Qué tanto inciden los atentados en las campañas políticas
Especialistas plantean que se han visto ciertas tendencias tras los ataques contra candidatos para la presidencia y cargos como el de primer ministro.
El atentado contra el expresidente Donald Trump inevitablemente reavivó las escenas de múltiples ataques que se han efectuado contra candidatos y personajes públicos.
En dicho caso el episodio se dio en Butler, Pensilvania, el pasado 13 de julio.
Ahí, el abanderado del Partido Republicano estaba en un mitin con adherentes que fue interrumpido por los disparos de un joven llamado Thomas Matthew Crooks (20), quien estaba armado con un rifle semiautomático AR-15.
La situación dejó dos heridos y dos muertos.
Uno de estos últimos fue el mismo atacante, quien fue abatido por los agentes del Servicio Secreto.
Por su parte, Trump terminó con lesiones en su oreja derecha.
A raíz de lo ocurrido, numerosos seguidores del republicano han empezado a usar parches en sus orejas como un símbolo de apoyo a su candidatura.
Las elecciones en Estados Unidos serán en noviembre y, a solo unos meses de los comicios, algunos especialistas han sugerido que lo ocurrido en Butler podría influir en su campaña e imagen.
La influencia de los atentados en las campañas políticas
El politólogo Günther Maihold planteó a Deutsche Welle que “lo cierto es que el ataque le traerá más simpatía”.
“Esto ubica a una persona en un ámbito diferente. La población lo ve como alguien especialmente necesitado de protección, pero también como un salvador. Esto también se aplica a su caso”, declaró al citado medio alemán.
Maihold también es especialista en América Latina, y según su análisis, existe “una especie de efecto Bolsonaro”.
Con esto último hizo referencia al expresidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien el 6 de septiembre de 2018 fue herido de gravedad con un cuchillo durante un acto de campaña en Río de Janeiro.
En aquel entonces, figuraba como candidato presidencial para las elecciones que se desarrollarían en octubre.
Finalmente, triunfó en los comicios con un 55% de los votos.
Según Maihold, cuando ocurren atentados de este tipo “el candidato se convierte en un síntoma de la decadencia de su propia sociedad y, al mismo tiempo, en una figura simpática”.
“Esto es una mezcla de victimismo y catarsis. Esa constelación crea un elemento adicional de carisma”, enfatizó el politólogo.
Para el columnista brasileño Joel Pinheiro da Fonseca, se puede encontrar una relación entre los atentados que sufrieron Bolsonaro, Trump y el expresidente estadounidense Ronald Reagan.
En un artículo que escribió para el diario Folha de S. Paulho manifestó que este último “también fue reelegido con una amplia mayoría tres años después del intento de asesinato de marzo de 1981″.
“Los dos ya eran favoritos, los intentos de asesinato solo sellaron su éxito. Es probable que ocurra lo mismo con Trump”, sostuvo en su escrito el economista y licenciado en filosofía.
Otro caso se dio el 27 de octubre de 2013, cuando el actual primer ministro de India, Narendra Modi, sobrevivió a un atentado con explosivos en Patna mientras se encontraba en campaña.
Unos meses más tarde, en abril y mayo del año siguiente, obtuvo la mayoría en el Parlamento indio para su partido, el Bharatiya Janata Party (BJP).
En 2024 cumplió una década en dicho puesto.
A nivel general, la lista de atentados contra candidatos y figuras electas es amplia.
Probablemente el más recordado es el del expresidente estadounidense John F. Kennedy, quien fue asesinado a disparos en Dallas, Texas, en 1963.
Cinco años más tarde, en 1968, su hermano Robert Kennedy figuró como candidato presidencial, pero también fue víctima de un ataque que le generó la muerte.
Latinoamérica tampoco ha quedado exenta. Otro caso en la región es el del candidato por la presidencia de Ecuador, Fernando Villavicencio, quien fue asesinado a tiros el 9 de agosto de 2023, después de un evento de su campaña.
“Que el ataque venda de la izquierda o de la derecha es irrelevante (...) Se trata más bien de que hemos llegado a un punto en el que la polarización está entrando en una nueva fase (...) Este nuevo nivel de escalada es especialmente dramático en un país con una densidad de armas como Estados Unidos”, enfatizó el politólogo a Deutsche Welle.
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