Yo no quiero ir a la guerra: joven vive oculto en un bosque para no ser reclutado por Putin
El informático ruso está en contra de la invasión a Ucrania, pero decidió no huir del país. Eligió irse a vivir hasta un bosque siberiano para evitar ser reclutado.
Fue el año pasado cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció una nueva movilización de hombres para ir en ayuda de la ofensiva contra Ucrania.
Entonces, Igor Zangief (nombre ficticio) demoró una semana en tomar la decisión.
El joven informático de entre 30 y 40 años se ocultó en un bosque siberiano para evitar ser reclutado.
Según contó a la BBC, Igor es contrario a la invasión rusa en Ucrania. Prueba de aquello es que pegó un cartel con la frase “No a la guerra” en un complejo de edificios, por el que recibió una multa y pasó dos semanas detenido.
Así que cuando Rusia anunció el llamado de hasta 300 mil hombres para ayudar en la guerra, Zangief no quiso correr el riesgo de ser enviado al frente para matar ucranianos.
Sin embargo, a diferencia de otros cientos de miles de compatriotas, el informático ruso no quería irse de su patria.
Tres asuntos lo mantienen atado al país más extenso del mundo: sus amigos, las limitaciones financieras y “abandonar lo conocido”.
“Irme fuera de lo que conozco habría sido muy difícil”, contó al medio inglés. “Aquí tampoco es exactamente cómodo, pero, psicológicamente, sería muy difícil salir”.
Así tomó la decisión de despedirse de su esposa y partir con rumbo al bosque, donde vive en una tienda de campaña desde hace casi cuatro meses.
La vida escondido en un bosque de Siberia
Según relata BBC, Igor utiliza una precaria antena atada a un árbol para poder conectarse a Internet y la electricidad la obtiene con paneles solares.
El joven remiso ha debido soportar temperaturas de hasta -11C y sobrevive con las comidas que su esposa le lleva regularmente, las que cocina usando una estufa de leña improvisada.
Coinciden cada tres semanas en un punto de entrega secreto, donde se ven brevemente en persona.
Vivir fuera del radar, asegura, es la mejor manera que se le ocurre para evitar ser reclutado.
Si las autoridades no pueden entregarle una citación en persona, nadie puede obligarlo a ir a la guerra.
“Si son físicamente incapaces de agarrarme y llevarme a la oficina de alistamiento, eso es una defensa casi total contra la movilización u otro tipo de acoso”.
Aunque Igor confiesa que no sabe realmente cuánto tiempo se quedará en el bosque.
Su gusto por la vida al aire libre la desarrolló durante sus últimas vacaciones acampando en el sur de Rusia con su esposa. Por lo que, cuando tomó la decisión de irse al bosque, ya tenía gran parte del equipo que necesitaba.
El nuevo hogar de Igor es una gran tienda de campaña de las que se usan para pescar en el hielo.
La primera vez que llegó, montó dos campamentos a cinco minutos de distancia. En uno contaba con acceso a Internet y lo usaba para trabajar, el otro era un sitio con más seguridad que empleaba para dormir.
Con el invierno encima, el clima se volvió más frío y decidió unir las dos áreas para vivir y trabajar bajo un mismo techo.
Su vida en el bosque le ha dado cierto nivel de popularidad en Internet, donde cerca de 18 mil personas siguen sus actualizaciones casi diarias en Telegram.
Allí publica videos sobre cortar leña o cómo organiza su campamento, pero sobre todo cómo se alimenta viviendo en la intemperie.
Dice que no se pierde demasiado de su anterior vida. Asegura ser un introvertido al que no le importa estar solo, aunque extraña a su esposa y le gustaría verla más a menudo.
Sin embargo, afirma que su situación actual sigue siendo preferible a que lo envíen al frente o a prisión.
“He cambiado tanto, que el tipo de cosas que podría haber echado de menos se han ido desvaneciendo”, dice Igor a la BBC. “Las cosas que antes parecían importantes ya no lo son tanto. Hay gente en una situación mucho peor que la nuestra”.
La guerra en la puerta
Aunque Zangief no ha vuelto a ser llamado para combatir, relata a la BBC que la situación cambia constantemente y teme recibir una llamada en el futuro.
Oficialmente, los informáticos como Igor están exentos del servicio militar obligatorio, pero existen numerosas informaciones sobre exenciones similares que han sido ignoradas en Rusia.
El pasado 21 de septiembre, Vladimir Putin anunció poco después de la contraofensiva relámpago ucraniana en la región de Járkiv, donde se recuperaron miles de kilómetros cuadrados de territorio de las tropas rusas, el alistamiento de nuevos hombres para la guerra.
El presidente ruso dijo que la movilización era necesaria para defender a Rusia de Occidente. Pero muchos en el país protestaron y se produjeron escenas caóticas en las fronteras rusas cuando cientos de miles decidieron escapar.
El llamado al ejército tuvo un profundo impacto en Rusia.
Si bien tras iniciada la guerra con Ucrania, muchos rusos habían podido seguir con sus vidas tal como lo habían hecho antes del conflicto, el impacto había sido mayormente limitado.
Es cierto que algunas empresas occidentales desaparecieron y las sanciones dificultaron las transacciones financieras, pero sería la movilización la que definitivamente llevaría la guerra a las puertas de muchas familias rusas.
De repente, hijos y padres fueron enviados al frente con poca antelación, generalmente con equipos deficientes y formación precarizada.
Si antes el conflicto parecía distante, ahora era casi imposible de ignorar.
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