Fintech, el Gobierno Corporativo y el Valle de la Muerte
Si bien contar con una regulación flexible, actualizada y ad hoc es uno de los principales pilares para el desarrollo de estos actores nacientes de la tecnología, se apronta un desafío igual de importante: el de su gobierno corporativo.
El Ministerio de Hacienda anunció que el envío al Congreso del proyecto de ley para regular y supervisar la industria de las Fintech se adelantará para este año en medio de una intensa discusión sobre la materia. La CMF levantó el tema en 2018, organizó mesas de trabajo con los actores y hace poco publicó un white paper con observaciones.
Si bien contar con una regulación flexible, actualizada y ad hoc es uno de los principales pilares para el desarrollo de estos actores nacientes de la tecnología, se apronta un desafío igual de importante: el de su gobierno corporativo.
En este reciente ecosistema vemos emprendimientos levantados muy rápido por jóvenes, talentosos e imbuidos de los "animal spirits", ese impulso a la acción emprendedora destacado por John Maynard Keynes. Han saltado a competir en el mercado, conllevando los servicios financieros y la innovación, aglomerando y manejando importantes recursos. Y el mundo lo ha notado. Según el Índice de Emprendimiento Global 2018, Chile lidera en Latinoamérica, y que este extraordinario dinamismo se extienda a la promisoria disrupción financiera no es una excepción.
En ese contexto, es esencial que desde muy temprano estas Fintech avancen hacia una formalidad y un mayor conocimiento de las obligaciones que implica la governance fiduciaria, que tienen que ver con la responsabilidad, la rendición de cuentas, la transparencia y buenas prácticas (que no se contradicen con una governance estratégica de mercado, sino que la complementan). Es en este vértice estratégico-fiduciario que las acciones y omisiones en torno a los conceptos de reputación, estatus y valoración social jugarán roles importantes.
Hay una tremenda brecha "institucional" que las Fintech van a tener que acortar rápido, como ya algunas instituciones financieras emergentes lo han venido haciendo, aunque no sin su cuota de dolor. Las más profesionales van a ser previsoras y van a adelantarse, mientras que las más voluntaristas lo van a aprender errando y acarreándose a sí mismas problemas y dificultades, incluso legales en algún momento. El temido Valle de la Muerte que amenaza a los emprendedores no provendrá en este caso sólo de eventuales crisis financieras, sino también de falencias de legitimidad, transparencia y accountability.
Lo recomendable sería que éstas previeran incorporar directores de experiencia en el mercado financiero, con más canas. Y es paradójico, mientras hay empresas tradicionales que luchan por evolucionar hacia la inclusión de nuevas generaciones en su gobierno corporativo (donde sumar a más jóvenes es uno de los grandes temas pendientes), las Fintech corren el riesgo de caer en sus propias trampas derivadas de la inmadurez de sus perspectivas.
El desafío grita fuerte y claro. Contar con un buen gobierno corporativo será el punto de inflexión que hará la diferencia entre las que se mantendrán en el tiempo y las que no. La precursora regulación les está abriendo las puertas (¡enhorabuena!) a los renovadores impulsos de destrucción creativa de las Fintech, pero será la adecuada governance la que les permitirá atravesarlas digna y sosteniblemente.
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