Cuál es el origen del “lloratorio público” que instalaron en plena Alameda
Se trata de una intervención de la artista visual Ángela Ramírez. Estará disponible hasta el próximo 10 de diciembre.
En una de las veredas de la Alameda se emplazó hace un par de días una estructura que ha llamado la atención de los transeúntes.
Se trata de un “lloratorio público”, iniciativa que busca ser un refugio para las personas que necesitan descargar su llanto antes de llegar a sus hogares.
El cubículo corresponde a una réplica idéntica de la base del monumento de Andrés Bello, que está emplazado en las afueras de la casa Central de la Universidad de Chile. Por estos días, las obras están situadas una al lado de la otra.
El origen del “lloratorio público”
La cabina para llorar que se instaló en el centro de Santiago corresponde a una propuesta artística de Ángela Ramírez Sanz, artista visual de la Universidad de Chile y la Kunstakademie Düsseldorf. Fue realizada en la empresa Exfibro, que ocupó fibra de vidrio en el proceso de elaboración.
La intervención de Ramírez comenzó a gestarse en 2021 de una forma más bien accidental. Mientras iba caminando como cualquier otro día, la artista observó que en una esquina había “una mujer peruana llorando amargamente”, relató en una entrevista con la Universidad de Chile.
“Era tanto su llanto que me acerqué para preguntarle si podía hacer algo por ella”, añadió la autora de la obra. Ante esa interrogante, la mujer se limitó a decirle “solo necesito llorar”. Para ella no era posible hacer eso en su hogar, pues allí la esperaba su familia.
A partir de ese episodio, Ramírez se hizo a sí misma la siguiente pregunta: “¿Dónde lloran los cuerpos cansados y deprimidos?”. Aquella mujer que lloraba tan desconsolada dejó ver no tenía algún refugio para expresar sus emociones, ni siquiera en su propia casa.
“Me sentí una impertinente por interrumpirla, pero el espacio público nos expone a través de otras y otros”, dijo la artista.
Fue así como empezó a nacer su iniciativa. “La idea de este trabajo es recuperar el espacio clausurado del pedestal y abrirlo a un uso público; recuperar ese espacio cerrado y disponerlo como espacio posible y seguro para llorar en la vía pública, problematizando el pedestal al revertir su función metafórica”, expresó en la entrevista.
La exposición estará disponible hasta el próximo 10 de diciembre.
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