Cómo es el centro en Corea del Sur donde recuperan y preparan a los desertores del Norte para su nueva vida
En su ciudad natal, a una norcoreana la asustaron con que los surcoreanos la recibirían, pero luego la torturarían y matarían. Esto no pudo estar más alejado de la realidad, pues se encontró con un centro que la ayudó a rehabilitarse y empezar una nueva vida lejos de la pobreza.
Rodeada por una valla alta y una puerta vigilada, yace un complejo de edificios rojos. Para llegar, hay que tomar un auto por dos horas desde la capital de Corea del Sur, Seúl. Allí, resguardado, privado y aislado, se encuentra Hanawon, el Centro de Apoyo al Asentamiento para Refugiados de Corea del Norte.
Es el lugar donde los desertores norcoreanos llegan y permanecen por tres meses, después de emprender el difícil y peligroso viaje de abandonar Corea del Norte para escapar de la pobreza. Y es que —si los atrapan—, pueden ser reprimidos y asesinados.
En Hanawon, en cambio, los reciben, recuperan y preparan para su nueva vida.
Cómo es el centro Hanawon en Corea del Sur
3 mil norcoreanos llegaban cada año hace una década. Después, los años siguientes, la cifra se redujo a mil y luego a menos de cien, durante la pandemia y Corea del Norte decidió cerrar por completo sus fronteras. Ahora, esperan que —mientras se relajen las medidas—, la cifra vuelva a aumentar.
“Necesitamos pensar en los desertores no como extranjeros, sino como vecinos cuya ciudad natal está en el norte”, aseguró el ministro de Unificación de Cora del Sur, Kwon Young-se.
Periodistas de la BBC pudieron ingresar a las instalaciones. Vieron que era un escenario acogedor, con flores, arbustos y árboles bien cuidados por fuera.
Dentro, los desertores pueden elegir entre 22 cursos para rehabilitarse, como peluquería y belleza, repostería o confección de ropa, entre otros. Les llamó la atención el curso de tecnología, pues este les sirve para adaptarse a un país mucho más vanguardista en el área que su país de origen.
Por otra parte, en el centro hay un hospital moderno, llenos de médicos con batas médicas blancas que no solo atienden las necesidades físicas en las que llegan los norcoreanos, sino también graves problemas psicológicos que necesitan atención de urgencia.
Uno de los psiquiatras que trabajó en Hanawon aseguró a la BBC que escuchó terribles historias de trauma de los norcoreanos que llegaron a las instalaciones. Tuvieron que lidiar con el estrés de la fuga y el temor de que los atrapen y envíen de regreso.
Pero también hay mucha culpa, por haber dejado atrás a familiares que probablemente no vuelvan a ver nunca más.
“La primera noche en el exterior es memorable para todos los desertores. Sentí un gran alivio por finalmente estar en Corea del Sur. Abracé a mi hija y comencé a llorar, no porque estuviera triste o sola, sino porque habíamos sobrevivido”, dijo Kim Sung-hui, una norcoreana que pasó por el centro hace una década.
En su ciudad natal la habían asustado con que los surcoreanos la recibirían, pero luego la torturarían y matarían. Ahora, diez años después, es una graduada de Hanawon y dirige su propio negocio de vino de arroz, que es popular en Corea del Norte.
Las primeras semanas que salió del centro, Sung-hui recordó la amabilidad que tuvieron los voluntarios surcoreanos que la ayudaron a adaptarse incluso fuera. Le dieron la bienvenida a su nuevo hogar, le mostraron tiendas aledañas e incluso pagaron su primer viaje en taxi.
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