Vittorio Corbo: “Bajar la tasa en abril más allá de 50 a 75 puntos base sería una irresponsabilidad ”
Ello, tras los altos IPC de enero y febrero. El expresidente del Banco Central atribuye a la inflación de servicios la sorpresa alcista en los dos primeros meses del año y reafirma su visión de que el instituto emisor debe aminorar la velocidad de recorte de la TPM. “La última milla de la inflación es como las maratones (...) y muchos se caen antes de llegar a la meta”, alerta. Desestima el riesgo de un sobreajuste de la economía.
En el actual ciclo de la economía chilena, Vittorio Corbo ha sido un férreo defensor de la idea de que el Banco Central (BC) no debe apurarse en bajar la Tasa de Política Monetaria (TPM) -actualmente en 7,25%-, en contra de la visión de quienes acusan un retraso en los recortes y consideran que puede haber un riesgo de sobreajuste en la actividad. Y para el expresidente del instituto emisor, los datos de IPC de inicio de año, con sendas sorpresas al alza en enero y febrero, no han hecho más que refrendar su posición, esa que señala que el control de la inflación y su regreso al 3% aún no es carrera ganada y que el último tramo es muy importante. De hecho, concuerda con el mercado en que la convergencia a la meta ya se aplazó para 2025, y por lo mismo, su recomendación es que en abril el BC baje la tasa no más allá de 50 puntos base.
Conocidas las primeras cifras de actividad e IPC del año, ¿cómo está el control de la inflación en Chile?
-La inflación bajó paulatinamente el año pasado, pero en los últimos meses de nuevo hemos observado IPC más altos, de 0,7 en enero y de 0,6 en febrero, que responden, sobre todo, a un alza en la inflación de servicios. O sea, la última milla ha sido más difícil por los servicios, que tienen un componente muy importante de salarios y de ajuste del mercado laboral después de la pandemia.
El mismo fenómeno estamos viendo afuera, sobre todo en EE.UU. Está muy relacionado con el hecho de que había demasiado optimismo de que la inflación iba a seguir bajando, bajando. Pero ayudó mucho, inicialmente, la caída de los precios de commodities, sobre todo de alimentos. Por ejemplo, el índice de precios de alimentos de la FAO subió un 42% después de la invasión de Ucrania. Hoy está solo un 3% por encima del nivel previo a ese conflicto. O sea, la inflación de bienes se ha desacelerado en el mundo. Pero la última milla de la inflación es como las maratones: los kilómetros finales antes de llegar a la meta son más difíciles que al comienzo. Y muchos se caen antes de llegar a la meta. Entonces, lo que estamos viendo ahora es que la baja de la inflación va en la dirección correcta, pero es mucho más pegajosa de lo que se pensaba.
¿Y ese repunte en la inflación de servicios fue la sorpresa del alto IPC de febrero? ¿Es puntual o tiene algo de tendencia?
-Efectivamente, los servicios han subido mucho más allá de lo que se pensaba. Si miramos el IPC sin volátiles, el componente servicios se disparó a una velocidad del 6,9% en los últimos tres meses. La gente está viajando de nuevo y se presionan esos costos de servicio, también están subiendo los costos laborales en general y eso hace que cueste más encontrar gente para servicios, y lo mismo estamos observando en el exterior.
¿Puede haber algún efecto de la nueva canasta del IPC que se estrenó en enero, que tenga algún sesgo dados los cambios de productos y servicios que mide, y de ponderaciones?
-Es otro termómetro, es cierto, pero si miramos las diferencias entre la canasta anterior y la nueva en 2023, cuando se echaron a correr juntas, vemos que se movieron parecido. Entonces, esta sorpresa alcista de inflación en el inicio del año no la achacaría mayormente a la nueva canasta.
El mercado reaccionó elevando la proyección de inflación para este año y aplazando el retorno a la meta para 2025. ¿Comparte esa visión?
