El recambio obligado tras la muerte de un hombre clave del grupo Claro
La repentina muerte de una de las piezas centrales del grupo Claro, el abogado Juan Antonio Álvarez, obligó a algunos movimientos. Otro abogado, Cristóbal Eyzaguirre, entró en las empresas operativas donde Álvarez era director y seguirá dirigiendo las fundaciones del grupo. Baltazar Sánchez asumió el mando de Elecmetal y completó, con Cristalerías y Santa Rita, las presidencias de las firmas operativas. La viuda de Ricardo Claro, María Luisa Vial, controla el grupo desde una fundación cuyo origen está en Panamá, pero cuyo patrimonio ya está radicado en Chile.
El fallecimiento de Ricardo Claro Valdés, hace 13 años, sacó de su relativo anonimato al abogado Cristóbal Eyzaguirre Baeza. Era octubre de 2008 cuando el empresario de 74 años, quien controlaba entonces un grupo empresarial formado por la Compañía Sud Americana de Vapores, Cristalerías de Chile, Elecmetal, la Viña Santa Rita y Megavisión, falleció. Un mes después, en noviembre de 2008, Cristóbal Eyzaguirre informó a la entonces Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), por encargo de María Luisa Bernardita Vial Lecaros, viuda de Ricardo Claro, la estructura del grupo económico. Ahí describió que una fundación constituida en el extranjero era la accionista mayoritaria de las empresas del grupo Claro y que su fallecido fundador tenía las facultades de administración en su condición de protector de la fundación. “La señora María Luisa Vial de Claro adquirió la condición de protectora de la fundación por causa del fallecimiento de su cónyuge”, escribió Eyzaguirre. Claro y Vial no tuvieron hijos.
Otro repentino fallecimiento repuso esta semana el rol de Eyzaguirre como consejero estrecho de María Luisa Vial y el grupo que ella controla. Juan Antonio Álvarez Avendaño, también abogado, de 58 años, falleció poco después del mediodía del martes 19 de abril. A la fecha de su muerte, ocupaba la estratégica vicepresidencia ejecutiva de Parque Arauco, la cadena de centros comerciales que controla el grupo Said, con quienes estaba emparentado. Llevaba poco más de una década en Parque Arauco. Pero seguía teniendo un rol central en la estructura del grupo Claro, al que se sumó en los años noventa y al que siguió ligado tras la muerte de su mentor. Álvarez estaba en siete directorios del grupo. Presidía Elecmetal, la sociedad cerrada Servicios y Consultorías Hendaya y las sociedades de inversión Quemchi, Navarino y Marinsa, una estructura en cascada que permite controlar las firmas operativas, y era vicepresidente de la Viña Santa Rita y Cristalerías de Chile.
El asiento que Álvarez dejó en esos directorios comenzó a ser llenado esta semana por Cristóbal Eyzaguirre, quien entró a Santa Rita, Elecmetal y Cristalerías, además de otra mesa que antes fue el mayor activo del grupo, pero donde ahora ocupan un solo asiento de siete: la compañía Sud Americana de Vapores, la naviera de 2021 que controla desde 2011 el grupo Luksic y que estuvo al borde de la quiebra tras la muerte de Ricardo Claro. En el directorio de Vapores al grupo lo representaba desde 1987 el primo de Ricardo Claro, Arturo Claro Fernández, quien falleció en enero. Su lugar es ocupado desde el viernes por Eyzaguirre, un abogado de 54 años que debió asumir un protagonismo impensado en los negocios del grupo Claro y sumarse con ello al rol que hoy cumple Baltazar Sánchez (70 años), otro de los ejecutivos claves del grupo.
El origen del patrimonio del grupo
Todas las empresas del grupo Claro, según las memorias reportadas a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), son controladas por la Fundación Educacional Internacional Claro Vial, cuya protectora es María Luisa Vial. Esa figura legal le entrega a ella el poder de decisión. Esa fundación, según documentos a los que accedió Pulso, fue constituida en 1999 en Panamá, pero con otro nombre, Les Clayes Foundation, y tuvo un directorio integrado por personas que participan en otras corporaciones panameñas. Todo cambió diez años después.
