Chile, socio estratégico del planeta
"En relación a las autorizaciones ambientales, si persisten los más de 800 permisos requeridos hoy día, sencillamente no habrá inversiones. La reglamentación ambiental es importante, pero debe ser dictada por los técnicos, al tenor de la normativa de países desarrollados y no por las minorías iluminadas".
¿Qué circunstancias pueden llevar a un país que representa solo el 0,25 % de la población y el 0,32% del PIB del planeta, ubicado, además, lejos de los grandes mercados mundiales, a transformarse en un factor decisivo para enfrentar la principal amenaza de la humanidad: el cambio climático? ¿No será un delirio de grandeza?
Tres factores contribuyen a hacer realidad esta aparente fantasía y constituyen una oportunidad única para Chile.
1.- El cobre. La prestigiosa revista The Economist decía hace poco acertadamente: “En las venas y arterias de la economía verde corre cobre”, en un artículo dedicado al futuro de las energías solar y eólica, la electromovilidad y otros esfuerzos que apuntan a cumplir con las metas de cero emisiones para el año 2050 y, a los que recientemente, se sumaron las principales empresas mineras del mundo.
Según la IEA (Agencia Internacional de Energía), se requieren casi 4 toneladas del metal rojo por MW en instalaciones de energía fotovoltaica y eólica (onshore). Cada nuevo vehículo eléctrico requiere casi tres veces más cobre que los actuales de combustión interna. Tan importante es su necesidad, que se calcula que las tecnologías verdes representarán, hacia 2040, más del 40% del consumo. Gran noticia para un país con las mayores reservas.
2.- El litio. Es un mineral fundamental para las energías limpias. Tanto es así que se espera que la demanda agregada ¡¡¡ se octuplique!!! hacia 2030, impulsada por la electromovilidad y la necesidad de almacenar la energía generada por fuentes intermitentes. Chile, con el 51% de las reservas, tiene un papel fundamental.
3.- El hidrógeno verde. Es un eslabón clave para alcanzar la carbono neutralidad y donde Chile tiene ventajas comparativas para ser líder. Nuestros costos son los más bajos del mundo en la generación de la energía eléctrica necesaria para fabricarlo, tanto solar por la radiación del desierto del Norte, como por la eólica de la Patagonia, con una capacidad potencial que es 80 veces la actual.
Para aprovechar todo esto, aquí y ahora, se requerirán cuantiosas inversiones, más las mejores tecnologías y, por consiguiente, debemos ofrecer a las grandes empresas mineras y energéticas globales: tratamiento tributario competitivo, un sistema de permisos ambientales razonable y, sobre todo, reglas de inversión claras y estables.
En cuanto a lo primero, hoy la minería en Chile está gravada con impuestos equivalentes a los de países mineros: Perú, Canadá y Australia y, por ello, puede afirmarse que el nivel actual es razonable. Pretender aumentar la tributación con un nuevo royalty expropiatorio, hará que no inviertan las empresas mineras, siempre cuidadosas de no repetir algunas desastrosas decisiones tomadas durante el último súper ciclo de precios.
En relación a las autorizaciones ambientales, si persisten los más de 800 permisos requeridos hoy día, sencillamente no habrá inversiones. La reglamentación ambiental es importante, pero debe ser dictada por los técnicos, al tenor de la normativa de países desarrollados y no por las minorías iluminadas. Racionalizar el trabajo de las diversas reparticiones del Estado y modernizar su tarea es un imperativo estratégico.
En Chile, hay una cartera de US$ 69.000 millones en proyectos hasta el año 2030 que, habida cuenta de las discusiones sobre el marco inversional minero y el mal llamado “modelo extractivista”, están a la espera que se aclare el panorama. Al respecto, valoramos el esfuerzo del Ministerio de Minería por avanzar con la Política Nacional Minera 2050, documento en que han participado más de 3.000 personas, con metas ambiciosas que pretenden una nueva minería “sustentable, colaborativa, transparente, equitativa, contribuidora, conectada y sostenible en el tiempo”.
También nos parece excelente la agresiva estrategia destinada a impulsar la industria del hidrógeno verde en Chile, que ya lo tiene posicionado entre los principales actores a nivel global, e incluso un prestigioso instituto de investigación de Japón reconoce a Chile como el exportador más competitivo a ese país. Antes de propiciar más impuestos y cambios en las reglas del juego para la inversión, nuestros políticos debieran mirar a nuestros competidores y no dejarse llevar por la ideología y los mitos en torno a la actividad minera. Ello, especialmente de parte del Senado, donde se ha reanudado la discusión sobre el royalty, los candidatos a la presidencia de la República y de quienes redactan la nueva Constitución para Chile.
Lo importante de la minería en Chile, más que lo que hemos recibido de ella, es lo mucho que podríamos obtener a futuro. No desaprovechemos nuestra oportunidad
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