-Sí. La inflación a diciembre de este año puede que esté más cerca del 3,5% que del 3%, y, por lo tanto, lo más probable es que la convergencia a la meta de inflación ocurra ahora hacia fines del primer trimestre de 2025. Claramente se atrasa la convergencia a la meta de inflación del 3% y en su próximo Informe de Política Monetaria (Ipom) el Banco Central debiera transmitir que a diciembre va a estar algo por encima del 3%.
¿Se cantó victoria antes de tiempo?
-Es que existe mucha incertidumbre y hay que pensar que la última milla de bajar la inflación siempre es difícil. Y es más difícil en una economía como la chilena, donde hay muchos precios indexados a la inflación pasada, vía UF. Entonces, el sistema chileno tiene más inercia que otros países. El BC ha hecho un gran trabajo, con la colaboración de la política fiscal, pero tienen que completarlo. Y el riesgo de ahora es que todo el trabajo tan bueno que se ha hecho para bajar la inflación se ponga en peligro si se recorta la tasa muy rápido.
¿Puede el precio dólar incidir en los riesgos de alza de la inflación este año?
-No lo veo mucho, porque en el actual escenario, en que el diferencial de tasas entre Chile y EE.UU. se debiera tender a cerrar algo más lento -con el BC chileno graduando más los recortes y la Reserva Federal postergando las bajas-, estimo que el tipo de cambio debiera tender a moverse de $950 hacia abajo, más que de $950 hacia arriba.
Usted ha sido persistente partidario de que el BC no se apure bajando la tasa. ¿Estos datos de inicio de año le dan la razón a su mirada y rebaten la de aquellos que critican que la política monetaria no se relaje más rápido?
-Al menos les daría un tranquilizante. Yo solo planteo un poco de prudencia respecto a qué velocidad se baja la tasa. Que hay que seguirla bajando, de eso no hay dudas, pero el punto es a qué ritmo. Si se baja muy rápido la tasa, el peligro es que la inflación se demore aún más en descender o que se quede pegada en torno al 4%. Por lo tanto, ahora se debe tener paciencia.
¿Qué significa eso? Hoy la tasa está en el 7,25%. ¿Cuánto debe bajarla el BC en abril?
-Mi recomendación sería bajar la tasa en 50 puntos base (pb) en abril, no más que eso. Pero puede que el BC también evalúe hacerlo en 75 pb y está bien.
¿Pero otros 100 pb, como en enero, por ningún motivo?
-No. Bajar la tasa de interés en abril más allá de 50 a 75 pb sería una irresponsabilidad tras los altos IPC de enero y febrero.
Sin embargo, otros dos expresidentes del BC igual que usted, antes José De Gregorio y esta semana Roberto Zahler, han insistido en que hay espacio para bajar con más fuerza la tasa rectora.
-A ambos los estimo mucho, pero podemos tener juicios distintos. En todo caso, leí lo de Roberto y él plantea para abril un recorte de 75 pb y yo digo ojalá 50 pb. No hay gran diferencia.
¿Y no hay riesgo de un sobreajuste de la economía como advierten algunos analistas, dado que la tasa seguirá aún por largo rato lejos del nivel neutral?
-Vamos a llegar a fin de año o a comienzos del próximo a tasas en torno al 4,5%, y a una neutral, del 4%, más avanzado 2025. Al igual que en EE.UU., donde la Reserva Federal va a esperar un poco más, acá también debemos mantener el antibiótico y reducir la dosis más de a poco. Hay que pedirle más exámenes al paciente antes de darle de alta. No se pueden hacer compromisos a priori sobre la política monetaria, porque puede haber nuevas sorpresas con el IPC, sobre todo por shocks externos, como el alza de fletes marítimos por los problemas en Medio Oriente y el mar Rojo, o fenómenos climáticos.
En cuanto a la actividad, no veo evidencia de sobreajuste ni mucho menos. De hecho, el Imacec no minero está creciendo en el margen algo por encima de su nivel de tendencia, que es en torno al 2%. Entonces, el auto está recuperando la velocidad que recomiendan los fabricantes. El déficit de fondo del país para volver a crecer sostenidamente no tiene nada que ver con que el BC se demore uno o tres meses más en bajar la tasa a equis por ciento.
