Andrés Allamand, senador RN: "No veo ninguna razón para un cambio de gabinete"

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El senador tiene una nueva causa: convencer a su sector de que sí tiene relato que ofrecer. Aquí, Allamand defiende el estilo del Presidente Piñera; señala que el éxito de Marcela Cubillos es que ha logrado conectar con la clase media. Y de cara a la presidencial señala: "A Lavín le falta narrativa"


Hay una categoría en el mundo del poder: son aquellos que tienen el sello de "animal político". Probablemente, Andrés Allamand sea un ícono de esa estirpe. Un hombre que a sus 63 años piensa, suda y sueña en código político. Solo una larga travesía por el desierto lo mantuvo fuera por algunos años, pero desde su juventud, la política es como el viento que respira.

Él dice que ya decidió dejar el Senado. No irá a la reelección. Para ese entonces, Allamand tendrá 65 años y tiene claro que "reinventarse" no es una opción. Entonces, ¿qué opciones quedan? El mundo académico, ser parte de un eventual segundo gobierno de la centroderecha o jugarse una vez más la carta de candidato presidencial.

En este segundo año, el gobierno ha bajado en las encuestas. ¿Falta un relato? ¿El relato es difuso?

Sí hay un relato. Nunca antes la centroderecha había contado con una narrativa política tan potente como ahora, solo debe articularse y difundirse adecuadamente.

¿Diría que es nítido el sello del gobierno? ¿Es el de "Tiempos Mejores, "Chile en Marcha", "Clase Media Protegida"?

Son las tres cosas al mismo tiempo y responden a distintas etapas. Pero hoy, en el mediano plazo, el gran proyecto de la centroderecha es el empoderamiento de la clase media, entendida como el gran actor social de nuestro tiempo.

La encuesta Criteria dice que un sector de la clase media siente que se está solo "gobernando para unos pocos". ¿No los distancia de las capas medias?

A los gobiernos de centroderecha se les critica, supuestamente, por tener una mirada proempresarial. Yo creo que, en todo caso, la afinidad que existe entre este gobierno y la clase media es extraordinariamente intensa.

¿Cómo lo establece?

La gran revolución del Chile moderno es precisamente la irrupción de la clase media como un actor protagónico. Y así como en el siglo pasado la cuestión social fue la irrupción de las clases populares, la cuestión social contemporánea es la irrupción de esas capas emergentes.

Me refiero a que nadie puede decir hoy que la clase media es de derecha o de izquierda…

Es que ahí hay un punto. La izquierda, a partir del gobierno de la Nueva Mayoría, generó un divorcio cultural, un choque brutal con las aspiraciones de la clase media. Por ejemplo, ese sector no entiende que a la hora de matricular a sus niños en el colegio, el mérito y la disciplina no tengan importancia. No entiende que su ahorro previsional deba ir a un fondo común que nadie sabe quién lo va a manejar. Es evidente que los valores de esa clase media se identifican mucho más con los postulados de la centroderecha.

Es la misma clase media que ha votado por Bachelet-Piñera-Bachelet-Piñera. O sea, no es territorio de nadie.

Por supuesto, pero la cuestión de fondo es identificar la simetría que tienen con los valores de la centroderecha. Y ese es el desafío más importante. Debemos ser particularmente receptivos a sus anhelos y valores. En esa empatía descansa la clave de nuestro futuro éxito político.

¿Diría que el gobierno está aprovechando esa oportunidad?

Yo creo que sí. El concepto de clase media protegida apunta claramente en ese sentido.

La clase media protegida fue tema de campaña. ¿Ha logrado tomar cuerpo?

Uno podría sostener que el mensaje no es lo suficientemente intenso, pero no hay duda de que es una preocupación central del gobierno. Entonces, cuando se dice que no hay relato, no puedo estar más en desacuerdo. Pocas veces hemos tenido un relato tan nítido: representar los anhelos de la clase media. Ahí está el corazón del proyecto de la centroderecha.

El estilo Piñera

¿El gobierno perdió el control de la agenda? Se sostiene que está zigzagueante, que pasa de los medidores inteligentes al control de identidad…

Lo veo de otra manera. Una de las características del liderazgo del Presidente Piñera es su vocación por generar una política, como quien dice, de amplia cobertura.

Para usted, ¿son injustas las críticas al protagonismo del Presidente?

Es que, a ver… Cuando se le critica a Piñera por su voluntad de estar encima de los temas del país, es una crítica sin fundamento. Eso es parte de su forma de ser. Todo el mundo sabe cuál es el estilo de liderazgo de Piñera. La gente lo conoce, ha votado dos veces por él. Nadie pretende que Piñera pueda cambiar.

Políticamente, ¿no es un error eclipsar a su equipo político? Tomar la vocería de todos los temas…

El comité político funciona muy afiatadamente, tanto con el Presidente como entre ellos. Dicho de otro modo, el equipo político juega de memoria.

¿El Presidente no necesita contrapesos internos?

