Anita Córdova: Viajar solas y felices
Soy una mujer de 50 años, madre y abuela de dos pequeños nietos. Hasta hace poco tenía una vida profesional segura y exitosa. Pero también tenía sueños pendientes por cumplir, anhelos profundos y postergados que sólo yo podía entender. Así que un día me armé de valor y me atreví. Rompí todos los esquemas que siempre me habían inculcado. Renuncié a mi trabajo de dos décadas en un canal de TV, vendí mi casa y me fui a viajar sola por el mundo en busca de experiencias que me devolvieran las ganas de vivir.
Después de una serie de viajes que transformaron mi vida, regresé a Chile con un solo objetivo en mente: empoderar a otras mujeres para que también se atrevan a cumplir esos sueños dormidos y postergados por tantos años dedicados a otros.
Se me ocurrió entonces organizar viajes para mujeres que están solas, que no tienen con quién viajar o que no logran ponerse de acuerdo con otras personas y viven esperando coincidir con alguien. Negándose la posibilidad por miedo a hacerlo solas. O pensando que ya están demasiado mayores para estas aventuras.
Estoy en este momento en mi cuarto viaje con mujeres. Esta vez recorriendo Turquía. Y sólo puedo decir que he visto renacer a muchas mujeres que tras años de trabajo o de criar a sus hijos sienten que ahora les toca a ellas.
A mis viajes llegan mujeres de todas las edades, en especial entre los 40 y los 70 años. Muchas llegan a cerrar procesos, otras a iniciarlos. Vienen casadas que dejan al marido y a los hijos en la casa. Otras que han dedicado su vida a cuidar a sus padres. También vienen mujeres que han perdido a sus compañeros de vida; que han pasado divorcios dolorosos o que nunca formaron familia.
A todas ellas, la experiencia de viajar juntas, de compartir habitación, de contarse sus penas y alegrías las iguala, las hermana, las hace formar una misma tribu. Una comunidad de mujeres, con personalidades y edades distintas, que al final del día lo único que quieren es exactamente lo mismo: sentirse plenas y vivas, ¡sentirse mujeres!
Cada vez estoy más sorprendida con la energía poderosa y positiva que generan cada uno de estos viajes. Viajando juntas, las mujeres grandes volvemos a ser niñas, nos permitimos jugar y reírnos sin caretas. Nos identificamos, nos potenciamos, nos empoderamos. Y volvemos renovadas a seguir entregando lo mejor de nosotras.
En todo caso, quisiera aclarar que no sólo a través de un viaje las mujeres se pueden empoderar. Hay muchas maneras, menos costosas y más creativas para empezar a sentirnos plenas y más felices. Se trata de abrir espacios, atrevernos a cambiar la rutina, hacer cosas distintas. Pequeños cambios que, en el día a día, pueden iluminar nuestras vidas.
Nunca es tarde para comenzar de nuevo, a la edad que sea. Hay muchos ejemplos de mujeres que se atrevieron. Yo soy sólo una de ellas, una de muchas que después de haber criado hijos y haber trabajado toda una vida decidimos hacernos cargo de nuestra felicidad. ¡Este es nuestro momento!
*Periodista, @ViajosolaymeEncanta
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