Kevin Rudd logra sacar del cargo a premier australiana Julia Gillard
Kevin Rudd retomó el liderazgo del gobernante Partido Laborista, aunque sus anhelos de sustituir a Julia Gillard como primera ministra podrían verse reducidos, a menos que pueda demostrar que tiene el apoyo suficiente para formar un nuevo gobierno.
Rudd venció a Gillard en una rápida elección que ella invocó, en un intento por poner fin a las peleas internas que dividieron al gobernante Partido Laborista a solo tres meses de la elección nacional en la que se espera que sufra una fuerte derrota.
Rudd, que ganó la votación por 57 a 45 votos, fue primer ministro entre 2007 y 2010, dejó el poder hace casi tres años en un enfrentamiento político y terminó siendo reemplazado por Gillard. Pero el ex diplomático mantuvo su popularidad entres los votantes australianos y es visto por muchos miembros del parlamento como la única persona que puede salvar al partido de una aplastante derrota en las elecciones del 14 de septiembre.
Los sondeos de opinión prevén desde hace algunos meses que la coalición Liberal Nacional, dirigida por Tony Abbott, ganaría las elecciones nacionales por un triunfo indiscutido, después de que la popularidad de Gillard cayera a un mínimo sin precedentes.
Rudd ahora debe probarle al gobernador general de Australia que tiene un apoyo mayoritario en la Cámara de Representantes para mantener al laborismo en el poder. Si Rudd no logra demostrar que cuenta con el apoyo de la Cámara, se verá obligado a llamar a una elección anticipada.
El laborismo tiene una pequeña mayoría en la cámara baja debido al respaldo de varios independientes y a un miembro del parlamento verde.
Sin embargo, dos de los parlamentarios independientes, Tony Windsor y Rob Oakeshott, que anunciaron ayer su salida de la política, dijeron que el laborismo no puede dar sus votos por descontados.
Rudd también tendrá que reemplazar a un puñado de ministros del gobierno, todos los que dijeron que no van a trabajar en su gabinete, siendo el más conocido de ellos el ministro del Tesoro, Wayne Swan, que acusó al nuevo líder del partido de "poner sus propios intereses ante los intereses del Partido Laborista", durante un enfrentamiento anterior por el liderazgo en 2012.
La decisión de Gillard de llamar a una tercera votación de liderazgo vino después de que los simpatizantes de Rudd circularan una petición que pretendía que ella abdicara.
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