Desempleo y emprendimiento femenino

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Hace unos días conocimos las tasas de desempleo, los resultados femeninos se situaron un punto por sobre el registro nacional, llegando a un 8,1%. La cifra estuvo marcada por aquellas mujeres que buscan empleo por primera vez con 16,9%, donde las mujeres fuera de la fuerza de trabajo descendieron por sexto período consecutivo, cifra muy positiva porque indica que hay cada vez más mujeres dispuestas a trabajar. Sin embargo, en el último año la fuerza de trabajo femenina se expandió por sobre el crecimiento del empleo, reflejando que el mercado laboral no está absorbiendo esa potencial fuerza trabajadora.

La revolución feminista llegó para quedarse, y hoy un mayor porcentaje de mujeres está buscando empleo en comparación a tiempos pasados. Hoy la tasa femenina de participación laboral alcanza el 49,3%, lo cual parece ser un porcentaje equitativo respecto de los hombres, sin embargo el gran desafío del mercado es incluirlas con fuerza.

Es sabido que la tasa de participación laboral se está sustentando cada vez más en el emprendimiento y menos en el empleo asalariado. Hoy las pymes generan cerca del 70% de los puestos de trabajo y de seguro los continuarán generando mientras que las grandes empresas están en proceso de reducirlos. Ejemplo de ello es lo que ha ocurrido en Estados Unidos durante los últimos 20 años.

Por ello, es clave fomentar el emprendimiento femenino junto con la participación de la mujer en rubros no tradicionales, rompiendo con los estereotipos. Como dato, en Chile su participación como emprendedoras no supera el 15% y más de la mitad de las mujeres con un negocio permanente opta por trabajar media jornada para hacerse cargo de la familia. Incluso, un tercio de ellas dejó su trabajo anterior por razones familiares.

Según el primer Estudio de Apoyo al Emprendimiento Femenino en los países que conforman la Alianza Pacífico, realizado por ASELA y Mujeres del Pacífico, sólo el 2% de los programas de apoyo al emprendimiento femenino está focalizado en el apoyo para el cuidado de hijos y personas mayores, de modo que ellas tengan más espacio para desarrollarse profesional y laboralmente.

Urge exigir el cumplimiento de normas laborales modernas, proveer servicios de cuidado para la familia, facilitar acceso a servicios financieros -como un mayor acceso al financiamiento y menores tasas de impuesto-, incrementar la capacitación femenina, junto con diversificar la oferta de programas gubernamentales pues el 65% de ellos están dirigidos a fortalecer capacidades empresariales duras, y no consideran aspectos personales y de contexto como la aversión al riesgo, que finalmente se traduce en que una mujer se atreva a emprender menos que un hombre.

Todos los países miembros de la Alianza del Pacífico ofrecen programas formales e iniciativas públicas orientadas a incentivar y apoyar el desarrollo del emprendimiento femenino. El país con mayor oferta es Colombia, con 23 programas, seguido de Chile con 14 iniciativas, México con 11, y Perú con 3 programas.

Estas buenas prácticas no sólo deben generarse, sino que, además, deben homologarse en todos los países de Latinoamérica para que las protagonistas de nuestras economías sigan siendo las millones de pymes existentes.

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