Daniela Castillo

Papo:

Qué difícil expresar en palabras lo importante que eres en mi vida. Tengo los más lindos recuerdos de mi infancia gracias a ti. Cómo olvidar las historias que me contabas antes de dormir, o las canciones de mañana para motivarnos a empezar bien el día, o la alegría con la que te tomas la vida. Siempre hiciste todo lo que estaba a tu alcance por darme una niñez feliz… y lo fue.

Todo lo que me define como mujer lo aprendí de ti, mirando tu enorme paciencia, tu voluntad, tu amor incondicional por la familia, tu fuerza y entereza para enfrentar los obstáculos.

Nunca he conocido a una persona tan generosa como tú. Tu nobleza es infinita, eres un hombre de luz que casi bordea la sensación de no pertenecer a este lugar. Eres mi regalo del universo, una joya de persona, un ser excepcional.

Me he sentido amada profundamente por ti y estoy agradecida del tiempo que Dios nos ha regalado juntos y a pesar del que el mundo terrenal no es eterno, sé que nuestras almas estarán unidas por siempre, porque el amor traspasa la lógica y los espacios físicos.

Papo, gracias por aceptarme como hija sin importar de donde vine, sin cuestionarme por un segundo, gracias por darme esta hermosa familia, gracias por tu mirada transparente, gracias por cada abrazo y risa sanadora.

Tú formaste mi carácter, y aunque no lo había notado, cada día me parezco más a ti.

Eres mi referente, mi pilar, te admiro y amo profundamente.

Te quiero para siempre.

Tu hija Daniela

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