Agenda femenina y nueva ministra
Por Alberto López-Hermida. Durante cuatro años y bajo el ideológico mandato de la ministra comunista Claudia Pascual, una agenda feminista con intereses ideológicos y financieros más que sociales se ha colado por las calles, los hemiciclos, las salas de clases, las casas y las camas de los chilenos.
No es casualidad que la del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género fuera, de entre todas las designaciones del gabinete del próximo Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, una de las que causara más hormigueo entre el progresismo de la Nueva Mayoría y el Frente Amplio.
Y es que junto al mayor déficit fiscal de los últimos ocho años y una deuda pública inédita desde 1993, el primer y último Gobierno de la Nueva Mayoría nos está dejando como herencia una efervescente penetración ideológica de la que será difícil desprendernos, y que encuentra en el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género su más patente manifestación.
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En los últimos cuatro años, el otrora Sernam no sólo se ha convertido en ministerio -lo que desde luego es motivo de aplauso-, sino que también lo han ido constituyendo como la trinchera desde la cual se ha ido instaurando una agenda que va mucho más allá de la defensa de los derechos de la mujer en una sociedad con fuertes e innegables matices de injusticia para ciertas minorías.
Otro de los legados de la Presidenta Miche-lle Bachelet, quien lactó durante cuatro años de esta ideología fanática en ONU Mujeres, es el haber arrojado en la sociedad chilena la agenda de poderosas organizaciones internacionales y el haber empoderado financiera y políticamente a un puñado de ONG que expelen superioridad moral por todos sus poros.
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Durante cuatro años y bajo el ideológico mandato de la ministra comunista Claudia Pascual, una agenda feminista con intereses ideológicos y financieros más que sociales se ha colado por las calles, los hemiciclos, las salas de clases, las casas y las camas de los chilenos.
Esta cerrazón ideológica llevó a considerar la legalización del aborto -fuera cual fuera su apellido- y el avance en una ley de identidad de género como principales tareas a cumplir, mientras poco y nada se hacía para la protección diaria de la mujer vulnerada, el compatriota recién nacido y el niño o adolescente confundidos y sus padres angustiados.
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La palabra "acompañamiento", por ejemplo, no parece estar en los renglones que la ONU y sus amigos han escrito en la historia de la mujer chilena.
Tan alejado de la calle se encuentra lo que se ha realizado desde el Ministerio de la Mujer durante el segundo mandato de Michelle Bachelet, que hemos terminado en polémicas caricaturescas, como el de la celebración de las abominables "Fiestas Matrias" o la campaña que año tras año destinaba fondos públicos para que aprendiéramos a regalarles muñecas a nuestros hijos y pelotas de fútbol a nuestras hijas.
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Por todo lo anterior no llama la atención que el pasado 23 de enero algunos sectores hayan considerado como una "provocación" el nombramiento de la militante de la UDI Isabel Plá como futura ministra del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género.
No es de extrañar tampoco que la ex candidata presidencial del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, escupiera contra una ministra que aún no asume diciendo que "ridiculiza la lucha feminista y lo que significa el aborto", cuando en verdad está diciendo que ridiculiza "su" lucha feminista y "su" significado de aborto.
Y es que debe doler. Y mucho.
Debe doler que la futura secretaria de Estado haya señalado que no habrá derogaciones ni cambios sustanciales a la legislación ya aprobada por el Congreso Nacional, pero que se volcará, en coordinación con el Ministerio de Salud, al acompañamiento de esos embarazos vulnerables que las actuales autoridades solucionarían rápidamente con un aborto.
Debe doler que Isabel Plá no haya pronunciado suficientes veces la palabra clave "género" y, en cambio, fijase sus prioridades en apuntar hacia ciertas legislaciones -especialmente laborales- que conservan resabios de discriminación; la generación de condiciones que contribuyan a la autonomía de la mujer, particularmente la económica; la tolerancia cero hacia la violencia, de todo tipo, contra la mujer; y el impulso del liderazgo femenino en toda la sociedad.
Debe doler a las actuales autoridades que tras cuatro años de obstinación ideológica, se ventile el ministerio con propuestas que apuntan a la chilena común y corriente, sin agendas fijadas por entidades internacionales.
Debe doler que, en vez de una agenda feminista, la ministra Plá haya anunciado impulsar una agenda femenina.
*El autor es doctor en Comunicación Pública (@albertopedro).
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