Canadá pone a prueba los límites de su estrategia liberal de inmigración
El número de recién llegados aumenta rápidamente y presiona la demanda por vivienda, sanidad y transporte. Este país de 40 millones de habitantes acogió en 2022 a más de un millón de inmigrantes permanentes y temporales. Esa afluencia generó un crecimiento de la población del 2,7%; el aumento de 1,05 millones de personas fue casi equivalente al del año pasado en EE.UU., un país con más de ocho veces la población de Canadá.
OTTAWA- En los últimos años, Canadá ha sido la segunda economía del mundo desarrollado que más rápido ha crecido gracias a la inmigración, sólo por detrás de Estados Unidos, en su competencia por atraer a trabajadores altamente cualificados de todo el mundo.
Ahora, los recién llegados están empezando a poner a prueba la capacidad del país para absorberlos, poniendo en peligro un importante motor del crecimiento del país.
Este país de 40 millones de habitantes acogió el año pasado a más de un millón de inmigrantes permanentes y temporales, según Statistics Canada. Esa afluencia generó un crecimiento de la población del 2,7%; el aumento de 1,05 millones de personas fue casi equivalente al del año pasado en EE.UU., un país con más de ocho veces la población de Canadá.
En los próximos dos años, las autoridades canadienses afirman que aumentarán en casi un tercio el número de recién llegados permanentes, la mayoría de los cuales serán inmigrantes cualificados, como carpinteros, informáticos y trabajadores sanitarios que reúnan los requisitos necesarios en virtud de un sistema de puntos basado en los méritos.
El sistema, promocionado por el gobierno del Primer Ministro Justin Trudeau, pero desarrollado por primera vez en los años sesenta, ha contribuido a impulsar el crecimiento económico, atraer a empresarios y cubrir vacantes de puestos cualificados. Ha recibido un amplio apoyo en todo el espectro político canadiense, con el objetivo de atraer a Canadá a los mejores y más brillantes del mundo.
Pero el número de recién llegados está aumentando tan rápidamente que los analistas y los inmigrantes recién llegados afirmaron que está echando leña al fuego de un mercado inmobiliario recalentado, poniendo a prueba un sistema sanitario bajo presión y atascando las carreteras de ciudades poco acostumbradas a los atascos.
También está haciendo que los inmigrantes se lo piensen dos veces antes de elegir Canadá. Karanvir Singh, de 27 años, originario de Nueva Delhi y contable de formación, llegó a Toronto el pasado noviembre con un permiso de trabajo, tras cuatro años en Dublín. Dice que se lo está pensando, debido a los precios de la vivienda, el costo de la comida y el mediocre transporte público.
Canadá está “intentando traer a todos los inmigrantes posibles para hacer funcionar su economía, pero se están olvidando de que tienen que construir un lugar, o desarrollarlo... para que los inmigrantes puedan vivir aquí”, señaló Singh.
Los precios de la vivienda en el país siguen siendo de los más altos del mundo, incluso tras una rápida y fuerte subida de las tasas de interés, según datos recopilados por el Banco de la Reserva Federal de Dallas. El precio de la vivienda canadiense se sitúa un 36% por encima de los niveles de 2020 porque la construcción residencial no puede seguir el ritmo de crecimiento de la población, según los analistas.
“Esto es lo que ocurre cuando nuestro gobierno decide triplicar el ritmo de crecimiento de la población sin pensar dónde vivirá cada uno”, declaró John Pasalis, presidente de la inmobiliaria Realosophy Realty de Toronto.
En un informe del mes pasado, los economistas del TD Bank preveían que, según las tendencias demográficas actuales, el déficit de viviendas necesarias para satisfacer la demanda prevista podría duplicarse hasta alcanzar el medio millón de unidades en sólo dos años.
Aurika Tabassum llegó de Bangladesh en 2014 con un visado de estudiante para estudiar gestión de recursos humanos. Ahora está casada en Toronto, trabaja para una empresa de selección de personal y en junio se enteró de que Canadá le había concedido la residencia permanente. Pero ella y su marido no pueden permitirse una casa, y el apartamento que alquilan en el norte de Toronto -de dos dormitorios, para que puedan quedarse sus familiares cuando vienen de visita del extranjero- les cuesta más de la mitad de su sueldo antes de impuestos, contó.
En algunas partes de Estados Unidos, sostuvo Tabassum, “puedes comprar una casa enorme por unos US$ 300.000 o US$ 400.000. Aquí, ni siquiera puedes comprar un sótano con ese dinero”. Tabassum aseguró que ahora advierte a sus amigos y parientes de Bangladesh que quieren establecerse aquí sobre el costo de la vivienda.
