forma en que desempeña su cargo y no porque haya una ley que lo diga así”

Luego de aprobada la ley que crea el Ministerio de Seguridad, el foco en conflicto ha pasado a ser la cartera del Interior, debido a las competencias que adquiere la jefatura del gabinete del Presidente de la República.

Este último ministerio recibe las funciones de coordinación interministerial, seguimientos a los programas y planes de gobierno, además de propuestas de iniciativas gubernamentales.

En ese contexto, el otrora ministro del Interior bajo el gobierno de Ricardo Lagos, desdramatiza que el titular de esta cartera se convierta en un primer ministro de facto, incluso, agrega, que la persona que quien ejerza el cargo debe ganárselo. Al mismo tiempo, es tajante en asegurar que un jefe de gabinete empoderado no debilita la figura presidencial. “Yo creo que fui un ministro del Interior fuerte y no creo que el Presidente Lagos se haya sentido debilitado de ninguna manera”, asegura el senador.

¿Este nuevo Ministerio de Seguridad fortalece o debilita al Ministerio del Interior?

El Presidente de la República es el que fija la estrategia, el que toma las grandes decisiones, el que se contacta con la gente, pero el que hace el trabajo cotidiano es generalmente el Ministerio del Interior. Eso ha ido quedando cada vez más complicado porque está también el rol de la seguridad pública que ha crecido mucho. Por lo tanto, nunca he sido partidario de muchos ministerios, incluso estaría por suprimir algunos, soy muy partidario de que existiera el Ministerio de Seguridad Pública. El Ministerio del Interior cumple sus funciones, que son fundamentalmente la de coordinar la acción del gobierno.

¿Y dentro de ese análisis, en conclusión, quedaría debilitado o fortalecido?

Depende mucho de dos cosas. Uno es el empoderamiento que hace el ministro del Interior al Presidente de la República. Que puede, naturalmente, confiar en él como su principal lugarteniente, por así decirlo. Y el otro es la disposición del resto del gabinete a aceptar la dirección del ministro del Interior. No falta algún ministro por ahí que dice todo ‘todos somos iguales’. No, el ministro del Interior, aparte del resto del gabinete, es nombrado primero que nadie y el que firma todas las legislaciones junto con el Presidente.

Para votar en contra, algunos parlamentarios de derecha argumentaron que esto iba a generar un primer ministro de facto. ¿Coincide?

Un primer ministro de facto no es, por así decirlo, ningún término negativo. Quiere decir que hay una persona que todo el mundo consulta y al cual se recurre cuando el Presidente no está disponible y eso es perfectamente posible. A mí me pasó, yo era primer ministro, el segundo del gobierno. Eso es algo que el ministro o la ministra del Interior del interior tiene que ganarse y el resto del gabinete respetarlo.

Entendiendo sus palabras, entonces, ¿efectivamente se crea este primer ministro de facto?

Parece un término negativo, no hay primer ministro. El primer ministro tiene sus atribuciones por ley. El primer ministro del Interior tiene fundamentalmente las atribuciones que el Presidente de la República le delega y que el resto de sus colegas respeta. Pero no está escrito en ninguna ley. Un ministro del Interior se destaca fundamentalmente por la forma en que desempeña su cargo y no porque haya una ley que lo diga así.

¿Ministros del Interior fuertes debilitan al Presidente?

Yo creo que fui un ministro del Interior fuerte y no creo que el presidente Lagos se haya sentido debilitado de ninguna manera. Él era claramente el presidente. Aquí hay un presidente y un ministro del interior, no están al mismo nivel, de ninguna manera.

Es que en la tradición chilena están los casos de Diego Portales, Antonio Varas, Pérez Yoma con la entonces Presidenta Bachelet y el ministro Chadwick con Piñera...

Eso no significa que haya sido más débil ni Piñera ni Lagos ni los presidentes de la época, significa que delegaban adecuadamente sus funciones y eso permitía que el ministro del Interior hiciera el trabajo cotidiano.

¿Pero la figura presidencial no queda un poco trastocada?

No, porque esto es un modelo presidencial, la decisión la toma el Presidente de la República.

Y respecto del diseño del Ministerio de Seguridad, ¿a usted le gusta esta figura de sheriff regional que será ejercida por un seremi?

Si le pusieran sheriff regional estaría bien, el seremi. La seguridad pública, el mando de las policías, el mando del PDI, carabinero, la gestión de todos los temas del crimen organizado, eso debe recaer un poquito más alto, un poquito más arriba. Me gustaba el delegado presidencial para eso, por lo demás se podría haber mantenido porque el Ministerio de Seguridad va a empezar a funcionar dentro de un año. Seguridad Pública, en este momento, no es un ministerio más.

¿Usted era partidario de un nuevo cargo como el comisionado?

Mire, podría haber sido eso, pero entiendo lo que planteó la ministra Tohá, que los delegados presidenciales eran los delegados del Presidente de la República. Los delegados presidenciales eran los que dirigían el conjunto de las políticas del Ministerio del Interior. Es cierto eso, estoy de acuerdo. Creo que se podría haber buscado una forma de transición un poquito más adecuada, probablemente, mientras empezaba a funcionar el Ministerio de Seguridad. Por ejemplo, mantener los delegados presidenciales y después decidir qué se va a hacer con ellos.

¿Pero no puede haber esta confusión de funciones entre el delegado y el seremi?

Claro que puede haberla, sobre todo en el periodo de transición. Además, a la policía yo creo que le gustaría más tener un trato más especial para ellos. Porque si bien la seguridad pública es un servicio público, es uno muy delicado y que, repito, debe permanecer claramente vinculado al Presidente de la República.