Pablo García: “Para Chile se configura un escenario mundial un poco más débil, pero que tiene de dulce y de agraz”

Pablo García
Pablo García, exvicepresidente del Banco Central, y actual académico e investigador de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI).

En su primera entrevista tras dejar el Banco Central hace poco más de seis meses, el exconsejero y hoy académico de la UAI analiza el remezón que vivieron los mercados financieros y sus implicancias para Chile, pero además entrega sus definiciones más políticas, evalúa al gobierno de Boric y al ministro Marcel.


El 22 de enero pasado Pablo García Silva (54 años) concluyó su período de 10 años como consejero del Banco Central, saliendo como vicepresidente del ente rector al que estuvo ligado por los últimos 25 años, luego de llegar a trabajar al staff técnico en 1999, tras terminar su doctorado en el MIT (Massachusetts Institute of Technology). “Lo que uno más echa de menos son las relaciones humanas, las personas, porque el Banco Central (BC) es una comunidad muy camiseteada con su misión”, afirma sobre su exinstitución. Pero ya no mira atrás y se declara muy a gusto en su nuevo rol de académico e investigador de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI). Valora la libertad y variedad de temas en los que puede incursionar, así como el impartir clases en distintas carreras y grados.

Siguió la regla autoimpuesta de los exconsejeros del BC de no hablar antes de seis meses de haber dejado la entidad y en esta, su primera entrevista tras ello, ahonda en temas que antes no podía abordar estando en el instituto emisor, sobre todo los de corte más político. Pero como no, justo en la semana en que los mercados financieros mundiales vivieron un “lunes negro”, analiza las implicancias de este evento para la economía chilena y para la política monetaria. “Este escenario externo es coherente con el diagnóstico de que las tasas seguirán bajando en Chile”, asegura.

¿Cómo evalúa el remezón que hubo al inicio de la semana en los mercados mundiales?

-Siempre en economía uno tiene que ser cuidadoso en identificar el gatillante de los fenómenos y no confundir causas con efectos. La semana pasada se produjeron cuatro elementos que llevaron a este ruido ambiente, que si bien se ha tendido a apaciguar, fue muy intenso entre viernes y lunes. Lo primero es que el Banco de Japón hizo una movida sorpresiva de aumento de tasas, más de lo que se esperaba. Y esto es relevante, porque el Banco de Japón había tenido tasas muy bajas por mucho tiempo y con esto da la señal de que se suma al ciclo de normalizar la política monetaria. La segunda noticia es que el dato de empleo de EE.UU. de ese viernes fue leído como muy negativo, acentuando la noción de que la Reserva Federal (Fed) de EE.UU. iniciará el proceso de bajas de tasas en septiembre. Y hay dos factores más que sugiriendo que tal vez los niveles de riesgo e incertidumbre son mayores de lo que se pensaba: el conflicto del Medio Oriente se exacerbó con lo que ocurrió entre Irán e Israel; y lo otro fue la percepción de cierta sobrevaloración de las compañías tecnológicas, y de su apuesta por la IA. Se combinó todo eso y hubo un ajuste.

Sin embargo, hacia el fin de la semana varios mercados se recuperaron casi por completo. ¿Cómo sigue esto, fue una sobrerreacción?

-La evidencia siempre muestra que cuando la incertidumbre del mercado financiero aumenta, eso puede tener algún efecto en la confianza y en las perspectivas de crecimiento. Esto es como ir a máxima velocidad por una carretera espectacular y de pronto toparse con un bache. No pasa nada, pero dices: ‘De repente hay más baches’. Entonces, pese al repunte que vimos, no estamos fuera de peligro de que haya algún otro accidente en los mercados en las próximas semanas. Al surgir dudas, eso lleva a que la gente sea un poquito más precavida, lo que puede tener implicancias macro.

En ese sentido, lo otro que estuvo sobre la mesa fue el temor de que EE.UU. pueda estar en vías de una recesión. ¿Ve tal peligro?

-Me cuesta pensar que los antecedentes a hoy sugieran un riesgo inminente de una recesión grande en EE.UU. Llevamos 15 años proyectando una recesión en EE.UU., pero sigue creciendo e innovando. Es una economía que ha demostrado una resiliencia inaudita.

Por lo tanto, ¿no cree que la Reserva Federal pueda apurar el inicio de su baja de tasas para antes de septiembre, o que sea necesario partir con una dosis mayor de recorte?

-Por ahora no. Lo pondría así: para que la Fed no baje la tasa en septiembre tendría que producirse un notición de magnitud por el lado inflacionario. Y para que la baje más de 25 puntos base, también. Tendría que haber una noticia adicional muy mala en las semanas que quedan. Ahora, en cinco semanas pueden ocurrir muchas cosas.