Canadá es conocido por su acogida a los inmigrantes y no ha experimentado la misma reacción violenta que se ha visto recientemente en países como Estados Unidos y los Países Bajos. Sin embargo, un nuevo sondeo publicado el mes pasado por Abacus Data, con sede en Ottawa, refleja escepticismo: el 61% de los ciudadanos opina que los planes del gobierno son demasiado ambiciosos por su impacto negativo en la vivienda y la sanidad. Según la Asociación Médica Canadiense, la relación población-médico del país es la 29ª entre 36 economías desarrolladas, mientras que los datos de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos muestran que la capacidad de camas hospitalarias de Canadá es una de las más bajas per cápita entre las economías ricas.
“Siempre que aumente la población, sobre todo en este contexto de escasez de recursos sanitarios, tendrá consecuencias”, afirmó la Dra. Alika Lafontaine, presidenta de la Asociación Médica Canadiense.
Funcionarios del gobierno canadiense, encabezados por Trudeau, han defendido la política del país. Sean Fraser, que hasta finales del mes pasado fue ministro de Inmigración de Canadá, manifestó que la incorporación de nuevos trabajadores del extranjero ayudó al país a recuperarse de las profundidades económicas de la pandemia.
Los recién llegados han desempeñado un papel fundamental “al complementar la reserva de talento canadiense con nuevas ideas, innovación y un gran número de personas que han contribuido a paliar la grave escasez de mano de obra”, indicó Fraser en respuesta a unas preguntas formuladas por correo electrónico en junio. Según Fraser, Canadá está facilitando el establecimiento en el país de profesionales cualificados y enfermeros, lo que contribuirá a aliviar la escasez de mano de obra en los sectores de la construcción de viviendas y la sanidad.
Tiff Macklem, gobernador del Banco de Canadá, declaró el mes pasado en una conferencia de prensa que la inmigración ha contribuido a enfriar el mercado laboral, lo que es un requisito previo para que la inflación se desacelere hasta el objetivo del 2% fijado por el banco central. La tasa de desempleo del país ha subido durante tres meses consecutivos y se sitúa en el 5,5% en julio, después de mantenerse en un mínimo casi récord del 5% durante gran parte de 2023.
“Por otro lado”, dijo Macklem, “estos nuevos inmigrantes, también son nuevos consumidores, son nuevos inquilinos, son nuevos compradores de vivienda, por lo que también se están sumando a la demanda.” El Banco de Canadá ha subido las tasas de interés 10 veces en los últimos 16 meses, un acumulado de 4,75 puntos porcentuales, para frenar el gasto de los consumidores y frenar la inflación.
Históricamente, los recién llegados acudían en masa a grandes ciudades como Toronto, Vancouver y Montreal, pero ahora también se están asentando en zonas urbanas y suburbanas más pequeñas.
La población total de la región de la capital de Canadá, alrededor de Ottawa, creció un 8,5% entre 2016 y 2021, según el censo nacional, y los precios de la vivienda allí se dispararon un 84% en el mismo período, según datos de la Asociación Canadiense de Bienes Raíces. En la región de Kitchener-Waterloo-Cambridge, un centro tecnológico y manufacturero a 110 km al oeste de Toronto, la población creció un 10% hasta alcanzar los 575.000 habitantes. En el periodo 2016-21, los precios de la vivienda aumentaron más del doble.
Con el aumento de la inmigración, el producto interno bruto per cápita de Canadá -utilizado habitualmente por los economistas para medir el nivel de vida de un país- ha disminuido. El National Bank Financial declaró el mes pasado que la producción per cápita de Canadá está en vías de caer un 1,7% en el segundo trimestre con respecto al año anterior, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos prevé que el crecimiento del PIB per cápita de Canadá podría ser uno de los más bajos entre las economías del mundo desarrollado en las próximas cuatro décadas.
La agresiva inmigración canadiense “camufló el verdadero problema subyacente de este país, que es la falta de inversión empresarial y de productividad”, afirmó David Rosenberg, antiguo economista jefe para Norteamérica de Merrill Lynch y actual director de Rosenberg Research. Según Rosenberg, este problema se manifiesta en todos los sectores, desde el transporte público y las carreteras, hasta la sanidad y la vivienda.
Dale Renout es pastor de la iglesia baptista de Rawdon Street, en Brantford (Ontario), donde la población ha aumentado un 6,2% desde hace media década. Renout dijo que apoya la inmigración, pero cree que es hora de que Canadá limite el número de recién llegados, basándose en su experiencia tratando de ayudarles, en gran medida sin éxito, a encontrar alquileres asequibles. También señaló la aparición de atascos en Brantford.
“No ha aumentado el número de camas de hospital, ni la capacidad de las carreteras”, aseguró Renout. “No sé adónde van a ir los nuevos inmigrantes”, agregó.
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