Hace ya un par de semanas, me tocó -por coincidencia- la suerte de viajar sentado al lado de un inversionista en Latinoamérica a quien ya conocía un poco, pero con el que nunca había tenido la oportunidad de conversar largo y tendido.

Hablamos de su portafolio. A medida que me contó sobre sus distintos activos se hizo obvio que, paulatinamente, estaba girando su enfoque, vendiendo sus inversiones en nuestra región e invirtiendo en países desarrollados. Y al discutir el porqué de su cambio de estrategia, me compartió una reflexión que me pareció digna de comentar.

"Vengo recién saliendo del directorio de una de nuestras inversiones fuera de la región," me dijo, "¿y sabes de lo que hablamos? De planes de negocios. De mercados a los que nos podríamos ampliar. De contrataciones. De ampliaciones de líneas de producción, y de inversiones en nuevas plantas. De competencia. De clientes. De potenciales adquisiciones. De estrategia de financiamiento. En fin, de todo lo que te imaginas que son las decisiones de gestión que determinan el éxito de una empresa.".

Y luego contrastó con sus directorios en Sudamérica. "¿Sabes de lo que hablamos? De elecciones. De reformas. De riesgo de moneda". Al final, concluyó: "Como inversionista en Latinoamérica no tienes el control total de tu destino; hay otros factores que debes considerar" No cabe duda de que la idea es una simplificación de la realidad en la región. Las decisiones de los gobiernos en países desarrollados también impactan el éxito de las empresas en esas economías, aunque mucho menos sustancialmente.

Entonces, la estabilidad en los marcos regulatorios permite decisiones de inversión más racionales. La lección aquí es que el sólo hecho de plantear grandes reformas tiene un impacto en la economía, y ese impacto hay que medirlo contra los potenciales beneficios.

En décadas anteriores, nuestra región crecía a una tasa mucho mayor que la de los países desarrollados, permitiendo a los inversionistas tomar más riesgo. Hoy, con crecimiento más medido, quizás necesitamos parecernos más a los países desarrollados, y buscar mayor estabilidad para fomentar inversión.