Oportunidad para lograr cambios tributarios que estimulen la inversión y el ahorro
Es preferible avanzar en un proyecto positivo y equilibrado que, por buscar la perfección, se empantane la discusión y que terminemos atrapados en un sistema que no es del gusto de nadie.
Esta semana comenzaron las audiencias en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados sobre el proyecto de modernización tributaria. El proceso de deliberación legislativa abre el apetito de diversos sectores los que, ya sea por razones ideológicas o derechamente por interés corporativo, presionan para que el proyecto incorpore transformaciones que vayan en su dirección.
Más allá de la evidente validez de estos planteamientos, ha llegado el momento de sacrificar preferencias sectoriales para anteponer los intereses del país. El que la mayoría de los países de la OCDE hayan mejorado las condiciones impositivas para las empresas refleja que no es ningún misterio que el esquema tributario es esencial en la estrategia de desarrollo de los países y es una herramienta crucial para atraer inversiones.
En este sentido, el proyecto que presentó el gobierno parece muy bien encaminado. La iniciativa destaca por un equilibrio que pese a no dejar entusiasmado a una parte del mundo empresarial, mantiene una necesaria viabilidad política en medio de un Parlamento difuso.
La ansiada reintegración del sistema impositivo (con resultados comprobados en nuestro país en materia de incentivos al ahorro e inversión), las nuevas disposiciones para las empresas de menor tamaño en la renovada Cláusula Pyme, la nueva figura del Defensor del Contribuyente, la precisión de las normas antielusión, e incentivos temporales a la inversión como la depreciación acelerada, son el resultado de un esfuerzo consciente que busca corregir el esquema tributario, reponiendo estímulos al ahorro y la inversión y avanzando en mayor simplicidad, sin caer en extremos de difícil asimilación por el mundo progresista.
Las declaraciones coordinadas de varios referentes técnicos de la oposición, pueden leerse más que como una crítica técnica al proyecto, como un intento de reposicionamiento en una coalición fragmentada y con escasos elementos aglutinadores.
Tanto en este caso, como en el de otros que cuestionan ausencias -a su juicio elementales-, o de los que buscan ampliar beneficios tributarios sectoriales o, incluso, los que plantean dilatar el proceso de discusión para encontrar un mejor proyecto, se hace necesario recordar que la oportunidad para corregir el esquema tributario no va a estar abierta permanentemente.
Es preferible avanzar en un proyecto positivo y equilibrado que, por buscar la perfección, se empantane la discusión y que terminemos atrapados en un sistema que no es del gusto de nadie.
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