Seguro de longevidad: cómo opera una de las llaves para destrabar la reforma previsional

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El mecanismo, propuesto en 2021 por Solange Berstein y Marco Morales, es valorado en el gobierno y en la oposición, y es sindicado como una posible solución política al porcentaje de seguro social que pretende incorporar el oficialismo en el 6% de cotización extra. Funcionaría como un seguro a partir de los 85 años y con el pago de una prima durante la vida laboral. Si bien hay reparos en la regresividad que genera, los expertos plantean medidas de solución.


-Es un mecanimo que ha permanecido en el debate público de los últimos 10 años en el país y que hoy parece concentrar los consensos de grupos transversales del espectro político. El seguro de longevidad que propuso Renovación Nacional recientemente en el marco de la discusión por la reforma de pensiones y que es evaluado positivamente por el gobierno, podría ser una de las llaves que destrabe la actual distancia que hay entre el oficialismo y la oposición en la distribución de la cotización extra de 6% que establece el proyecto de ley.

Mientras el gobierno se ha abierto a que 2 puntos de la nueva cotización vayan a cuentas individuales y los restantes 4 puntos a un seguro social que incorpore reparto, la oposición ha sido tajante en que todo el pago extra vaya a las cuentas de propiedad del afiliado, en línea con el alto apoyo que ha dado la ciudadanía en diferentes encuestas a la capitalización individual.

El debate sobre el seguro de longevidad para la cuarta edad se retomó durante el último y fallido intento del gobierno de Sebastián Piñera por realizar una reforma previsional. En la oportunidad la exsuperintendenta de Pensiones y actual titular de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), Solange Berstein, junto al académico del Departamento de Economía de la Universidad Diego Portales, Marco Morales, propusieron un seguro de cuarta edad a partir de los 85 años y que reemplazara en un 70% el monto de la pensión inicial.

“Ha sido muy solicitado por distintos actores políticos (…) me gusta (técnicamente)”, dijo recientemente la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, en medio de reuniones con diferentes tiendas políticas para avanzar en la reforma estructural.

Fue en ese marco de reuniones que la senadora de Demócratas, Ximena Rincón, también apoyó la idea de incorporar este seguro de cuarta edad. “Nos enfocamos en la reforma previsional para garantizar pensiones de calidad. Pero para lograrlo, le planteamos que es necesario revisar las tablas de mortalidad, crear un seguro de longevidad y establecer incentivos para cotizar”, afirmó la parlamentaria.

Un clave asesor parlamentario, con cercanía a diferentes tiendas políticas, cree que el seguro de longevidad podría transformarse en la “llave” para destrabar la disputa ideológica que hay entre el gobierno y la oposición por el destino del 6% extra y darle viabilidad a la reforma.

“El seguro de longevidad es, en el fondo, una renta vitalicia como la que hoy existe. Económicamente son lo mismo, aunque puede ayudar financieramente en el margen. Es la única forma en que la derecha puede aceptar que parte del 6% extra no vaya a las cuentas individuales. Para ellos es una solución de mercado y para el gobierno mantiene la lógica de un seguro social como han exigido”, afirma la misma fuente, quien ha tenido la oportunidad de negociar como autoridad otros intentos de reforma previsional en el pasado.

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Pero el asesor va más allá y asegura que para la izquierda más dura podría ser una buena forma política de avanzar con la reforma, ya que bajaría las tablas de mortalidad de 110 a 85 años y subiría inmediatamente las pensiones actuales de las personas que transitan entre los 65 y 85 años, al tener que financiar con los mismos recursos de su fondo menos años de jubilación. “Pese a que hay muchas preguntas sobre cómo funcionará el seguro y quién paga la transición, es una solución política que suena bien”, concluye la exautoridad.

El mecanismo para la cuarta edad

La propuesta de seguro de longevidad que hoy está en la mente del gobierno y la oposoción busca enfrentar también uno de los desafíos más complejos del sistema de pensiones: el brusco aumento de las expectativas de vida de la población. De hecho, el último reporte del Observatorio del Envejecimiento de la UC reveló que los chilenos son cada vez más longevos y que el país tendrá a 3 de cada 10 personas por sobre los 80 años en 2050.

Marco Morales, uno de los autores junto a Berstein del estudio “El rol de un seguro de longevidad para los sistemas de pensiones de contribución definida”, publicado en 2021, recuerda que la idea se venía planteando desde 2015. El documento propone un seguro de longevidad que se pague durante la vida activa de los trabajadores con una parte de la cotización para cubrir pensiones a partir de la cuarta edad. El estudio simuló el caso de hombres y mujeres jubilando a los 65 años, y donde el seguro empieza a correr a partir de los 85 años.

Para quienes opten por retiro programado, se calculan los beneficios hasta esa edad, precisa Morales. En cambio, para quienes opten por una renta vitalicia, recibirían una pensión fija a lo largo de su jubilación, donde parte de lo que reciben es financiado por el seguro de longevidad, lo que permite que dichas personas tengan una pensión mayor versus si ocupan solo su ahorro individual para comprar esa renta vitalicia.

