Vittorio Corbo: “La convención constitucional tendrá que trabajar mucho para que tengamos reglas estables que faciliten el progreso”

VITTORIO CORBO
14.11.2019 ENTREVISTA A VITTORIO CORBO PARA NEGOCIOS DOMINGO DE LA TERCERA, REALIZADA EN SU OFICINA EN SECTOR DE EL GOLF FOTOS: PATRICIO FUENTES Y./ LA TERCERA14.11.2019 ENTREVISTA A VITTORIO CORBO PARA NEGOCIOS DOMINGO DE LA TERCERA, REALIZADA EN SU OFICINA EN SECTOR DE EL GOLF FOTOS: PATRICIO FUENTES Y./ LA TERCERA VITTORIO CORBO LIOI - ECONOMISTA -EXPRESIDENTE - BANCO CENTRAL - RETRATOS

El expresidente del Banco Central afirma que el sector externo ayudará al crecimiento de Chile en 2021. Espera un rebote entre el 5% y el 6,5%, pero descarta que estemos frente a un cambio estructural en el precio del cobre. Su mayor preocupación está en el mediano plazo. No espera grandes proyectos de inversión mientras no se despeje el escenario constitucional y político.


Preocupado por el mediano y largo plazo está el expresidente del Banco Central Vittorio Corbo. Su preocupación se centra en el sistema político y su fragmentación, lo que hace que sea complicado llegar a acuerdos y avanzar en reformas estructurales como educación y pensiones. “En la convención constitucional vamos a tener que trabajar mucho para que como país tengamos reglas que sean estables, porque para eso necesitamos un sistema político que funcione”, alerta. Por ello, su proyección de crecimiento de tendencia, de 2023 hacia delante, se ubica entre el 1,8% y el 2%, lo que es bajo para satisfacer las crecientes demandas sociales.

En el corto plazo, ve un repunte importante este año: proyecta una expansión del PIB entre el 5% y el 6,5%, y entre el 3% y el 4% para 2022. No obstante, no espera grandes proyectos de inversión en el período, hasta que no se “disipe” la neblina del proceso electoral y convencional.

El Banco Central informó que 2020 cerró con una caída del PIB del 5,8%, algo menor a la esperada. ¿Cómo resume el año pasado?

-La economía chilena mostró una gran resiliencia ante los dos golpes que tuvimos: el primero el estallido social, y luego, la pandemia global y su recesión. Ante eso, Chile exhibió una capacidad de sobreponerse que no estaba internalizada. Si miramos dónde estamos en actividad -la actividad medida por el Imacec de enero-, está solo siete décimas del 1% por debajo de su nivel preestallido social (septiembre de 2019). En ese sentido, el país ha mostrado una gran resiliencia y eso tiene que ver con las medidas de mitigación que se implementaron. Nos hubiese gustado que fueran más rápido, claro que sí, pero fueron importantes. También ayudó el uso medio irresponsable del retiro del 10% de los fondos de pensiones, que fue romper el chanchito para pasar este período.

El Banco Central sostuvo que en el cuarto trimestre el consumo creció principalmente por el impulso del retiro del 10%. ¿Cuánto pesaron esos US$ 35 mil millones?

-No hay duda que ayudó y eso explica, en parte, por qué Chile rebotó tan rápido. Una parte viene por la política fiscal y monetaria, y otra porque usamos ahorros previsionales de forma agresiva. Eso es pan para ahora y hambre para mañana, pero no hay duda que ayudó. Ahora, hay que analizarlo, porque algunos lo guardaron como precaución por si la pandemia se extendía. Lo mismo pasó en EE.UU., donde hubo mucha transferencia, pero no se fue a consumo, sino que a ahorro, y por eso ahora hay un riesgo de que en EE.UU. se dispare la inflación. En Canadá lo ahorrado es del 12% del PIB, en EE.UU. es del 8% del PIB, entonces esto puede generar un salto en la inflación.

¿Y ese peligro de mayor inflación a nivel mundial es un riesgo real o es una alerta?

-Es una señal de alerta, porque la inflación ha estado tan baja por tanto tiempo, que los agentes económicos no creen que la inflación se vaya a ir muy arriba, habrá un aumento transitorio. En Chile vamos a tener un salto de corto plazo, lo vamos a ver en abril, mayo, junio y luego iremos bajando hacia el 3%.

