Pan para hoy, hambre para mañana

FOTOS :DAVID CORTES SEREY/AGENCIAUNO

De aceptarse la reducción de la jornada, una buena parte de la fuerza laboral podría tener menos horas de trabajo, lo que en el mediano y largo plazo, particularmente en cuanto a las Pyme y a los trabajadores de renta variable, puede hacer que la estructura a la que le estamos quitando piezas comience a tambalear.


El proyecto del gobierno de adaptabilidad laboral, que tiene como objetivo conciliar la vida laboral y personal de los trabajadores, se ha visto prácticamente estancado durante las últimas semanas, producto de discusiones políticas desde propuestas que hasta el momento no son más que pan para hoy y hambre para mañana.

Por una parte, el proyecto del Ejecutivo propuso reducir la jornada laboral a 180 horas promedio mensuales, distribuibles en 4 días por acuerdo individual o colectivo. Sin embargo, la propuesta de las diputadas Vallejo y Cariola, sobre rebajar inmediatamente la jornada laboral a 40 horas semanales, y su gran popularidad, hizo al gobierno reconsiderar su propia propuesta. Una nueva indicación establecería una disminución gradual de la jornada, pasando de 45 horas semanales a 41 horas promedio trimestral, a todo evento. En resumen, el escenario actual nos nubla con tres propuestas que, si bien persiguen un objetivo "noble" en cuanto a su fondo, poco esclarecen sobre su forma y viabilidad económica. Ninguno de los proyectos establece una línea de trabajo clara en pos de la efectividad, o al menos una previsión para sus costos laborales, especialmente relevantes en el contexto económico actual, lo que fue advertido inusualmente por la máxima autoridad del Banco Central.

De aceptarse la reducción de la jornada, una buena parte de la fuerza laboral podría tener menos horas de trabajo, lo que en el mediano y largo plazo, particularmente en cuanto a las Pyme y a los trabajadores de renta variable, puede hacer que la estructura a la que le estamos quitando piezas comience a tambalear. Es simple: a menor jornada, menor producción, y como consecuencia, menor crecimiento. Si dejamos de crecer, comienzan a generarse efectos negativos justo en donde más se buscaba impactar positivamente: en el hogar de los chilenos. Esto no es más que la punta del iceberg de lo que podría ser un significativo problema, si es que la modificación de la jornada no se trata de la forma minuciosa con que debiese hacerse, especialmente si se considera que según la Ocde nuestro país tiene tanto una baja productividad y una alta rigidez contractual. No se trata solo de cuidar nuestro PIB, sino también de pensar en las dinámicas laborales que son, finalmente, el resto del iceberg.

Pero no está todo perdido. Desde la Comisión Nacional de Productividad se publicó un interesante estudio y una serie de propuestas para incentivar la producción del país, desde la perspectiva de las inversiones. También, desde el centro de estudios Horizontal hicimos un estudio al respecto, y concluimos que resulta prudente configurar una batería de medidas de flexibilidad laboral, que sean conciliables con una eventual reducción de la jornada. Esto permitiría abrir las puertas de sus beneficios a todos los tipos de empresas y formas de trabajo, además de comulgar con la productividad, la promoción de la formalidad y el crecimiento sostenido hacia el buen futuro del que queremos gozar. En este sentido, nuestra propuesta comprende una mayor flexibilidad funcional, para reducir la rigidez actual de la polifuncionalidad y responder a variaciones entre demanda y oferta laboral. Además, proponemos reemplazar el sistema de indemnización por años de servicio por uno a todo evento, incentivando la formalización de las relaciones laborales. Finalmente, es necesario fomentar la profesionalización de los sindicatos, en pos de una negociación moderna que abarque la diversidad del mercado laboral, aumentado así la reciprocidad; y aprovechar la gradualidad de la reducción de la jornada, para crear un plan de capacitaciones que contribuya al desarrollo de las personas, comprendiendo que la satisfacción del trabajador va más allá de las horas de trabajo.

Somos un país competitivo; un líder regional, con una serie de propuestas para llegar al 3% de crecimiento el presente año. El camino no es el equivocado, pero los pasos que se están dando son inciertos y esta clase de propuestas, sin medidas que las aterricen, nos llevan a avanzar dos escalones para luego retroceder tres, y no podemos dejar de mirar la evidencia en su totalidad. Tampoco podemos dejar de mirar al mundo, donde el teletrabajo, la automatización y otras innovaciones promueven la productividad, a la vez de la salud mental y la vida familiar de las personas. Es posible mejorar la propuesta de flexibilidad laboral si es que son considerados todos los factores de las medidas que se aplicarán; de lo contrario, insisto: los proyectos de jornada laboral no será más que pan para hoy y hambre para mañana.

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