Los autores calcularon que el costo del seguro para cubrir el 70% de la pensión que tienen las personas al momento de la jubilación (65 años), pero que empezaría a regir a los 85 años, sería de 1,21% en el caso de los hombres, y de 1,62% para las mujeres. “En general, el costo para las mujeres es más alto que para los hombres, porque las mujeres tienen una mayor esperanza de vida”, detalla el estudio.

Agrega que “las pensiones a la edad regular de jubilación también aumentan, porque el período de longevidad extendido es financiado por el seguro. Este aumento es superior al que se permitiría elevando la tasa de cotización a las cuentas de ahorro, en un monto equivalente al costo del seguro”.

Al respecto, el documento concluye que el rango de incremento de la pensión inicial va desde el 26,95%, en el caso de retiro programado para mujer con beneficiario, hasta el 12,51% en el caso de renta vitalicia para hombre sin beneficiario.

En todo caso, sobre el costo del seguro, Marco Morales explica que se “podría definir una prima única, y hacer subsidio de hombres a mujeres, y dejarlo en 1,5% tanto para hombres como mujeres”. Agrega que esta “es una buena forma de establecer subsidios. Si cobras la misma prima a hombres y mujeres, la misma prima a solteros versus casados, al final es una transferencia de hombres a mujeres y de solteros a casados”.

Morales también aclara que estos cálculos están hechos para futuros pensionados, es decir, para las personas que aportaron de su cotización para financiarlo. “Pero si se quisiera extenderlo para las generaciones que no han cotizado para este seguro, para los actuales pensionados o quienes se vayan pensionando en el corto-mediano plazo, quizás se podría proponer una prima un poco más alta, de 2%, por ejemplo, para que pueda haber transferencias intergeneracionales, que también es el espíritu del seguro social que plantea la reforma previsional con el 6%”, sostiene Morales.

El economista y exasesor del Ministerio de Hacienda, Miguel Lorca, considera el mecanismo como adecuado, en medio de la falta de adecuación del sistema de pensiones al fuerte aumento en la expectativa de vida y el escaso ajuste en la edad de jubilación.

“Un seguro de longevidad consistente en cotizar un porcentaje muy bajo del salario a lo largo de la vida laboral activa y que garantice una pensión de renta vitalicia a partir de cierta edad avanzada (80 u 85 años, por ejemplo), la llamada “cuarta edad”, tendría importantes beneficios. El principal es un aumento en las pensiones de renta vitalicia, y un aumento aún mayor bajo la modalidad de retiro programado. Esto se debe a que los fondos acumulados en las cuentas individuales no tendrían que financiar el riesgo de vivir más allá de dicha edad avanzada, y ese riesgo de sobrevivencia estaría a cargo del seguro de longevidad”, añade el también economista de la University of New South Wales en Australia.

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Cómo evitar la regresividad

Para Soledad Hormazábal, economista e investigadora del think tank Horizontal, el mecanismo resulta una opción interesante. “Desde una perspectiva más general, un seguro de longevidad es deseable, ya que es eficiente mutualizar el riesgo. El problema es que las personas de mayores ingresos viven más en promedio, y bastante más, por lo tanto, dependiendo del diseño, un seguro de longevidad podría ser regresivo. Es decir, beneficiar sobremanera a los más ricos en desmedro de los más pobres, que viven menos”, apunta la economista que participa en la mesa técnica por la reforma convocada por el Ministerio del Trabajo.

Coincide la directora de Evidencias de Pivotes, Elisa Cabezón. Si bien dice que es necario conocer los detalles del consenso al que podrían llegar el gobierno y la oposición en este ámbito, precisa que hay mecanismos para evitar los efectos regresivos. “La regresividad se puede corregir con el pago de una prima mayor para la gente que está sobre el promedio de ingresos y una prima menor para las personas que están bajo ese corte”, indica la economista.

Marco Morales también se hace cargo del cuestionamiento al mecanismo. “Le puedes poner mínimos y máximos a los beneficios del seguro de longevidad. Por ejemplo, si pones un mínimo, la gente de más bajos ingresos va a recibir un seguro de longevidad que es más alto que lo que está autofinanciando. Si le pones un techo, el que aportó más, que es el que tiene más altos ingresos y que tiene una mayor expectativa de vida, va a recibir proporcionalmente un poco menos. Eso ayuda a mejorar el seguro de longevidad a los que tienen más bajos ingresos y también menor expectativa de vida”, explica el experto.

El economista Miguel Lorca reconoce que la regresividad del seguro de longevidad podría acotarse o revertirse garantizando un beneficio proporcional a lo cotizado, pero con topes mínimo y máximo. “Si bien la opción de garantizar un mismo nivel de beneficios aumentaría la progresividad, sería menos preferible, ya que generaría incentivos a subcotizar”, agrega Lorca, quien sostiene que hay ejemplos similares de seguro de longevidad en países como Canadá, donde se financia con cotizaciones del trabajador y empleadores, y Alemania, con un seguro social de carácter voluntario, de contribución definida, que se contrata al momento de retirarse y cuyos beneficios se pueden recibir a partir de los 85 años.

“En Estados Unidos y Australia se les denomina ‘Deferred Lifetime Annuities (DLA)’, y son seguros de Renta Vitalicia Diferida que se compran de manera privada y se consideran un componente de protección adicional para la jubilación que permite complementar ingresos”, concluye.

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