Y luego de eso, ¿cuánto más estima que caerá la tasa de EE.UU. hasta fin de año?

-Lo primero a considerar al respecto es que en EE.UU. vienen elecciones, y es difícil extrapolar cómo puede ser la reacción del mercado frente a un escenario u otro. Excluyendo ese factor, uno ve que hoy el mercado piensa que la Fed va a bajar de 100 a 125 puntos base de aquí a fin de año. Creo que ese es un escenario para una macro mucho más débil de lo que se ve hoy, con una caída de la inflación más rápida.

Pablo García
Pablo García, exvicepresidente del Banco Central, y actual académico e investigador de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI).

¿Qué implicancias tiene para Chile este escenario externo?

-Creo que, en el margen, este es un contexto externo más débil de lo que se pensaba hace un tiempo. Pero un escenario donde la economía norteamericana tiene un debilitamiento no dramático, y que lleva a que la Fed baje las tasas y eso permita que el dólar se debilite un poco en el mundo, en general es bueno para las economías emergentes: los precios de los commodities suben y los flujos de capitales vuelven. Esto puede ser incluso con una pequeña recesión en EE.UU., pero sin disrupciones financieras mayores. Entonces, para Chile se configura un escenario mundial un poco más débil, pero que tiene de dulce y de agraz. De hecho, si vemos la curva de tasas en Chile, la reacción luego de este episodio de turbulencia fue de una caída de las tasas, lo que es un beneficio.

Apenas pasó esto el lunes, el ministro Marcel salió a poner las cosas en perspectiva y luego el BC, consultado por Pulso, dijo que no se deben sobreponderar movimientos que pueden ser de corta duración. ¿Concuerda?

-Es lo que he estado diciendo en esta conversación. Hay que ver bien qué ocurre con las noticias de las próximas cinco a seis semanas, qué va a hacer la Fed, e ir ponderando todos los elementos, porque el mundo es complejo. Al respecto, tengo plena confianza de que el BC justamente hará ese análisis y calibrará esto de acuerdo a su justa relevancia.

Pero si cualquier cosa, ¿este escenario externo más débil refuerza la posición del BC de, más allá de la pausa que hizo en julio, seguir bajando las tasas de interés?

-Este escenario externo es coherente con el diagnóstico de que las tasas seguirán bajando en Chile. Y ahí el BC tendrá que ver lo táctico: cuándo, en qué magnitud, hasta cuándo.

¿Y esa mayor expansividad no puede entrar en conflicto con su tarea antiinflacionaria? Esta semana conocimos el alto IPC de 0,7% de julio, que llevó de vuelta la inflación en 12 meses a 4,6%, por el alza de la electricidad.

-Miremos qué ha ocurrido con la visión del mercado respecto a la inflación en Chile. Las compensaciones inflacionarias muestran que la inflación de aquí a un año va a estar más alta por estos fenómenos de una vez que estamos observando, pero que a 24 meses sigue en 3%. Y esa evolución casi no se movió con los últimos datos de IPC. Eso demuestra que hay confianza en que la inflación va a volver a la meta en el horizonte de dos años.

¿No le preocupa, entonces, este repunte de la inflación y que se aleje el regreso a la meta de 3% por el shock de las cuentas de la luz?

-El marco de metas de inflación está justamente diseñado para entender este tipo de fenómenos que a veces van en direcciones opuestas, porque permite evaluar qué es un shock de oferta y qué es un shock de demanda. Y el tema de las tarifas eléctricas es un shock de oferta negativo. Tiene un efecto de una sola vez, implica menor poder adquisitivo y en el mediano plazo es restrictivo respecto del crecimiento y del consumo. Por lo tanto, la estrategia de una trayectoria de tasas que va a la baja sigue siendo válida.

Pero pese a ser un shock de oferta, puede tener efectos de segunda vuelta, sobre todo por la alta indexación chilena…

-En Chile se logró bajar la inflación desde 14,1% hasta 3,2% cuando yo me fui. Dada esa experiencia, que fue tremendamente dura para todos, pero en que la economía no tuvo que sufrir de manera excesiva para generar esa desinflación, tenemos suficiente confianza en que si bien los efectos de segunda vuelta existen, lo que estamos viendo por el lado de la tarifa eléctrica no son efectos que te vayan a descuadrar la macro. Si algo hubiese descuadrado la macro, habría sido que no pudiéramos bajar la inflación de 14,1% a 3,2% Y eso no fue hace 50 años, fue ayer.

Según eso, ¿hizo bien el BC en pausar el recorte de la tasa en julio, o usted la habría seguido bajando igual?