Pero en lo más inmediato, ¿en qué pie está el repunte de la economía? El Imacec de enero sorprendió al alza…
-La economía chilena ya completó su ajuste, ya corrigió los grandes desequilibrios que se generaron a partir de la pandemia y hemos transitado hacia una demanda compatible con nuestra capacidad productiva. Para adelante, entonces, podemos expandirnos al ritmo del crecimiento tendencial.
El nuevo consejero del BC, Claudio Soto, señaló en entrevista con Pulso que ese Imacec del primer mes es importante, porque da un cierto tono para el año. ¿Lo comparte? ¿Mejoró su apuesta para 2024?
-Creo que Claudio Soto tiene un punto, porque se parte de algo más arriba. Si de ahí sigues creciendo, ya tienes un salto con respecto al año anterior. Estimo que este año vamos a crecer más cerca del 2% que del 1,5% que se proyectaba hasta no hace mucho.
No obstante, eso todavía es distante del 2,5% que prevé Hacienda…
-Ese resultado lo veo más difícil. Las medidas que se tomen ahora, recién van a ser importantes para el crecimiento de 2025, 2026, 2027. ¿Qué pasa este año? Va a depender de muchas otras cosas, incluido el escenario internacional, donde la mejor noticia es la resiliencia de EE.UU., que lograría tener un aterrizaje suave, mientras que Europea está estancada y las dudas apuntan a China con sus desequilibrios y menor crecimiento. Hoy la mejor estimación para Chile es un crecimiento del 1,5% al 2%, pero más cerca del 2%, por lo que vimos en enero y diciembre.
¿Qué va a impulsar ese crecimiento?
-La caída de la inflación está ayudando a los salarios reales y el empleo se ha estado recuperando. Con ello, el consumo va a aumentar más que el año pasado. Un tipo de cambio real alto debiera ayudar a las exportaciones, y la inversión va a tener algún avance.
Esta semana, Zahler también dijo que existían condiciones para la recuperación de la inversión y mencionó el tipo de cambio, tasa de interés, salarios, expectativas de actividad y consumo, y un bajo riesgo país. ¿Hay algo que pueda seguir lastrando la inversión?
-Hay un problema grande todavía en un sector muy crucial para el empleo y la inversión, que es la construcción. Para ello es importante acelerar las concesiones y destrancar los proyectos grandes de la minería, afectados sobre todo por la permisología. A mi juicio, esa permisología, que en muchos casos termina siendo inseguridad jurídica, es hoy la amenaza más grande en Chile para los proyectos de inversión. El costo es muy grande. O sea, se siguen las reglas, después de un largo periodo se obtienen todos los permisos, pero llega un grupo que se opone, se judicializa y el proyecto se paraliza.
Y en las reformas estructurales que impulsa el gobierno, ¿qué viabilidad le ve al pacto fiscal?
-Me parece correcto hacer un esfuerzo grande para atacar la evasión y elusión de impuestos. Ese es un ámbito más técnico y se trata de una cosa de equidad también: que dos personas que hacen lo mismo paguen los mismos impuestos. Sobre el aumento del impuesto a la renta, es una discusión política, donde lo que digo es que con respecto a los impuestos corporativos no podemos quedar demasiado desajustados de la Ocde, porque los capitales son móviles. Hoy el impuesto corporativo lo tenemos por encima de la Ocde y estamos compitiendo con otros países. Y otra cosa que tenemos que enfrentar en algún momento es ampliar la base. Se puede hacer muy de a poquitito y eso va a ayudar a formalizar también.
En el gobierno se cierran a eso, porque dicen que no corresponde cobrarle impuestos a la gente de menores recursos, cuando el Estado todavía no les da servicios suficientes y de calidad…
-Pero, entonces, que el Estado se haga cargo de mejorar sus servicios. Mucho es gestión, no solo más recursos. Y se puede avanzar en paralelo incorporando un pequeño impuesto a partir de un ingreso más bajo que hoy y mejorando las prestaciones. Por último, lo que no debe olvidar el gobierno es que no hay nada que recaude más que crecer.