El 2 de julio de 2009, nueve meses después de la muerte de Ricardo Claro, los miembros originales del consejo fundacional -Harmodio Herrera, Carmen Barrios y Dilia H. de Díaz- renunciaron y fueron sustituidos en una sesión protocolizada en la notaría décima del Circuito de Panamá. Ese año, María Luisa Vial asumió como presidenta, Cristóbal Eyzaguirre asumió como secretario, y Juan Antonio Álvarez, como tesorero. El consejo de tres miembros siguió integrado de la misma manera por los siguientes años y seguía así hasta la muerte de Álvarez, quien deberá ser reemplazado a futuro.
La fundación extranjera, según explicó Eyzaguirre en noviembre de 2018 por encargo de la viuda de Claro, tenía por objetivo, según su reglamento “la beneficencia en materias educacionales y docentes en la República de Chile y a favor de chilenos o residentes en Chile, en el desarrollo de las cuales deberá privilegiar el apoyo, divulgación y promoción de los principios de la Religión Católica, Apostólica y Romana”.
En esa misma comunicación, Eyzaguirre anticipaba lo que el grupo materializaría en los meses siguientes: la creación en Chile de una fundación chilena la que, junto a otra creada en 2005, la fundación Claro Vial, “llevarán a efecto la finalidad de beneficencia” definida.
Lo hizo rápidamente. En enero de 2009 se formó en Chile la Fundación Educacional Claro Vial. En su origen, en el directorio de esa fundación estaban María Luisa Vial, Eyzaguirre y Álvarez. A ellos se sumaban ahora otras dos personas: el sacerdote católico Alejandro Vial Amunátegui, sobrino de María Luisa Vial, y Tomás González Aldunate, abogado de Claro y Cía. e hijo de Eduardo González Errázuriz, exsocio del mismo bufete, amigo de Ricardo Claro y director de las fundaciones Claro Vial hasta su muerte en 2007. La fundación ha financiado la construcción de colegios y programas educacionales, en alianza con otras fundaciones que operan las obras de beneficencia: Nocedal en Bajos de Mena, Astoreca en Lampa y Misericordia en La Pincoya.
La fundación Claro Vial, en cambio, fue creada en 2005 para levantar el museo Andino en medio de la viña Santa Rita, en Buin. Es el brazo cultural de la beneficencia del grupo Claro. En el directorio de esa fundación están, además de Eyzaguirre y Álvarez, dos sobrinos de María Luisa Vial.
Y aunque la fundación original está domiciliada en Panamá, los activos están radicados en Chile: todo el patrimonio fue transferido a la Fundación Educacional Claro Vial local hace más de una década. Las acciones y los flujos de las empresas operativas están en Chile. El control, sin embargo, se ejerce finalmente a través de la fundación creada en Panamá. Y su espejo en Chile.
Las fundaciones controlan una cadena de firmas cuyo primer eslabón es Productos Agrícolas Pucalán, la sociedad que controla el 84,58% de Quemchi.
Debajo de Quemchi están otras sociedades de inversión, como Navarino y Marítima de Inversiones, y luego vienen las empresas operativas: la empresa metalúrgica Elecmetal, la fabricante de envases de vidrio Cristalerías de Chile, un porcentaje minoritario de Vapores, la viña Santa Rita y el medio de comunicación DF. En varias de ellas son socios de la familia de Alfonso Swett Saavedra, el dueño de Forus, y la sucesión de Juan Agustín Figueroa.
En su testamento, suscrito en 2014, María Luisa Vial instituyó como su heredero universal a la Fundación Educacional Claro Vial y legó a sus hermanos Elvira y Patricio José, además de la sucesión de otro hermano, Alberto, una serie de bienes raíces en Zapallar, Llay Llay y Villarrica. Estos últimos pertenecen a Productos Agrícolas Pucalán, sociedad que deberá ser liquidada un año después de su fallecimiento.
El asesor que se fue
Dos semanas antes de morir, Juan Antonio Álvarez presidió y participó de varias juntas de accionistas. El lunes 4 de abril estuvo en la de Parque Arauco, el 6 presidió la de Elecmetal y el jueves 7 lo hizo con Quemchi, Navarino y Marinsa, cuyas actas no alcanzó a firmar.