-El Ipom de junio fue bien claro en decir que iba a haber pausas y en los niveles que estamos de tasas, poner esa pausa ya es un tema de calibración, de juicio fino. Depende de qué es lo que el BC estaba viendo en sus proyecciones de inflación y crecimiento para los próximos meses. Ya estamos en un rango de tasas en que es muy opinable un movimiento de tal magnitud u otro, y lo mismo si hacerlo en septiembre, octubre o diciembre. Yo, que estuve en esas discusiones, tengo la humildad para decir: es muy difícil hacer un juicio y jugársela por un número en particular. Hay que ser prudente y respetuoso con el proceso de deliberación que tiene el BC. Dicho eso, de momento no veo acciones de política monetaria más agresivas.

¿Y en actividad, qué está observando? ¿Tras el bajo Imacec de junio se alejó la posibilidad de crecer más cerca de 3% este año?

-Lo interesante es hacer la combinación de los distintos fenómenos que estamos viendo. Desde junio hasta la fecha hay cuatro noticias importantes, aparte de lo que pasó la última semana. Primero, tuvimos un segundo trimestre en que la economía chilena fue más débil de lo que se pensaba. Segundo, las condiciones crediticias continúan apretadas, porque las tasas largas siguen altas. En tercer lugar, las noticias de China fueron malas. Su segundo trimestre fue malo y la señal de política que dio el pleno del PC fue ambigua. Y, por último, la Fed dio señales más claras de que quiere bajar la tasa. Todo eso se debe poner en la juguera y evaluar qué implica para el Ipom de septiembre y para las revisiones del crecimiento. La clave en esto será lo que arroje el tercer trimestre. Si sus cifras nos muestran que secuencialmente el PIB no minero se empieza a contraer, significa que lo que vimos el segundo trimestre ya no es tan transitorio. Pero que el crecimiento del PIB del año esté en 2,5% o 3%, no hace una diferencia material. Lo relevante es la dinámica del ciclo y si eso cambia la estrategia monetaria. Eso por ahora no está.

Pablo García
Pablo García, exvicepresidente del Banco Central, y actual académico e investigador de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI).

“La situación sería probablemente mucho más compleja si Marcel no hubiese sido ministro”

¿En qué parte del espectro político se inscribe hoy, porque cuando fue designado consejero del BC se le denominó de “sensibilidad” PPD?

-Me inscribí en el PPD porque quise ser apoderado en la elección de Ricardo Lagos, pero nunca fui un militante activo y después no me volví a registrar. Hoy soy independiente.

¿Independiente de centroizquierda? ¿Un socialdemócrata, un liberal?

-Las etiquetas no son buenas, porque la gente las lee como quiere. Para ponerlo en términos muy simples, creo que en lo económico este país apostó por la integración con el mundo, por el libre mercado, y además por la democracia, y esa combinación nos ha llevado a niveles de prosperidad y disminución de la pobreza, incluso baja de la desigualdad, que nunca habríamos pensado hace 50 años. Esa es una combinación que funcionó. ¿Cómo se le llama a eso?

Alguien que valida y valora los famosos 30 años…

-Claro, por supuesto. Yo me formé como economista entre el 88 y el 93, y fue una experiencia muy decisiva darme cuenta cómo el país cambiaba para mejor, con mayor libertad en todo y con una economía que mejoró muchísimo. Chile el año 90 era una economía muy pobre, de un ingreso per cápita seis veces menor de lo que tenemos hoy día.

¿Cómo votó en los dos procesos constitucionales?

-Voté que sí en el plebiscito para hacer el proceso constitucional, y rechacé las dos constituciones.

¿Por qué?

-Porque no eran un camino de unidad para este país. Ninguna de las dos me representaba. El estallido social fue un momento de quiebre para Chile, muy difícil. Se llegó al acuerdo por la nueva Constitución, que firmó un espectro muy amplio, y eso de inmediato bajó el nivel de tensión, de conflictividad, pero hasta ahora tenemos pendiente entender por qué se produjo el estallido social.

¿Y cuál es su explicación?

-De partida, se debe entender que el mundo no está dividido en malos y buenos. Siempre hay extremos, pero la gran masa, respondemos a incentivos. En ese sentido, cuando hay una sensación de injusticia y eso motiva a la gente a salir a la calle, como fue en el estallido social, hay que preguntarse de dónde venían esas percepciones. Una interpretación es que, en general en Chile, pensamos que el voto voluntario era una buena idea, porque era darle más libertad a la gente. Pero el voto voluntario, al final, motivó que las zonas marginales de nuestras ciudades fueran abandonadas hasta por las campañas políticas, porque hay un patrón de que la participación electoral varía mucho con el nivel socioeconómico. Yo estaba a favor del voto voluntario, pero ahora creo que fue un error. Se generó segregación en cómo algunos sectores se sienten identificados con el sistema político.