Eso no me preocupa. Piñera tiene un estilo de gobierno que no funciona con la lógica de los contrapesos internos. Su estilo, su liderazgo, es extraordinariamente fuerte. En consecuencia, el equipo político tiene que ajustarse al Presidente y no al revés.

¿Aunque su protagonismo pueda anular a su equipo?

No creo que el protagonismo del Presidente perjudique al equipo político. Simplemente, es la forma en que Piñera ejerce el poder y lo ha ejercido siempre.

La advertencia de los partidos es que es un riesgo…

Desde que yo conozco a Sebastián Piñera -y lo he visto actuando como Presidente y como parlamentario- se le ha criticado por una supuesta sobreexposición. Pero ese ha sido su sello y va a seguir siéndolo. Por lo tanto, todo el mundo tiene que tomar nota de que vamos a tener un Presidente 100% involucrado en todos los temas. Vamos a tener un Presidente que no duda en ir a Cúcuta a entregar ayuda humanitaria y que no tiene ningún inconveniente en ir a los matinales de televisión para hablar de lo humano y lo divino. Esa es su forma de ser. No va a cambiar.

¿Diría que Piñera está en la mejor versión de sí mismo?

Yo veo un Presidente aplomado… Cada día que pasa, lo veo más como un hombre de Estado que está comprometido consigo mismo en dejar un legado importante para el país.

El rol de Marcela

¿Será necesario cambio de gabinete?

No veo ninguna razón para impulsar un cambio de gabinete. Personalmente, no comparto las críticas que se formulan al equipo político. Como te decía: funcionan sintonizados con un tipo de liderazgo. No veo, tampoco, a nivel de los ministerios, que existan razones para andar propiciando cambios por aquí y por allá. Veo sólido al gabinete.

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El Presidente Sebastián Piñera junto a la Ministra de Educación, Marcela Cubillos. |

FOTO:CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO[/caption]

Hay un foco sobre la figura de Marcela Cubillos en Educación. Se dice que ha sido un acierto para el gobierno. Incluso, se rumorea que podría levantarse como carta presidencial…

A ver… Aunque venga muy de cerca, yo me sumo y formo parte de quienes ven una gestión muy adecuada, muy inteligente y de mucha proyección en lo que está haciendo la Marcela. Por lo tanto, no hay duda de que es razonable que reciba la adhesión que está recibiendo. Ahora, yo creo que también es muy importante darse cuenta por qué ocurre eso.

¿Por qué cree usted?

Porque lo que ha hecho la Marcela es sintonizar con valores muy profundos de la ciudadanía. Cuando se planteó el tema de Aula Segura, que generó una tremenda oposición en la izquierda, la gente veía a una ministra jugada por el respeto y disciplina al interior de los colegios. Eso es muy apreciado por la gente. Y cuando ahora la ven jugada por Admisión Justa, entienden que eso es volver a integrar el valor del esfuerzo personal, del mérito. Entonces, lo que ella ha hecho extraordinariamente bien es que ha sintonizado con valores profundos que existen en la clase media.

Cuando dice: "Yo también me sumo a esas voces", ¿quiere decir que también cree que ella podría ser una buena carta presidencial?

Bueno, queda tanto tiempo por delante, pero yo me siento muy contento, muy orgulloso de lo bien que lo está haciendo. Ahora, si eso se podrá o no perfilar en una proyección presidencial, es un tema por el cual todavía va a pasar mucha agua bajo el puente.

Sería interesante para la derecha tener una mujer candidata, ¿no?

A ver, yo creo que hay una cantidad de mujeres muy significativas y valiosas instaladas en la política. Jacqueline van Rysselberghe es presidenta de la UDI en un esquema distinto. Está el caso de Cathy Barriga, que muchas personas la ven también con proyección a partir de la gestión que ha realizado en una comuna particularmente difícil como es Maipú. De manera que yo creo que el tema de los liderazgos femeninos está muy bien asumido en la centroderecha.

¿Y usted está pensando ser candidato de nuevo?

Lo he dicho en todos los tonos. En este minuto, uno es un nombre más en una gran lista de candidatos. Por ahora, estoy muy tranquilo y contento apoyando al gobierno desde el Senado. Trato de ser uno de los colaboradores más eficaces. El tema presidencial hay que mirarlo sin apuro.

Lavín avanza fuerte. ¿Cuál será su habilidad para captar la pulsión de la gente?

Tiene una habilidad significativamente mayor que el resto. Su gran mérito es que logra sintonizar con preocupaciones concretas de las personas. A Lavín no se le ve en grandes causas, en grandes cruzadas. No tiene una especie de cosmovisión.

¿A Lavín le falta una narrativa?

Efectivamente, y aquí vienen las distintas habilidades políticas. Las acciones de Lavín tienen la ventaja de que logran conectar y sintonizar con preocupaciones tangibles de las personas, pero adolecen de una narrativa. Sin una explicación que haga sentido, las cosas que se hacen, terminan siendo dispersas, desarticuladas, y se corre el riesgo del denominado "cosismo". Ahora, al otro lado, las narrativas también tienen que aterrizar en respuestas concretas. Eso es verdad.

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