Italia, entre el regreso de Silvio Berlusconi y la parálisis política
La tercera economía más grande de la eurozona es la que menos crece y la más endeudada. Italia es uno de los países que ha beneficiado de la promesa del Banco Central Europeo de hacer lo que sea necesario para defender la estabilidad del euro.
SIETE años en política pueden ser toda una vida, pueden cambiar percepciones, borrar pasados y resucitar personajes que se pensaban desterrados. Si no, pregúntele a Silvio Berlusconi. El ex primer ministro italiano fue recibido hace poco en Bruselas con los brazos abiertos e incluso la Unión Europea no tuvo ningún reparo en hacer campaña directamente en favor de la coalición de derecha que lidera, con miras a las elecciones generales del 4 de marzo. Difícil de creer, considerando que hace siete años Berlusconi era visto como el ejemplo de todo lo que un gobernante europeo no debía ser. Debilitado políticamente por una economía crisis, acosado por escándalos de corrupción y acusado de relaciones sexuales con menores, Berlusconi dejó el poder en lo que se pensaba sería su adiós de la política. La sentencia en su contra en 2013 por fraude tributario, que lo dejó fuera de cualquier cargo público hasta 2019, fue leído como el punto final. Pero en un dramático giro en la historia, Berlusconi es el hombre al que ahora la UE apoya, con la esperanza de que logre evitar la caída de Italia en una crisis política o un gobierno populista.
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El temor de la UE es a la consolidación del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), partido euroescéptico, populista y nacionalista, como el principal partido en Italia. El Movimiento, fundado por el ex comediante Beppe Grillo en 2009, en el contexto de la crisis de la eurozona, se mantiene con un 28% en las encuestas como el partido que más asientos podría lograr en el próximo parlamento italiano. Definido a sí mismo como un partido "anti establecimiento", el M5S ha prometido derogar 400 leyes, desde normas tributarias hasta la obligatoriedad de algunas vacunas, como parte de las primeras medidas de su eventual gobierno. Pero como señalan los analistas del banco alemán Berenberg, en las últimas semanas M5S ha dado muestras de un mayor pragmatismo, dejando de lado una de sus banderas más icónicas: sacar a Italia de la eurozona. "Beppe Grillo, se ha distanciado un poco del movimiento, dejando más espacio para que el potencialmente menos disruptivo Luigi Di Maio dirija la agenda política. Si mantienen un curso más pragmático, incluso podrían terminar en el gobierno sin perturbar los mercados y la economía italiana en gran medida", señalan Holger Schmieding y Carsten Hesse.
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Ni el Movimiento 5 Estrellas, ni su contraparte de derecha nacionalista, Liga Norte, hacen campaña hoy por sacar al país del euro, al menos no sus dirigentes. "La probabilidad de que haya un gobierno de coalición populista, con una plataforma anti-euro no más que de 1 a 20 ahora. La posibilidad de que Italia deje la eurozona es aún más remota", señala James Thompson, jefe de macroeconomía de Oxford Economics. Según Thompson, el declive de las posturas anti-euro son resultado de una mejora en las condiciones económicas y sociales, gracias al repunte del crecimiento y una desaceleración de los flujos de inmigrantes; a lo que se suma una percepción de los italianos más favorable hacia la UE y el euro.
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Italia es uno de los países que ha beneficiado de la promesa del Banco Central Europeo, y su presidente (también italiano), Mario Draghi, de hacer lo que sea necesario para defender la estabilidad del euro. Un estudio publicado la semana pasada por el economista Friedrich Heinemann del Centro para Investigación Económica Europea y la Universidad de Heidelberg mostró que el BCE ha comprado bonos por el equivalente al 20% del PIB italiano, lo que ha vuelto a ese país especialmente dependiente del financiamiento del emisor de la eurozona. El respaldo del BCE también ha servido para recuperar la confianza de los inversionistas. El rendimiento del bono italiano a 10 años, usado como referencia de su costo de financiamiento, está en alrededor de 2%, muy por debajo del 4,3% de hace cinco años. A inicios de mes el país colocó unos US$24.000 millones en deuda a 20 años. Ahora prepara la emisión de otros US$8.000 millones, antes de las elecciones, con una alta expectativa en el mercado.
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Otras cifras respaldan el entusiasmo de los inversionistas. Impulsada por el repunte de la eurozona, que en 2017 creció a su mayor ritmo en una década, la economía italiana se habría expandido un 1,6% el año pasado, según estimaciones del FMI. Sería su mayor registro desde 2010. Mientras, el desempleo habría cerrado en su menor nivel desde 2012.
Pero todo esto sin que el gobierno italiano haya llevado acabo una sola gran reforma, de las tantas necesarias. Ese es el temor de la UE, un gobierno sin mayoría sólida en el Parlamento, y por lo tanto imposibilitado de llevar a cabo las reformas estructurales urgentes, como la reducción del Estado, la liberación de mercados, mayor flexibilidad laboral y cambios para sustentabilidad del sistema previsional. Es el escenario más probable, advierten los analistas de renta fija de PIMCO, para quienes este es el "normal" en Italia.
Las reformas son urgentes. La tercera economía de la eurozona exhibe el menor ritmo de crecimiento del bloque, y el FMI proyecta que, en el escenario actual, la tasa de expansión caerá bajo 0,9% anual hacia 2022. También es la segunda economía más endeudada, con acreencias que sumarán 132% del PIB este año, sólo por debajo de Grecia (184%).
En la UE, Berlusconi es visto como el hombre que puede garantizar un gobierno con un cierto margen de acción. El ex primer ministro lidera la coalición de derecha que integran su partido Forza Italia, el nacionalista Liga Norte, y el conservador Hermanos de Italia. Las encuestas dan a la coalición de derecha un 37% de los votos. Bajo la nueva ley electoral, esto le daría, sin embargo, 280 curules en la Cámara Baja y 145 en el Senado, por debajo de los necesarios (316 y 158) para formar un gobierno de mayoría. No se descarta una gran coalición, entre el bloque liderado por Berlusconi, y la centroizquierda del oficialista Partido Democrático, junto a otras agrupaciones más pequeñas. El escenario más temido es que, ante el resultado, Liga Norte decida formar una coalición con M5S.
Todo apuntan, señalan Schmieding y Hesse, a un parlamento sin mayorías y un gobierno paralizado. Pero ni las perspectivas de un triunfo de la centroderecha son buenas en materia de combate al populismo. Después de todo, sus ofertas electorales, al igual que las del resto de los partidos, apuntan a aumentar con fuerza el gasto fiscal, eliminado impuestos y duplicando las pensiones mínimas, por ejemplo, sin entregar detalles claros de su financiamiento.
Curiosamente, este panorama puede favorecer a los planes de reforma que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha presentado para la UE. "La situación de Italia va a definir en gran parte el futuro de la eurozona. El BCE seguirá haciendo todo lo posible para evitar una crisis en ese país, así que tratará de retrasar un alza muy fuerte de las tasas de interés. La fragilidad de la economía italiana también da un argumento a los impulsores de una integración monetaria y fiscal más profunda de la eurozona", sostiene Ralph Solveen, economista de Commerzbank.
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