Cómo está ahora la primera bebé hecha en un laboratorio en 1978
Louise Brown, a quien también llaman la bebé probeta, ahora tiene 45 años. Este es un atisbo de su historia y qué pasó en su vida desde que nació, gracias a la fecundación in vitro.
Le dicen la bebé probeta desde el día que nació, el 25 de julio de 1978. Hace 45 años, Louise Brown se convirtió en la primera persona en la historia en nacer, después de haber sido concebida fuera del cuerpo de una mujer, a través de la fertilización in vitro.
Su existencia es, según muchos, un gran avance para la ciencia pero también se generaron opiniones divididas sobre su nacimiento: para algunos, lograr concebir a una bebé en un laboratorio fue una especie de milagro, pero para otros, se trató de un “pecado”, al ir en contra de la religión y jugar a ser Dios.
Ahora, un poco más de cuatro décadas después, todavía persiste la curiosidad por saber cómo creció y se desarrolló la bebé que cambió la historia de la fertilidad en el mundo.
Cómo creció la bebé probeta y dónde está ahora
“El nacimiento más esperado en quizás 2 mil años”. Así fue el título que publicó la revista TIME en ese entonces, cuando la prensa se enteró que un embrión que se concibió en un frasco había sido transferido al útero de Lesley, la madre de Louise Brown, quien llevaba nueve años intentando concebir.
Los medios de todo el mundo tenían los ojos puestos sobre la mujer, más aún cuando llegó la hora del parto.
El científico Robert Edwards y el ginecólogo, Patrick Steptoe, estaban confiados, pero nerviosos, pues se trataba de un proyecto en el que habían trabajado por más de una década, donde intentaron implantar a 282 mujeres, de las que cinco quedaron embarazadas pero ninguna había podido dar a luz un bebé vivo.
Por esto, cuando Louise llegó al mundo, fueron tan felices como si hubiesen sido sus papás.
Después de salir del hospital, la vida de Louise se llenó de cámaras y periodistas, pues los medios querían hacerle un seguimiento y saber qué hacía y cómo crecía, paso a paso. Esto tenía pros y contras, pues constantemente les llegaban letras con gotas de tinta que simulaban sangre de parte de quienes estaban en contra de lo que se había hecho en el laboratorio.
Cuando comenzó a caminar, junto con su familia, realizaron tours por Europa y Estados Unidos para contar su historia e impulsar el método de la fertilización in vitro. Pero una vez que comenzó el colegio, sus padres decidieron retirarla de la vida pública para que llevara una vida normal, como cualquier niña.
Un vecino suyo —que cuando nació Louise, tenía ocho años— siempre sintió curiosidad al ver tantos periodistas en su barrio, incluso uno japonés que le intrigó saber lo que estaba diciendo. Muchos años después, en un pub, se acercó a hablar con ella y le contó su primer recuerdo de ella.
Pronto, se enamoraron y se casaron en 2004. Ahora, siguen viviendo en el pueblo donde todas estas anécdotas sucedieron y pudieron tener dos hijos. Louise todavía participa en algunas conferencias para promover éstos métodos de reproducción y dar esperanza a millones de parejas que ven lejos el sueño de poder concebir un bebé.
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