La columna de Francisca Jünemann: “2025: la esperanza del nuevo año”
"No solo se necesita una pausa de los trabajos dependientes o independientes, sino también de ese imperecedero que es el cuidado".
Desde las primeras civilizaciones, la humanidad construyó calendarios para organizar la vida, de acuerdo a los ciclos naturales que determinaban las actividades humanas, como la agricultura.
De esta necesidad organizativa nace la tradición de fin de año y de año nuevo, con una connotación también simbólica, donde los seres humanos nos llenamos de esperanzas de un año nuevo mejor o tan bueno como el anterior si es que éste fue luminoso. Hay ilusión de no perder lo valioso que se ha logrado o de que termine lo malo y destructivo cuando ha habido oscuridad.
Otro calendario, el escolar, se hace especialmente presente en estas fechas, ya no por su desvinculación del calendario laboral, sino por su inexistencia.
En la última columna del 2024 entregué ideas de adaptación de las condiciones laborales para madres y padres durante las vacaciones escolares; reflexión que quiero extender a las condiciones familiares por los resultados del estudio “Zoom de género especial brechas del uso del tiempo”, recién publicado.
El análisis nos muestra que las mujeres siempre destinan más tiempo al trabajo no remunerado que los hombres, tanto cuando ambos trabajan fuera del hogar, es decir, son ocupados, como cuando son desocupados (no tienen trabajo pero lo están buscando) y también cuando los dos son inactivos, es decir, no trabajan ni buscan trabajo.
Paradójicamente es en la categoría de inactivos donde está la mayor brecha de género en las horas destinadas al trabajo de cuidado de la familia y del hogar.
Así, si tienen un empleo, las mujeres dedican al día en promedio 3,5 horas al trabajo no remunerado y los hombres 2,0. Si ambos son desocupados, las horas de las mujeres a esta tarea son 5,4 y las de los hombres son 3,4. Y si los dos son inactivos, estando en la casa sin siquiera usar el tiempo en busca de un empleo, las mujeres más que duplican el tiempo con 4,7 horas versus 2,2 de los hombres.
Gran problema cultural y de justicia, el cual temo ante esta evidencia se exacerba en período de vacaciones. Con todos en la casa “veraneando” ¿Quién se encarga de tantas comidas y de la limpieza?, ¿el tiempo que se necesita para ello es el mismo o se duplica o triplica durante las vacaciones?, ¿comparten entre todos esta “pega” de forma equilibrada?
¿Hay o no en este período un cambio cultural familiar que logre vacaciones equitativas? Lo dudo y no creo, por lo tanto, que las mujeres con familia y sin ayuda en sus casas logren descansar realmente. Y temo que esta puede ser una de las causas de tanto estrés y tantas licencias médicas durante el año. Porque si el cuerpo no se recupera, tarde o temprano pasa la cuenta.
Quiero tener la esperanza que este año será diferente y que esas horas que los hombres sí están destinando al trabajo en los hogares y de cuidado, se expandan y equilibren para que las mujeres y las madres se puedan recuperar como se merecen, al igual que los hombres y los padres. No solo se necesita una pausa de los trabajos dependientes o independientes, sino también de ese imperecedero que es el cuidado.
Les deseo un muy feliz 2025, que la esperanza y la ilusión no se vean empañadas por las responsabilidades de la rutina diaria, mantengan sus sueños y anhelos vislumbrados en estas celebraciones. Y sobre todo ¡descansen en sus vacaciones!
*La autora de la columna es presidenta ejecutiva ChileMujeres
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