Raúl Castro: el pragmático líder que abrió las puertas del cambio en Cuba
En abril, el hermano de Fidel cederá la presidencia que asumió formalmente hace diez años, dejando como legado una economía cubana más abierta al mundo, pero también varias tareas pendientes.
Mañana Raúl Castro celebrará su décimo aniversario en la presidencia formal de Cuba, a la que llegó de manera interina en 2006, convencido de que "los frijoles son tanto o más importantes que los cañones".
La célebre frase, que pronunció durante el llamado "período especial", en medio de la crisis económica suscitada por la caída de la Unión Soviética, quedó plasmada rápidamente en las políticas que implementó Raúl, que sucedía a su hermano Fidel con un objetivo claro: dar dinamismo a la economía para poder cumplir con los cubanos y ofrecerles una mejor calidad de vida.
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Con su característico pragmatismo, celebrado por sus pares durante la revolución, apenas asumió el mando eliminó una serie de prohibiciones para los cubanos, en materia de viajes y propiedad privada, que a esa altura resultaban absurdas y rigidizaban la economía. Ese sería el punto de partida para una serie de transformaciones que experimentaría la isla bajo su administración.
"Los primeros años de gobierno de Raúl generaron muchas expectativas positivas dentro de la población cubana. Era un discurso que hablaba de un cambio de mentalidad y de romper prejuicios en todas las dinámicas internas del gobierno", sostiene a PULSO Harold Cárdenas Lema, analista político de la cubano. "Nosotros nos sentimos más identificados con un país que cambia y con una dirigencia del país que quiera transformaciones", agregó.
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A diferencia de Fidel
Para iniciar esta nueva etapa, Raúl desarrolló un estilo de gobierno que se diferencia claramente con el de su hermano mayor. "Ha cambiado la relación entre gobernantes y gobernados, que ya no está centrada en un paradigma extraordinario de ser parte de una revolución mundial y de ser seguidores de una figura excepcional como Fidel, sino que se centra en temas más terrenales, como la promoción de una sociedad próspera y sustentable", explica Arturo Lopez Levy, autor del libro "Raúl Castro y la Nueva Cuba: una visión de primer plano del cambio".
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En términos concretos, eso se reflejó en un protagonismo de las instituciones por sobre las personalidades a la hora de tomar decisiones, y con canales mejor establecidos en la promoción de liderazgos.
Luis Battista, licenciado en Derecho de la Universidad de La Habana y en Relaciones Internacionales en la Florida International University, afirma que "Raúl Castro, desde un inicio dijo que no iba a durar más de dos mandatos. Esto deja muy claro la visión que tiene de un gobierno basado en las instituciones". El cambio tendrá lugar en abril de este año, con Miguel Diaz Canel con las mayores opciones de sucederlo.
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Gracias a este estilo, Raúl consiguió encausar a la isla a una etapa de cambios, resistiendo las presiones de las fuerzas conservadoras al interior del Partido Comunista de Cuba. "El gobierno de Raúl promovió mucho la inversión extranjera y nuevas formas de propiedad dentro del país y de organización económica", asegura Cárdenas Lema.
De hecho, el gobierno cubano definió que el país requiere una inversión extranjera anual de US$2.500 millones y cifró en 80 el número de proyectos que en 2018 esperan la participación de inversionistas foráneos. En turismo, también indicaron que esperan recibir cinco millones de visitantes este año, 4,6% más que en el año anterior.
Piedras de tope
Sin embargo, las metas no se han alcanzado del todo. "Falta que la reforma económica comience a producir una economía estable, con un crecimiento capaz de hacerle frente a las demandas del país", indica Arturo López Levy, también académico de la Universidad de Texas Valle del Río Grande.
Avanzar hacia sus objetivos no ha sido fácil para Raúl, tanto por los obstáculos internos como externos. En este último caso, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca representa un golpe certero a los inmensos esfuerzos realizados por el Presidente cubano por acercarse a EEUU, los que sí rindieron frutos con Barack Obama en el poder.
Battista asegura que "desde el principio él fue muy enfático en lograr un diálogo con el gobierno estadounidense. Estaba dispuesto a hablar de cualquier tema, incluyendo a los derechos humanos de lado y lado, con la única condición de que no interfirieran en la soberanía cubana". En ese contexto se reabrieron las embajadas, se permitieron más viajes entre ambos países, las empresas norteamericanas comenzaron a mirar con más atención la isla y Obama la visitó en 2016. "Él sigue interesado en mantener relaciones con EEUU, pero la administración de Trump entorpece el buen cauce de las relaciones", añade Battista.
Las consecuencias del distanciamiento con Washington también frenan las perspectivas económicas de la isla. Es más, Harold Cárdenas Lema relata que en cuanto se enteró del triunfo del republicano en EEUU decidió postular para hacer su Master en Relaciones Internacionales en desarrollo económico y político en Columbia, donde se encuentra temporalmente. "Mis amigos y familiares en Cuba sienten que su vida quedó pospuesta por lo menos por 4 años", comenta, mientras responsabiliza al embargo de la falta de dinamismo económico, así como de una desaceleración en las transformaciones de la isla.
"En Cuba, mientras más hostil es la política de EEUU, más a la defensiva se pone el país y más se postergan los cambios internos, algo contrario a lo que plantea el discurso del gobierno de EEUU. Ellos dicen que el bloqueo es para lograr cambios en Cuba cuando en realidad los retrasa", indicó el académico cubano.
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