Un segundo factor es que los países que crecen muy rápido y que generan incremento significativo en bienestar para mucha gente, o los países que no han llegado tan arriba, pero que redistribuyen de manera muy agresiva, se mantienen dentro de ciertos niveles de paz social. Pero en Chile empezamos a crecer menos. Entonces, las cosas se mezclan y se puede empezar a armar un barril de pólvora que después cualquier chispa hace estallar.

¿Cómo evalúa el gobierno del Presidente Boric?

-El gobierno de Boric ha demostrado disposición a negociar y a modificar sus proyectos iniciales, y eso es muy importante. De hecho, en el ámbito de la reforma de pensiones, donde es superrelevante lo que ha ocurrido esta semana en cuanto a converger en los temas técnicos, si se compara el programa con lo que se está discutiendo ahora, no tiene nada que ver. Otra cosa clave, por ejemplo, la oposición cerrada a los retiros. Entonces, las cosas siempre se podrían hacer mejor, pero también peor. Veo señales positivas desde el punto de vista de la gestión política, porque es muy importante en política hacer el delivery de producir cambios en lo que está pasando en la sociedad, y no hacer puras cosas testimoniales y decir ‘peleemos la próxima elección’. Eso no sirve. Adaptarse a la realidad y tratar de encontrar formas no confrontacionales para ir avanzando es la manera como las sociedades progresan.

A partir del acuerdo de esta semana, ¿estima que se logrará sacar adelante la reforma de pensiones?

-Creo que tiene posibilidades de salir, porque hay voluntad de avanzar. Comparto algo que comentó Cecilia Cifuentes en un seminario de la UAI, sobre que el statu quo no es sostenible.

¿Ha sido el ministro Marcel la llave del gobierno en esta lógica de buscar caminos para avanzar?

-De mi experiencia trabajando con Mario en el BC, hay una cosa bien interesante, y es que es alguien que sabe mucho de cómo funcionan las instituciones, y de que muchas veces, para avanzar, ir al golpe no funciona. Que es mejor cambiar los conceptos, evaluar estrategias paralelas, e ir avanzando, porque al final tienes que hacer el delivery. Ahora, desde el punto de vista más político, tampoco hay que confundirse de que porque Boric puso a Marcel de ministro de Hacienda, súbitamente íbamos a tener un gobierno de derecha.

Entonces, usted valora su rol…

-Lo pondría así: la situación sería probablemente mucho más compleja si Marcel no hubiese sido ministro.

¿Tras una década de bajo crecimiento económico en Chile, es pesimista u optimista sobre los próximos 10 años? ¿Cómo se mejora?

-Mi visión es que hemos tenido dos olas que impulsaron el crecimiento. La primera fue la tremenda disminución del riesgo como país en la transición a la democracia de los 90. Pero ese fue un efecto de una sola vez. Después, a partir del 2000, cuando ya la economía empieza a crecer un 4% o 5% y no un 7%, toma la posta y generó una segunda ola la entrada de China en la economía mundial. Y China es el complemento perfecto de Chile: ofrecen lo que necesitamos y quieren lo que tenemos. Eso impulsó un incremento muy grande de nuestra riqueza. Nuestra economía de US$70.000 millones del año 99, hoy es de US$350.000 millones, multiplicándose por 5. Pero eso fue porque lo que teníamos se hizo mucho más valorado, no porque estuviésemos haciendo más o mejores cosas, y se le puso esfuerzo a seguir haciendo lo mismo, porque ahí estaba la demanda, y no a desarrollar nuevas áreas.

A eso se sumaron otros dos factores: como los chinos ahorran mucho, las tasas de largo plazo se vinieron al suelo a nivel global y con ello subió el precio de las propiedades, elevando el costo de la vida. Y con el ingreso de los trabajadores chinos al mercado laboral mundial, nuestro mercado laboral fue menos competitivo. Entonces, somos más ricos, pero todo es más caro y somos menos productivos.

Sin embargo, la gracia ahora es que con la transición energética hay un sector nuevo que surge para Chile y que puede constituir una nueva ola de crecimiento mirando al futuro. Igual esto va a tomar tiempo, porque se necesitan líneas de transmisión, pero el costo de la energía en Chile puede cambiar radicalmente y dar una ventaja comparativa en términos de no necesitar importar tanta energía. Entonces, el futuro en Chile no está en hacer tal o cual cosa chica, sino que en realmente fomentar el uso de energías renovables, donde tenemos una ventaja comparativa muy potente.

Esto, sumado al cobre, que va a seguir siendo muy relevante, y al litio, debiera ser nuestra estrategia de crecimiento hacia adelante y me hace estar optimista porque es una gran oportunidad, siempre y cuando seamos capaces de ponernos de acuerdo. Los países fallan cuando la gente que piensa distinto no se junta a resolver los problemas.

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