Amaya Alvez (RD), constituyente electa por Concepción: “No estoy de acuerdo con que me digan: hay que sesionar en un palacio de Santiago”
Sobre los recursos y la infraestructura dispuesta para que la Convención Constitucional funcione en la capital, la doctora en Derecho y abogada constitucionalista agrega: "Que la Segpres se haya gastado recursos es parte del problema y ellos tendrán que dar las explicaciones. Me parece mucho más lógico, atendiendo la pandemia, una Convención telemática".
18.459 votos. Eso fue lo que le permitió a la doctora en Derecho y abogada constitucionalista, Amaya Alvez (RD), a quedarse con la primera mayoría en la elección del pasado 15 y 16 de mayo en el distrito 20, uno que comprende 11 comunas -como Concepción y Talcahuano- de la región del Biobío.
En una primera instancia, Alvez, que también es académica de la Universidad de Concepción, rechazó las peticiones de la dirigencia regional de RD -partido en el que milita desde 2017- para que fuera candidata a la Convención. Sin embargo, con el paso de las semanas se fue convenciendo y finalmente aceptó.
En esta entrevista, entrega su postura sobre las primeras discusiones que tendrá que enfrentar la Convención: el reglamento, cómo debe ser la mesa que estará compuesta por la presidencia y vicepresidencia y si se debe sesionar exclusivamente en Santiago. Sobre esto último agrega que ya lo ha hablado con otros constituyentes electos. “Es el sentido común de los convencionales de las regiones y que somos la enorme mayoría”, agrega.
Da la impresión que la Convención se enfrenta a grandes desafíos logísticos antes de iniciar su discusión de fondo y su propósito central que es redactar la nueva Constitución. Debe definir un reglamento donde no se sabe cuántos acuerdos habrá, debe asignar potestades al presidente o presidenta, al vicepresidente, etc. Y también garantizar participación ciudadana, ¿cómo se logra eso?
Efectivamente es un proceso único, no hemos tenido un órgano convencional de estas características, tan abierto, paritario, inclusivo. En la historia reciente de Chile no ha habido procesos constituyentes democráticos y siempre han sido procesos de elites. Y por lo tanto, éste tiene estas particularidades que lo hacen un poco más difícil. Estoy conciente que será un proceso de deliberación necesario pero creo que se puede lograr un éxito. He visto un trabajo previo de distintas organizaciones, la gente está pensando en el reglamento y hay muchas propuestas. No es que no haya insumos pero hay que ordenar los que hay.
¿Y cómo cree que se deben ordenar?
Es necesario estructurar una especie de espectro de opciones y así será más fácil avanzar en la deliberación de la Convención. Si sabemos cuáles son las alternativas posibles y cuál es el espectro que tenemos en cada una de las materias que son necesarias para el reglamento, avanzaremos.
Hay muchos constituyentes que no han querido definir alguna de estas posturas porque, según dicen, no se les puede pautear y eso se verá cuando partan las sesiones...
Entiendo esta idea de que la Convención Constitucional es una expresión del poder constituyente originario, que no tiene referente previo y que debiese tener un peso republicano. Pero evidentemente para llegar a la toma de decisiones uno debería agradecer el trabajo previo. Hay personas que están interesadas en estas temáticas y han reflexionado sobre ellas y tienen un interés público. No son grupos de interés que se van a ver beneficiados por las opciones en un sentido u otro. Uno debería aceptar esto como insumos para el debate, nadie nos puede pautear pero hay que tener el espectro de opciones claro.
¿Y cómo cree que se debe dar la discusión en la Convención? Hay propuestas para que no se repliquen las mismas lógicas que tiene el Congreso actualmente...
Tenemos que arrancar de una lógica parlamentaria. Y más todavía de cómo funciona nuestro parlamento. Este es un momento ciudadano y republicano. Aquí tenemos que ir a representar la diversidad de Chile y por tanto yo no me siento parte de ninguna bancada. De hecho, me niego hasta a usar la palabra. Habremos participado como parte de una lista pero ahí habían dirigentes sociales, académicos, mucha diversidad. No nos podemos encerrar en bancadas, clubes o grupos.
Usted ha dicho que no está cerrado que la Convención sesione exclusivamente en Santiago. Con un Palacio Pereira ya acondicionado para esto y con la remodelación del exCongreso en curso, ¿cómo espera que se realice eso?
El cómo vamos a trabajar y dónde forma parte del reglamento de la Convención. Lo que ocurre es que el gobierno decidió que la Segpres, a través de la unidad que crearon que se llama Secretaría Administrativa de la Convención Constitucional, ha ido tomando decisiones. Mi impresión es que obviamente esas decisiones no había como consultarlas porque no habían constituyentes electos pero habría que ser delicado en el vínculo con el Poder Ejecutivo porque me parece que la Convención debe tener cierta autonomía para tomar decisiones. Personalmente, viniendo de una región y pensando que el centralismo de Chile es nocivo porque crea asimetrías. No estoy de acuerdo con que me digan: hay que sesionar en un palacio de Santiago. Lo siento, pero no.
¿Y cómo cree entonces que se debería sesionar?
Tendremos que conversarlo. Que la Segpres se haya gastado recursos es parte del problema y ellos tendrán que dar las explicaciones. Me parece mucho más lógico, atendiendo la pandemia, una Convención telemática. Podríamos tener reuniones mensuales en los distintos territorios de Chile, eso sería muy simbólico, una Convención itinerante. No tengo ninguna necesidad de juntarme en un Palacio, me parece incluso un poco anacrónico. Preferiría que nos juntáramos en una sede social, en un gimnasio o al aire libre porque en términos sanitarios sería más seguro. Las reuniones por comisiones probablemente tengan que ser telemáticas.