Y en la reforma de pensiones, ¿cuál le parece la fórmula razonable para avanzar?
-Gran parte del problema de pensiones de los quintiles bajos se resolvió con la PGU, el problema hoy son las bajas pensiones de la clase media. Si se quiere aumentar la solidaridad con ese grupo, lo mejor es hacerlo con impuestos generales y no al trabajo. En cuanto al 6% de cotización extra, creo que al menos un 4% tiene que ir a capitalización individual, si no, algo más. Pero, además, de nuevo, nadie le quiere poner el cascabel al gato subiendo la edad de jubilación, y hay que hacerlo. Puede ser a ritmo de medio año por año, como lo han hecho otros países.
En Francia eso le costó a Macron protestas muy duras el año pasado.
-Sí, claro, así son los problemas políticos. Pero hay que enfrentarlos y resolverlos.
¿En qué debiera enfocarse el gobierno en los dos años que le quedan?
-Yo pondría mucha urgencia en resolver el tema de la permisología y atacar los problemas que hemos tenido en educación por la pandemia y otros factores que se arrastran por mucho tiempo. Es esencial ahí mejorar la gestión, porque para elevar el crecimiento de mediano plazo del país, el camino es capital humano, capital humano y capital humano. También me preocupa mucho la pérdida de bienestar de los chilenos por la inseguridad y el crimen organizado que nos está inundando. Ese cáncer hay que controlarlo antes de que sea tarde. Además, hay que hacer un esfuerzo por disminuir las colas y tiempos de espera en salud. Y, finalmente, dejar el país ordenado en la macro. Eso es imprescindible, porque los países se destruyen por las crisis macro.
¿Estamos mejor que hace dos años, como dijo Boric?: “Pregúntenle a la gente”
¿Chile está mejor hoy que hace 2 años, cuando asumió el actual gobierno, como dijo el Presidente Boric?
-Primero, la inflación ha ido bajando. Pero eso es principalmente por el buen trabajo del Banco Central, que se lo hicieron casi imposible en un momento con los retiros y todo lo que aprobaba el Parlamento. En ese instante, el ministro de Hacienda, como presidente del Banco Central, explicó en el Congreso las consecuencias más probables, pero nadie le hizo caso. Ahora estamos celebrando que el Banco Central puso las cosas en orden, frente a una situación a la cual contribuyeron la irresponsabilidad política chilena y la pandemia.
Pero no hemos hecho nada por retomar el crecimiento. Recién ahora está volviendo a la agenda. Y en términos de bienestar, hemos sufrido mucho por la violencia, la inseguridad y los problemas de salud pública, que golpean con más fuerza a la clase media y a los grupos de menos ingresos. ¿Cuánto de eso es responsabilidad del gobierno y cuánto de otros factores? Eso se lo dejamos a los sociólogos…
Entonces, ¿estamos mejor que hace dos años?
-Pregúntenle a la gente.
Respecto a lo mismo, el economista Klaus Schmidt-Hebbel señaló que los resultados económicos del gobierno de Boric emulan a los de Allende. ¿Comparte ese juicio?
-Por lo menos una cosa no tenemos que hubo bajo Allende, que fue una hiperinflación, un desorden macro brutal. Hoy día ese desorden macro no está, porque el Banco Central ha hecho su trabajo y el ministro de Hacienda ha colaborado con la política fiscal. Y controles de precios e intervenciones de empresas no hay.
En lo que sí tiene razón Klaus es en que los resultados, en términos de crecimiento, son malos. A esto han contribuido la pandemia y el deterioro en el ambiente de inversión. El crecimiento bajo Allende fue muy bueno el 71, pero aceleramos hasta que nos dimos vuelta en el auto. Gastamos como país árabe sentado en un pozo de petróleo, pero estábamos en un pobre país que tenía un poco de cobre nomás.P
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