Recuperación económica y minería
En el debate sobre la velocidad de la recuperación de la economía chilena, debe considerarse el ritmo de expansión de la minería y, más importante aún, de la inversión. Es bien sabido que la minería es una actividad fundamental para el país, pero no siempre se dimensiona cabalmente cuán relevante es para la economía en sus indicadores de corto plazo. El precio del cobre es un verdadero termómetro de las expectativas económicas, aunque uno que permite saber la temperatura, pero muy poco del diagnóstico fino de la economía chilena. Así, es necesario tomar en cuenta que la producción chilena de cobre ha estado virtualmente estancada desde 2004, escenario que no cambiará en el corto plazo, pues la producción estimada en este y el próximo año estará en línea con el promedio del último quinquenio. Por otra parte, la inversión minera registra una contracción desde 2012.
Estas reflexiones apuntan a tres aspectos. En primer lugar, a que el sector minero debe estar más presente en el diagnóstico de la marcha de la economía chilena. Un factor relevante es que las compañías mineras internacionales aún no están decididamente impulsando estrategias de crecimiento, a lo cual un país receptor de inversión extranjera como Chile no puede escapar. La buena noticia es que la preparación para el crecimiento ya ha comenzado, por lo que los flujos de inversión debiesen reactivarse de manera más definida en un horizonte de 12 a 24 meses.
En segundo término, queda camino que recorrer para trasladar a la población y aún a los agentes económicos hacia la comprensión del real peso de la minería en la marcha de la economía nacional. Un claro ejemplo es que aún no se internaliza completamente el papel crucial que tuvo el shock de inversión minero a inicios de los 90, para el quiebre estructural de la tasa de crecimiento de Chile, permitiéndole desacoplarse de la tendencia del resto de América Latina mostrando desde entonces niveles muy por sobre el promedio de la región.
Y, en tercer lugar, apelando al factor doméstico, se requiere mantener y acelerar las reformas del sector. Desde la Oficina de Gestión de Proyectos Sustentables, la reforma del sistema de evaluación ambiental, despejar la incertidumbre asociada a la Reforma Laboral y glaciares, e impulsar la industria del litio, que parece estar más a la mano, a lo que debiera sumarse un impulso a la exploración minera.
En definitiva, Chile no puede olvidarse que la actividad minera es y seguirá siendo el motor fundamental para su economía, y que para recuperar el crecimiento se requiere reactivar la inversión minera. Afortunadamente, dos factores pueden favorecer a Chile en este aspecto. Primero, el hecho de que, junto con Perú, concentran el 60% de los proyectos de cobre en el mundo. Segundo, el congelamiento global de las inversiones, a consecuencia de la alta incertidumbre macroeconómica generada por el conflicto EEUU-China, pueden brindar el tiempo necesario para sacar adelante los cambios que se requieren para impulsar al sector, y con ello la actividad económica. Por lo tanto, es vital tomar cartas en el asunto, realizar los ajustes que la minería necesita y que permitan aprovechar la principal ventaja competitiva del país en el plano minero: ser un distrito minero maduro, con una institucionalidad y administración robustas, que brindan certezas, sobre una riqueza geológica de primer nivel mundial.
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