Manuel García: Comunidad de los Manueles




Después de diez años, Manuel García logró el control. Puede parecer extraño para un artista cuya música, entre varios efectos, consigue transmitir reflexión y consciencia, pero el cantante de Arica no siempre supo concretar sus pretensiones. Montajes siempre cargados de imágenes y contenidos de perfomance con escenografías teatrales y elementos discursivos, más de una vez no cerraron por completo, sobrepasados en su grandilocuencia. Esta vez no. Manuel García celebró el viernes y anoche en el teatro Caupolicán a toda capacidad, la década desde la publicación de su primer álbum solista Pánico, ofreciendo su mejor concierto en mucho tiempo. Acompañado de diez músicos, entre ellos su colaborador de las últimas temporadas Ángel Parra y su habitual compañero, el fluido guitarrista y bajista Diego Álvarez, Garcia dividió en tres actos su espectáculo. Primero rindió el álbum de cumpleaños lanzado el 1 de diciembre de 2005, luego una selección de sus restantes títulos, y finalmente un generoso bis.

Con una sofisticada parrilla de luces, una gran pantalla gigante y sonido al borde de la perfección, las canciones de Pánico simplemente relucieron vívidas y arrojaron momentos emotivos como al turno de El viejo comunista, cuando una cámara captó a una joven pareja y lanzó su imagen al fondo del escenario mientras ambos se besaban tiernamente, y el público asumía el protagonismo cantando el verso "los años, la vida, su amor".

Varias veces la sala se convirtió en una sola voz siempre dominada por gargantas jóvenes, porque el público mayoritario de Manuel García está en ese rango, de gente que no nacía cuando la trova era un elemento de poesía y resistencia en este país. Y así corearon Tu ventana por ejemplo, o se embelesaron con el magnífico cruce de guitarras entre Parra y Álvarez en Bufón. El remate resultó magistral, con el grupo de cámara que asistió todas esas canciones de Pánico con un manto de cuerdas y arreglos delicados y a la vez majestuosos, sellando solemnes con El reino del tiempo.

Luego García dio un giro a su show, trazando una dinámica distinta y enérgica. Ataviado con un traje brillante, se colgó una guitarra eléctrica y revivió, entre otras, canciones de Acuario (2012), su álbum más radical. Nuevamente el sonido y la ejecución arrojó contundencia, con los acompañantes ensamblados en estricto formato de banda rock. Mostrando cancha, entre un par de temas cantó solo con guitarra eléctrica Esas mañanas de Jorge González. Sumó invitados y sacudió la solemnidad de la noche por el aniversario, evidenciando que ahora es capaz de conjugar mejor lo mucho que tiene que expresar para ese público fiel, La comunidad de los Manueles como rezaba un lienzo, esa gente que no ve en Manuel García al típico ídolo, sino a un compañero con la elocuencia precisa.   

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