Emilia Noguera

Actriz. Siguió la misma profesión de su padre, Héctor Noguera.


La carta a un padre que se precie como tal siempre debe incluir enseñanzas, alegrías, aventuras, anécdotas graciosas, paseos y cariños. Pero también ausencias, retos y errores. Todo eso tiene mi padre. Porque mi padre es un padre, con todos los pros y los contras que eso conlleva.

Cuando niños, nos enseñó que la vida y el trabajo se trataban del goce, es decir, del placer y el displacer al mismo tiempo. Siempre nos dijo también, que lo que fuera que decidiéramos hacer teníamos que hacerlo lo mejor posible. Con eso nos enseñó que podíamos hacer lo que quisiéramos desde el cariño y la libertad. Con eso nos enseñó también la alegría de vivir, la belleza de las cosas y todo lo maravilloso que nos entrega el arte.

Nunca voy a olvidar un día camino al colegio que en la radio sonó una canción que hablaba de que no se podía vivir del amor. Él se detuvo y nos explicó que sí se podía vivir del amor. Que las cosas se construían desde ahí, porque si no simplemente no se construían. Con eso nos volvió a dar la libertad de hacer lo que quisiéramos de nuestras vidas, siempre que lo hiciéramos desde, por y para el amor, sabiendo que si lo hacíamos así, íbamos a ser buenos en lo que fuera.

Mi padre siempre fue un hombre muy trabajólico, cosa que de niña no comprendía porque para mí significaba ausencia. Pero cuando crecí y entendí dónde y cómo pasaba su tiempo, quise hacer lo mismo que él. Quizás por eso me dediqué al teatro, para comprender a mi padre, y quizás es por eso que él está tan orgulloso de mí. Porque si algo tiene mi padre, es que está orgulloso de sus hijos.

Mi padre es tan padre que nos enseñó siempre cuán maravillosa es nuestra madre. Mi papá se precia como tal, y tiene todo el derecho: cumple con todas las características que debe tener la carta de una hija a un padre.

Emilia

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