Adiós al brillante Bryant

Kobe Bryant deja la NBA. La actual será la última temporada que juegue el tercer máximo anotador histórico de la liga, alguna vez llamado a suceder a Michael Jordan. El anuncio de retiro no lo pilla en el mejor momento.




Es complicado elegir el momento adecuado para el retiro. Es difícil decidir hacerse a un lado de eso que se considera la razón de la existencia, la forma en que se abrió espacio en el mundo y se obtuvo la retribución del resto. Pasa en el deporte, pero también en casi todas las otras circunstancias de la vida. Muchas veces sucede que el chicle se estira hasta que pierde sabor y elasticidad. Kobe Bryant lo masticó un poco más de lo recomendado. Quiso exprimirle la última esencia, pero alcanzó a darse cuenta que ya no daba para más. A los 37 años, se sentó frente al computador y, literalmente, le escribió su carta de despedida al básquetbol. Después de dos décadas, al final de la actual temporada de la NBA se va, aunque una nominación al equipo olímpico de Río 2016 podría hacerlo ampliar el plazo.

Su presente lo conminó a replantearse. Aquejado por lesiones desde 2013, el sueldo más caro de toda la liga estadounidense (US$ 25 millones) lo intentó una última vez. Creyó que estaba recuperado, listo para volver. Sin embargo, su juego ya no fue el mismo. Sus números se vinieron al piso. Incluso, su estadística de lanzamiento llegó a bajos históricos para la competencia, situándolo como el peor tirador en 64 años. Indigno de él.

Quería demostrar de cualquier forma que seguía siendo el jugador desequilibrante de siempre, el dueño de cinco anillos de campeón, dos medallas de oro olímpicas, dos premios MVP de las finales y quien desde 1996 es el líder de la franquicia más grande de este deporte (con excepción de su época junto a Shaquille O'Neal). Claro que ni sus compañeros lo veían así. Se sentían más cerca del jugador con lesiones a cuestas en el tendón de Aquiles, la rodilla y el hombro, que de la leyenda. Nick Young, un alero con no mucho más historia que ser la pareja de la cantante Iggy Azalea, se lanzó un "no podemos dejar que una persona determine todo. Tenemos que jugar como equipo", que apuntaba claramente a "Black Mamba".

La crítica suele ser despiadada con la estrella en desgracia. Si hasta Michael Jordan, "Su Majestad", tuvo que sufrirla cuando decidió que no podía estar lejos del parqué y regresó por segunda vez, en esa ocasión a los poco brillantes Washington Wizards. El deporte es presente, qué duda cabe. Sólo el retiro te coloca en el sitial de los inmaculados.

Bryant quiere volver ahí después de un par de años tortuosos en la cancha, porque en su vida privada en 2003 debió enfrentar un cargo de abuso sexual. Se quedó solo en los Lakers y la sucesión de lesiones, junto con la edad, terminaron por pasarle la cuenta. Aunque tuvo noches inspiradas en este período, en el resumen queda que su equipo lleva dos campeonatos sin llegar a los playoffs —lo que, salvo un milagro de proporciones, se repetirá en el actual—. Para colmo, en el certamen pasado, los "laguneros" firmaron su peor campaña histórica, aunque la estrella vio acción apenas en la mitad del torneo.

Y, físicamente, Kobe ya no está para organizar una levantada. El escolta, el primero en asumir la imposible tarea de suceder a Jordan, espejo de figuras vigentes como Kevin Durant, el tercer máximo anotador de la NBA, con más de 32 mil puntos, el mismo que una buena noche de enero de 2006 fue y le encajó ¡81 puntos! a los Raptors, la segunda mejor producción de la liga luego de los míticos 100 de Wilt Chamberlain, debió reconocerlo. "Mi corazón puede atajar los golpes, mi mente puede lidiar con la dura rutina, pero mi cuerpo sabe que es tiempo de decir adiós", escribió en la misiva que se hizo pública el fin de semana.

De ese chico que a los 18 años se tomó la NBA por asalto, cuando decidió pasar directamente desde el colegio a la liga, sin paso intermedio por la universidad, queda ahora un legado impecable, que ni siquiera su opaco final podrá manchar.

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