Casa Fénix, la respuesta sustentable al modelo de emergencia
Eran las 16.40 horas del 12 de abril de este año, cuando se iniciaba una de las grandes heridas de Valparaíso. El “gran incendio” −como es llamado por algunos− dejó 15 muertos, 1.090 hectáreas quemadas, 2.900 viviendas destruidas y 12.500 personas damnificadas. Como una manera de hacer frente al desastre, las autoridades dieron como respuesta construir mediaguas. Sin embargo, a pesar de que eran una solución provisoria, no se condecía con las necesidades a largo plazo de los afectados. Por emergencias como ésta nació el proyecto Casa Fénix, desarrollado por alumnos de arquitectura de la Universidad Federico Santa María. Su objetivo es que la mediagua sea reemplazada por una vivienda que tiene características definitivas y que es competitiva en costos.
La idea, de acuerdo a Sebastián Rojas, estudiante líder del proyecto, es que su distribución sea un “pack” de emergencia, que se pueda armar y desarmar, dependiendo del contexto y siguiendo sólo las instrucciones de un manual.
Una casa en cuatro pasos
La vivienda final, que contempla una superficie construida de 64 m2, se desarrolla en cuatro etapas: la primera consiste en un módulo de supervivencia, una respuesta rápida para el período inmediatamente después de una catástrofe. Su principal objetivo es proporcionar refugio y seguridad a los afectados. Luego se integra el módulo mecánico que se conecta al de supervivencia durante el período de alivio, el que incluye baño y cocina. Posteriormente, viene el módulo “vivir”, que permite que la casa se amplíe y cubra más necesidades. Finalmente está el “espacio sol” que contempla una estrategia de diseño solar pasivo para la regulación del clima interior.
“Nosotros desarrollamos el proyecto sobre la base del monto que entrega el Estado a las personas para reconstruir, por lo que el costo total de la vivienda no supera las UF1.000”, señala Rojas.
Ventajas ante mediaguas
La diferencia es que, básicamente, la mediagua responde sólo a la emergencia. “Entonces, una vez que el Gobierno entrega esta solución, las personas las usan y luego, cuando les entregan la casa definitiva, la mediagua se vende, desecha o convierte en material combustible. Así se pierde la inversión que se hizo en primera instancia”, sostiene Alejandra Carrasco, quien estuvo a cargo de la arquitectura de Fénix.
Desarrollada en torno a emergencias, es que Casa Fénix ha sido testeada en entornos sísmicos.
Nina Hormazábal, directora del proyecto y profesora del departamento de Arquitectura de la USM, dijo que “se trata de un desafío muy grande generar una vivienda solar apta para nuestra realidad nacional, no nos sirve una que no sea accesible para las personas que la necesiten”.
Decatlón solar
Sebastián y algunos de sus compañeros estuvieron por varios meses en Francia, donde se realizó el “Solar Decathlon Europe”, competición universitaria internacional que impulsa la investigación en el desarrollo de viviendas eficientes. Ahí participaron 20 casas de diferentes lugares (y con presupuestos que incluso superaban el millón de dólares), consiguiendo buenos resultados. “Para poder participar hicimos equipo común con el alumnos de la Universidad de La Rochelle. Pero transportar la casa desde Chile generaba una huella de carbono muy grande,así que trabajamos acá el prototipo y en Francia hicimos una réplica”, cuenta. Allá “obtuvimos tres terceros lugares, un primer lugar en “construcción rápida y segura”, además de un segundo lugar en sustentabilidad, que es el premio que más nos enorgullece”, asevera Alejandra.
Rol del mundo privado
Pero movilizar un equipo completo, conseguir materiales e instrumentos para participar no fue sencillo. Para poder construir la casa Fénix hubo empresas como Schneider Electric que se involucraron. “La compañía entregó la solución eléctrica completa. La gran caraterística es el sistema fotovoltaico. Así, este hogar se autoabastece eléctricamente. De hecho, si estuviera conectada a la red, podría entregar energía al sistema o mantenerla guardada en baterías. En este caso, se genera y se consume e incluso hay una sobreproducción de ella”, manifiesta Bruno Eitel, gerente de desarrollo de negocios fotovoltaicos de Schneider Electric. La convivencia entre la academia y mundo privado es clave de acuerdo a la docente a cargo del proyecto. “Es sumamente importante que la academia trabaje en conjunto con la industria. Principalmente porque no somos un país que cree tecnología. La única manera de desarrollarla y poder continuar creciendo es, precisamente, a través de la investigación tecnológica”, señala Nina.
Los integrantes de la iniciativa cuentan que en el corto plazo algunas de las familias afectadas por el incendio de Valparaiso recibirán sus casas Fénix.
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