Los economistas elevaron sus perspectivas para 2021 tras conocerse mejores cifras del cierre del año pasado, y algunos ven una expansión del PIB de hasta 7%. ¿Hay razones más estructurales para pensar en un mayor crecimiento este año?

-Si el Imacec de enero se mantiene constante todo el año, es decir, hay un crecimiento nulo mes contra mes este año, la economía crece el 7,7% en 2021. Entonces, si bien no podemos cantar victoria, crecer entre el 5% y el 6,5% es algo factible. Esto incluye algunos meses con crecimiento negativo. Eso negativo será ahora en este primer trimestre por los confinamientos.

¿El retroceso en el plan Paso a Paso y las mayores restricciones no enfrían esas expectativas? ¿Cuánto pueden afectar la recuperación?

-Un confinamiento duro en marzo y abril afectará la actividad, pero veo que esto será esos meses. Además, muchas actividades económicas han aprendido a vivir con la pandemia.

¿El sector externo será un factor positivo para este año?

-Los países que se están recuperando más rápido hoy día son China y EE.UU., y ambos mercados son importantes para nosotros. Además, su recuperación ayuda al mundo, porque cuando sube el agua suben todos los botes. Por eso las perspectivas para la economía global se han ido ajustando al alza. Hace poco, en enero, el FMI proyectaba que el mundo iba a crecer un 5,5%, y el Banco Mundial esperaba un 4%. Ahora se proyecta una expansión en torno al 6% y otros más optimistas, como JP Morgan, un 7%. Es un cambio notable.

En este contexto, el precio del cobre ha experimentado un fuerte incremento e incluso Hacienda está evaluando llamar al comité de expertos para ver si hay un cambio estructural. ¿Ud. cree que hay un superciclo?

-Lo que ha pasado en el mercado del cobre y de todos los metales es que el importante rebote en la demanda global de bienes no lo esperaba nadie, lo que ha generado escasez de metales y, en particular, de cobre. Como ejemplo, la demanda por autos y autos eléctricos subió fuertemente a nivel mundial, porque nadie quiere usar el transporte público y esa producción usa mucho cobre. No hay que ser golosos. Hay proyectos en camino y este salto en la demanda de bienes es transitorio. Cuando se tranquilice el virus, la gente va a cambiar su consumo y se irá con fuerza a los servicios. La actividad se trasladará a hoteles, restaurantes, espectáculos y turismo. Los países que piensan que cuando el precio sube es permanente y cuando baja, es transitorio, son los que terminan en crisis frecuentes. Así fuimos muchas veces nosotros. Cuando subía el precio del cobre, les subíamos el sueldo a los empleados públicos, y cuando bajaba, salíamos con el platillo a pedirle plata al FMI. Argentina hasta el día de hoy lo está haciendo así con el manejo de las fluctuaciones en los precios de sus exportaciones agroindustriales y ahí están las consecuencias.

¿No hay que entusiasmarse entonces con el precio del cobre?

-Hay que ser cauto. No veo un cambio estructural.

Pero el mayor precio efectivo este año sí le generará más ingresos al fisco. ¿Esos mayores recursos hay que gastarlos o ahorrarlos?

-Un ajuste en el corto plazo se puede hacer, considerando que estos confinamientos son transitorios. Ya vemos la luz al final del túnel, tenemos que ayudar a la gente a pasar estos últimos charcos para llegar al otro lado del río. Esto requerirá más programas de estímulos y eso puede hacer que transitoriamente se deba gastar un poco más, pero no es para tomarlo como algo más permanente. Los meses más difíciles que quedan son los próximos dos a tres. En junio y julio ya estaremos bien encaminados.

Desde el empresariado han planteado la idea de fijar una especie de invariabilidad jurídica para darle certeza a la inversión durante el período en que se redacte la nueva Constitución. ¿Es necesario y viable algo así?