¿Eso podría condicionar el diálogo?
Hay que ver. El otro día hablaba con una convencional que es de Puerto Aysén y decía que no sabía si podía ir a Santiago. Las mujeres tenemos labores de cuidado muy importantes, entonces esta lógica de un palacio, en Santiago, es parte de esa vieja política que todo pasa en la capital, que las elites deciden por nosotros. Entonces no estoy de acuerdo con que sea así pero tendremos que conversarlo y votarlo finalmente.
¿Lo ha podido hablar con otros convencionales?
Sí, mucho. Es el sentido común de los convencionales que somos de las regiones y que somos la enorme mayoría.
¿Cuáles cree que deben ser las funciones de la Presidenta o Presidente de la Convención?
Hay una propuesta de Rumbo Colectivo que es interesante porque habla de una mesa directiva que se elige por una mayoría absoluta de los miembros en ejercicio y que tiene que tener varios delegados. Me parece interesante que se cuiden criterios de paridad, que existan representantes de pueblos originarios y con respecto a las funciones me parece que debe ser una función de coordinación de forma y fondo. Por ejemplo, debe existir una comisión que va a armonizar y a revisar el texto y debe estar coordinada con esta mesa directiva, también ver las reclamaciones que podrían haber ante la Corte Suprema, ver todo lo que tenga que ver con comisiones de ética, etc.
¿Y le gustaría ser la presidenta de la Convención?
No lo he pensado en profundidad. Me he dedicado a relevar el carácter colectivo de los distintos órganos. Y cuando me lo han preguntado, he dicho las características que debe tener esta mesa y que debe incluir a quienes han sido tradicionalmente excluidos. He puesto mi vida académica en pausa porque esta labor es muy importante y voy a hacer todo lo necesario para que salga bien.
“Nadie puede llegar a la Convención con un conocimiento pétreo, con unas maneras dogmáticas o a separar el mundo en buenos y malos”
En los días siguientes a la elección, que benefició a sectores opositores en su mayoría, algunos constituyentes señalaron que no se iba a conversar con algunos sectores ya que la derecha no alcanzó el tercio que se esperaba. ¿Cree lo mismo?
Uno tiene que hablar con todos y todas. Ese es el sentido de este proceso. Me parece que de alguna forma vamos a estar cumpliendo una labor republicana, una labor democrática de legitimación del pacto social. Por eso, es un deber estar abierta al diálogo. Y lo más importante: una debe estar abierta, mediante buenos argumentos, a reconocer las debilidades del propio argumento o a ser persuadido en un aspecto que estime correcto. Nadie puede llegar a la Convención con un conocimiento pétreo, con unas maneras dogmáticas o a separar el mundo en buenos y malos. A mi eso no me acomoda, tal vez tiene que ver con el hecho de estar siempre en la academia. Uno siempre tiene que estar abierto a que alguien que lee un paper o en un arbitraje, te diga: te equivocaste acá, este dato duro no está actualizado, etc. Esa es la forma en que vamos a tener hacer para tener un trabajo significativo.
¿Se refiere a algunas posturas como la del constituyente electo Daniel Stingo?
He estado en varias reuniones con él, compartimos lista en Apruebo Dignidad y me pareció una persona dialogante. No sé si era un mal día o si lo sacaron de contexto. No creo que sea una persona dogmática, de hecho, me pareció una persona dialogante e incluso divertida, como el desordenado del curso, el que manda memes y chistes.
¿Está por una Constitución con amplios principios y que el detalle quede en manos del legislador o por una Carta Magna que especifique varias de esas normas?
Me cuesta ver todo tan binario. No estoy muy de acuerdo con esas clasificaciones de si será una Constitución maximalista o minimalista. Creo que la nueva Constitución debe abordar con la suficiente profundidad dos grandes ámbitos: el catálogo de derechos fundamentales porque una buena parte de las demandas manifestadas después del 18 de octubre es una reforma profunda a ese catálogo, principalmente por su debilidad en materia de derechos sociales. Nuestro actual catálogo da primacía al orden público económico, a los derechos que tienen que ver con el libre emprendimiento económico, con el derecho de propiedad individual privada. Ese acento ha ido acompañada de una mirada muy limitada y débil de derechos sociales.
¿Y qué nivel de profundidad debe tener el catálogo de derechos sociales, por ejemplo?
Toda la que sea necesaria para dar una respuesta adecuada a esa demanda ciudadana evidente de actualización del catálogo de derechos fundamentales. Este catálogo actualmente tiene 26 numerales, de los cuales 25 son derechos. En mi curso de derechos fundamentales, yo paso a mis alumnos 48 derechos fundamentales. Entonces hay una diferencia muy grande entre lo que tenemos hoy y lo que está en el derecho internacional de los DD.HH, ratificado y vigente en Chile. Lo otro que debemos atender es la llamada “sala de máquinas” de la Constitución, o sea, cómo se distribuye el poder.
Y en ese sentido, ¿por qué régimen político se inclina?
Estoy en contra de un régimen hiperpresidencialista como lo tenemos hoy. El régimen parlamentario me parece interesante pero no creo que estemos preparados para eso. Nuestros partidos políticos no son muy disciplinados, entonces sería un desorden, por decirlo de una manera. Creo que debemos avanzar a un híbrido, dejando el sistema presidencial para ir camino a un régimen parlamentario. Los que muestran más índices de democratización son los regímenes parlamentarios. Solo me hace ruido la disciplina de nuestros partidos políticos y la fuerza de las coaliciones es aún muy débil.
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