Donde más se extendió fue en la reunión de Elecmetal, una exposición que preparó los días previos. Álvarez recordó a Arturo Claro, exdirector de Marinsa y de Santa Rita, fallecido en enero, y también recordó la condición de coleccionista de su mentor, Ricardo Claro, quien fue su profesor en la Universidad de Chile y del que se convirtió en su ayudante en la academia y luego su brazo derecho en los negocios. Álvarez se tituló de abogado en la Universidad de Chile en 1987, recordó la propia casa de estudios tras su muerte.
En la reunión de Elecmetal, Álvarez repasó cifras. “Hoy en día vemos en muchos lugares algunos agnósticos de los números y las matemáticas. En esta compañía no es el caso. Somos muy creyentes de los números”, dijo Álvarez al partir su alocución. Elecmetal, una empresa que fabrica partes y piezas de acero fundido, facturó US$ 1.000 millones en 2021 y tuvo ganancias por US$ 40 millones. Cristalerías reportó ingresos por US$ 419 millones y ganó US$ 26 millones. Y la Viña Santa Rita vendió US$ 209 millones y anotó utilidades por US$ 10 millones.
En su último discurso en el grupo, Álvarez se refirió a múltiples problemáticas: la guerra en Ucrania, la inflación, el cambio climático y el coronavirus. “Debemos tomar nota de lo esperable que es que pasen cosas inesperadas”, dijo. Pero también habló de la situación política institucional de Chile y la Convención Constituyente, donde mostró sentimientos ambivalentes. “La verdad yo los veo trabajando y mucho, tal vez demasiado”, dijo sobre los constituyentes. Pero expresó su “honda preocupación” por la forma y el fondo del proceso. “A mi juicio, no está satisfaciendo las expectativas que tenemos todos los chilenos. Es de esperar que haya una corrección en el rumbo”, afirmó.
Su muerte sorprendió a dos conglomerados: a la familia Said -estaba casado con la primogénita de José Said, Constanza- y los ejecutivos del grupo Claro. Entre ellos a la viuda de Ricardo Claro, quien lo quería como un hijo, dicen quienes la conocen. Tanto confiaba en él que en su testamento lo designó como albacea, un cargo en el que será reemplazado por el abogado Luis Grez, gerente general de Quemchi. En el funeral de Álvarez, en el Parque del Recuerdo, a nombre de las fundaciones creadas por el grupo Claro lo despidió Cristóbal Eyzaguirre.
Cuatro años menor que Álvarez, Eyzaguirre también estudió leyes, pero en la Universidad Católica, donde fue el mejor alumno de su promoción en 1991. Hijo de José María Eyzaguirre García de la Huerta, histórico socio de Claro y Cía. y amigo de Ricardo Claro, también se incorporó al mismo bufete en 1988, cuando estaba aún en la universidad. En su último año en la UC, en 1990, Eyzaguirre fue presidente del centro de alumnos de la Facultad de Derecho: era cercano a RN y encabezó la lista “Libertad y Autonomía”. Luego estudió en Harvard, trabajó en Citigroup y en 2004 se hizo socio de Claro y Cía. el bufete que hoy dirige su hermano José María, un especialista en fusiones y adquisiciones. Cristóbal, en cambio, es experto en litigios y libre competencia.
El triunvirato de Vial, Eyzaguirre y Álvarez aguas arriba, en las fundaciones, siempre fue completado aguas abajo, en las empresas operativas, por otro de los asesores más estrechos de Ricardo Claro, el ingeniero comercial UC Baltazar Sánchez, exgerente general de Copec en los 80, lo que originó un vínculo con el grupo Angelini que aún mantiene: es director de Inversiones Siemel. Esta semana, Baltazar Sánchez, quien preside Cristalerías de Chile -está en su directorio desde 1990- y Santa Rita, asumió la presidencia de Elecmetal y completó así el mando de las empresas operativas. En todas ellas será acompañado desde la vicepresidencia por Eyzaguirre, quien asumió en reemplazo de Álvarez. Baltazar Sánchez suma a esos cargos la presidencia de Ediciones Financieras, la sociedad que edita el periódico económico DF.
La transición obligada por la partida de Álvarez se completa con un esquema donde Eyzaguirre sigue a cargo de la fundación y la estructura de control, mientras Baltazar Sánchez está al mando de las empresas del grupo, pero ahora acompañado del abogado que debió reemplazar, inesperadamente, al asesor más cercano y querido de María Luisa Vial, viuda de Claro.
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