-La inversión ha estado aumentando en el margen. Si se miran las importaciones de bienes de capital y la inversión en construcción, estas han empezado a mejorar porque las empresas se han adaptado para convivir con el virus y por las mejores expectativas empresariales. Pero no me haría ilusiones de poder avanzar en invariabilidad jurídica. Además, tenemos un proceso constitucional y una fragmentación política que lleva a discusiones en el Congreso que ponen nervioso a cualquier empresario: un día es un impuesto a la riqueza, otro día a la minería, mañana será a los chicles y después no sé a qué otra cosa. Se tendrá que trabajar mucho para tener un horizonte de inversión de mediano plazo que le permita al país poder seguir progresando y así poder responder a las demandas de la población. La convención constitucional va a tener que trabajar mucho para que, como país, tengamos reglas que sean estables y que faciliten el progreso. Para eso necesitamos un sistema político que funcione. En lo económico tenemos muchas instituciones que funcionan bien, entonces espero que los constituyentes se concentren en cómo crear un sistema político y de gobierno que funcione.

¿Cómo se aspectan los proyectos de inversión de largo plazo durante los próximos dos a tres años?

-Habrá algunos en la minería, porque tuvimos precios inusualmente bajos por mucho tiempo, los que se han recuperado con fuerza en los últimos meses. Si los proyectos se evalúan con un precio del cobre entre US$ 3 y US$ 4,2 la libra, se justifican, y me cuesta pensar que finalmente cambie mucho el escenario para la minería, dado que ésta es una industria muy competitiva globalmente. En el resto de los sectores, no veo grandes iniciativas nuevas mientras no se despeje el escenario constitucional y político. La gente quiere empezar a ver que se despeje la neblina antes de aterrizar en este aeropuerto, y hay mucha neblina ahora. Lo que sí, el que está bajo la neblina seguirá trabajando, pero el que viene bajando será más cuidadoso, porque no sabe si habrá un aeropuerto abajo.

¿Y esa neblina se disipará en algún momento?

-Puede que lo que veamos sea algo que no nos guste y nos vayamos a otra parte, pero al menos se disipará y sabremos cuál es el horizonte.

El escenario de recuperación pospandemia se terminará cruzando con todos los procesos electorales que se avecinan. ¿Cuánto puede afectarse la reactivación?

-Nuestro sistema político tiene un problema, y es que es muy difícil gobernar. Estamos muy fragmentados, llenos de partidos, necesitamos tener un sistema político que facilite el desarrollo de un grupo más reducido de partidos y así poder gobernar, con 30 partidos es imposible llegar a acuerdo. Una familia con 30 hijos, donde todos opinan, no avanza a ninguna parte, salvo que el papá se ponga duro, pero nosotros queremos una democracia y no una dictadura.

¿Y los hechos de violencia que persisten también pueden empañar el crecimiento?

-Hay sectores que van a seguir golpeados porque la violencia es mucho más endémica. El virus se va a ir yendo, la recuperación mundial ayuda, pero la violencia pareciera que se va a quedar por más tiempo en Chile. Yo pensé que sería transitoria y que se había canalizado bien con el acuerdo de noviembre de 2019 del proceso constitucional, pero no ha ido cediendo. Tengo esperanza de que se canalice ahora con el proceso constitucional negociado, pero hasta ahora no ha sido así.

¿Ese es el principal riesgo interno para este año?

-En lo interno, lo que me preocupa es el mediano plazo, porque no hay duda que vamos a tener un rebote grande este año. La recuperación se sentirá con fuerza en el segundo semestre y por ello el viento de cola servirá para 2022. Me preocupa lo que pasará desde 2023 en adelante. Algunos optimistas creen que la tendencia es del 2,5%, pero mi proyección está más cerca del 1,8% y del 2% de crecimiento de mediano plazo. Eso es malo para nosotros.

¿Cómo se logra elevar el crecimiento tendencial?

-No hay una bala de plata. Se tiene que crear un sistema político en el cual se haga más fácil poder llegar a acuerdos que permitan avanzar en reformas que promuevan la inversión y los aumentos de productividad, pero eso hay que negociarlo y es muy difícil hacerlo con un Congreso tan fragmentado. El trabajo duro de la convención es el sistema político. Si salimos con un sistema político que sea más representativo, que no sea tan fragmentado, será mucho más fácil avanzar en las reformas que permitan acelerar el crecimiento y mejorar el bienestar de la población. Ahora, si salimos de nuevo con un sistema político donde hay un partido político en cada casa, no vamos avanzar a ninguna parte.

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