Hay una historia tras cada producto




Cada vez escuchamos más historias asociadas a la producción de bienes de consumo que cuentan implicancias de la cadena de valor de los productos. Muchas veces nos referimos a historias negativas asociadas a temas como deforestación o condiciones laborales precarias. Por ejemplo, recientemente supimos sobre el derrumbe de un edificio en Bangladesh donde operaban fábricas textiles, de precarias condiciones estructurales, pagando salarios bajos para jornadas de trabajo interminables. En años anteriores, hemos escuchado cómo pesquerías de atún atrapan otras especies (tortugas, delfines, tiburones, etc.) como capturas incidentales, las cuales se devuelven al mar muertas o agonizantes, e incluso algunas llegan a los tarros de atún que consumimos. O la historia de productos como los chocolates, que utilizan aceite de palma (ingrediente utilizado en todo tipo de productos), que está asociado a deforestación de selvas de Borneo para plantar este tipo de árboles.

Así como estas, hay muchas otras historias negativas, de las cuales nos enteramos a través de la prensa, ONGs activistas o redes sociales. Por otro lado, existen historias positivas, asociadas a productos que promueven el comercio justo (buen trato y retribución justa a sus trabajadores) o aquellas con ciertos estándares o certificaciones que disminuyen el impacto al medio ambiente, como Rainforest Alliance o Marine Stewarsdship Council.

A muchos nos gustaría ver más productos del segundo grupo, pero en general o no los encontramos o son más "caros". Si no los encontramos es porque probablemente el mercado no los ha exigido, y por ende, las empresas no han buscado el cómo producirlos o incluso no saben qué son los productos más sustentables. El que sean más "caros" o más "baratos" para el consumidor final, muchas veces no toma en cuenta todos los costos reales, es decir, no incorpora todas las externalidades causadas por la elaboración de ese producto, como por ejemplo, las relacionadas a la manufactura textil en un edificio de precarias condiciones de seguridad y jornadas laborales en Bangladesh.

Tanto nosotros como consumidores, las empresas  y los gobiernos, tenemos la obligación de evolucionar hacia una cadena de valor más sustentable. Eso lo lograremos informándonos mejor, como consumidores, y reconociendo marcas, como Patagonia, que sabemos que implementan mejores prácticas. Desde el punto de vista de las empresas, teniendo visibilidad de toda la cadena de valor, saber qué pasa,  dónde e implementar mejores práctica; y promover un sistema de mejoramiento continuo para las normativas e incentivar tecnologías y prácticas más limpias mediante subsidios u otros sistemas, para los gobiernos.

En una próxima columna veremos más de iniciativas relacionadas a mejorar la sustentabilidad en la cadena de valor.

(*) Ingenieros del área Sustentabilidad de Productos, Fundación Chile

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.