Con la presencia de Alejandro Gil y duras críticas a la administración: Clínica Las Condes aprueba aumento de capital en tensa junta de accionistas
Los accionistas de Clínica Las Condes aprobaron este miércoles un aumento de capital por $35.000 millones, a pesar de la oposición de importantes corredoras y accionistas minoritarios como LarrainVial, BTG Pactual, Tanner Corredores de Bolsa y Jonás Gómez. La junta extraordinaria contó con la participación de más del 60% de los accionistas.
En una amplia sala se realizó la junta extraordinaria de accionistas de Clínica Las Condes (CLC) en dependencias del recinto médico de Estoril, este miércoles. En el lugar se encontraban el presidente, Alejandro Gil, acompañado por Paola Bruzzone, Pablo Ortiz y Álvaro Jofré, directora, gerente general y abogado de la compañía, respectivamente.
El pasado 13 de junio, el directorio de CLC convocó a esta junta extraordinaria de accionistas para el 26 de junio, con el objetivo de votar una propuesta de aumento de capital de $35.000 millones. La empresa detalló que la propuesta consiste en la emisión de 2.850.163 nuevas acciones ordinarias, sin valor nominal. Actualmente, la firma tiene 8.375.856 acciones, y con este aumento subiría a 11.226.019 acciones, representando los nuevos títulos cerca del 25% de la propiedad futura de la compañía.
Durante la junta, los accionistas aprobaron el aumento de capital, a pesar de la oposición de LarrainVial, BTG Pactual, Tanner Corredores de Bolsa y el accionista minoritario Jonás Gómez. Con 4,8 millones de acciones a favor y 642 mil en contra, la operación fue visada con el 50,07%, porcentaje que casi en su totalidad representa las acciones de la controladora (Cecilia Karlezi, quien posee el 50,05% según los registros de la CMF), mientras 7% la rechazó. Participaron más del 60% de los accionistas con derecho a voto.
El gerente general de Clínica Las Condes, Pablo Ortiz, calificó la decisión como “una excelente noticia”, pues -sostuvo- “esta es una inyección de recursos frescos para sustentar el crecimiento de la clínica, darle más competitividad y aumentar su actividad”.
Aunque la prensa no tuvo acceso a la junta, algunos presentes comentaron los detalles del encuentro a Pulso La Tercera. Herbert Spencer, anestesiólogo y accionista de la clínica, leyó una carta criticando a la administración. Durante su intervención, el presidente Gil se retiró de la sala acompañado por guardias. El traumatólogo Roberto Postigo también expresó críticas similares. Spencer destacó que el aumento de capital se destinaría principalmente al pago de deudas y no a la mejora de la gestión. Gil regresó a la mesa después de esas intervenciones críticas.
En medio de su alocución, Postigo tuvo un cruce con el abogado de CLC, Álvaro Jofré, quien habría advertido al doctor con el ejercicio de acciones penales por comentarios injuriosos. “Encuentro que este directorio no tiene las condiciones sobre las cuales yo pueda confiar”, dijo el doctor.
En ese momento, fue interrumpido por el abogado Jofré, quien le señaló: “Usted se está refiriendo a un director que no está presente y además le voy a hacer presente que el Código Penal sanciona las acusaciones injuriosas que se formulen por escrito”.
“Gran parte de este aumento de capital es para pago de deuda y no para mejorar la gestión y ser mejor y avanzar como institución. Todos los aumentos de capitales son para mejorar y no para pagar deuda o déficit de lo que no fueron capaces de hacer y de la destrucción que han hecho. Para nadie es un misterio que Clínica Las Condes está en un proceso de venta”, afirmó Spencer.
“Me resulta lo más sano y adecuado la renuncia del directorio completo para formar uno nuevo que sea capaz de sacar adelante esta clínica y dejar sin efecto este aumento de capital propuesto”, añadió. Su intervención sacó aplausos.
Falta de insumos y abrupto fin
Otro de los puntos llamativos de la junta llegó en la parte final.
El doctor anestesiólogo Ramón Coloma tomó la palabra y sostuvo: “Hola, soy el doctor Ramón Coloma, anestesiólogo de esta institución por 35 años y accionista desde esa fecha, hasta que hace 10 días, en los que no sé si por error, junto con cinco miembros de mi departamento, me reuní con el gerente general y con el señor Gil para conversar sobre algunos temas, dentro de los cuales estaba…”. El relato fue interrumpido por Jofré, quien le indicó: “Si expone brevemente, no hay problema”.
Coloma entonces siguió relatando: “Después de eso fui sacado de la clínica sin ninguna razón justificada. Creo que es lamentable que, para poder seguir subsistiendo, tengamos que recurrir a aumentos de capital y no sé cuántas veces más tengamos que acudir a lo mismo. La clínica no se está manejando de una forma adecuada y vemos un deterioro franco con la disminución de la llegada de pacientes a la clínica y, además, en muchos pabellones no hay insumos muchas veces”.
Y añadió, “termino con esto. Solamente quiero decir que, como soy médico, cuando tengo dificultades para atender a un paciente, recurro a otro colega. Espero que si esto se agrava bajo la administración actual, que tiene la mayoría y puede hacer y deshacer con CLC, también tengan el criterio suficiente para poder hacer una revisión y acudir a otra gente que pudiera manejar esta clínica”.
Luego, volvió a tomar el micrófono Herbert Spencer, e hizo un relato a viva voz: “Me dirijo a Alejandro Gil, presidente de la Clínica Las Condes, y hago uso de la palabra en base a la ley que me otorga mi derecho a voz como accionista. Clínica Las Condes ha pasado por muchas crisis en su historia y siempre logró salir adelante cuando fue dirigida por otras administraciones. Hace 30 años un grupo de médicos se organizó en la sociedad Lo Fontecilla, desde donde cuestionaron la actuación del directorio…”.
“Señor accionista, su exposición no forma parte de las materias de la junta y no parece pertinente”, cortó Jofré, mientras Spencer siguió leyendo. En ese momento, tomó la palabra Alejandro Gil y dijo: “Perdón, siendo las 12.24 horas ponemos término a esta junta extraordinaria de accionistas. Muchas gracias”. De fondo continuó hablando Spencer, mientras Gil, escoltado por dos guardias, y el gerente general, se retiraron de la sala.
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