Ivanna Donoso publica su primera novela: "Quise describir cómo es Chile realmente. El fracaso que es"

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Ivanna Donoso.

Polvo de estrella (Saposcat) es la primera novela de Ivanna Donoso, pero no el puntapié inicial de su carrera: actriz y performer, Ivanna lleva años pensando y haciéndonos pensar sobre los mayores tabúes para nuestra sociedad: el cuerpo y la clase social.


Ivanna Donoso (1992) es una artista multifacética que ha trabajado de todo: como modelo, de niñera, de empleada de casa particular (ella dice "aseadora profesional", yo quise precisar que de casas), vendedora, directora de arte, de locutora y en doblajes, largo etcétera. Pero esas son las cosas que hace para comer y para financiar sus "otras cosas", las que de verdad le importan: performances, raves, fanzines, proyectos musicales y de spoken Word. Por eso, su nombre en las redes sociales es "Ivannafulltime", una mujer que trabaja a tiempo completo. Entre otras cosas, ha autopublicado varios fanzines y un poemario, titulado Perenne (2014); el 2018, durante el encuentro de pensamiento crítico Moda Desobediente, en el MAC, expuso sobre la historia de los uniformes de las nanas e hizo el aseo del museo vestida con un uniforme igualito al de las actrices de Brujas, las nanas de la teleserie de Canal 13. También limpió los baños de Campus Oriente de la Universidad Católica (su local de votación) durante las últimas elecciones presidenciales y le redactó y leyó públicamente una carta a la curadora de arte Patricia Ready en la presentación del libro Grandes esperanzas, de Kathy Ackerman (La mujer rota, 2018).

Pero el motivo de esta entrevista no son sus oficios ni poemarios ni las performances, es su primera novela ("y mi primera publicación con ISBN"): el libro Polvo de estrella, donde cuenta la historia de una mujer de 19 años que, tras abandonar a su primer concubino de la vida, recorre el hostil y sofocante Santiago de Chile de nuestros años buscando trabajo. Es 2016, lo sabemos por una referencia a la Teletón de ese año en las primeras páginas. La protagonista, que narra en primera persona, nos dice:

Hoy Kudai se reúne después de siete años y yo sigo con depresión (triple equisdé con mayúsculas para mí).

Cuando le pregunto por una presentación, Ivanna Donoso responde: "actriz desertora" (se refiere a que dejó los estudios formales de teatro al tercer año, no a que haya dejado de actuar) y "capricornio".

¿Te sientes identificada con lo que se dice de la gente capricornio?

Me siento súper capricornio.

¿Por qué?

La geisha es capricornio, el Chino Ríos es capricornio, la Patti Smith es capricornio. David Bowie nació el mismo día que yo. O sea, yo nací el mismo día que David Bowie. Y que Stephen Hawking. Otros capricornio son Elvis Presley y el dictador de Corea del Norte. No sé, hay buenos representantes.

Leí que los capricornio son trabajadores, fríos y calculadores, ¿con eso también?

Yo creo que soy súper trabajadora y que eso nadie lo puede negar. Y tanto que he llegado a un nivel de autoexplotación para hacer lo que de verdad quiero hacer… si quiero hacer una performance no voy a ganar un peso, entonces hago otros trabajos que cubran cosas como los traslados de instrumentos, el vestuario, etcétera.

¿Cómo encuentras tiempo para escribir en medio del trabajo remunerado?

En este momento cuido a niños, le limpio los talleres a los artistas de la Católica o transcribo libros. La sociedad neoliberal está diseñada para que no podamos leer, muchos menos sentarnos a escribir, pero yo siempre he hecho largos viajes en micro y ese es tiempo valioso para hacerlo.

¿Por qué dejaste la universidad?

Porque no me hallaba en la academia. De ahí rescato el entrenamiento corporal y la formación actoral, aprender a manejar mi cuerpo, voz y el espacio escénico. Para eso se necesita rigurosidad y disciplina, y no lo hubiese aprendido sola. Pero me di cuenta de que no necesitaba la academia. En la escuela aprendí a habitar y utilizar mi cuerpo, pero las lecturas de teoría las podía hacer sola en mi casa.

Si no te molesta, ¿podrías contarnos cuánto debes del CAE?

Como siete millones doscientos. Es por los intereses, era un poco menos. Pero yo estoy esperando el famoso perdonazo. Había un rumor entre los deudores del CAE que decía que, si no lo pagabas en cinco años y no te manifestabas, se borraba porque no te habían encontrado. Estoy esperando eso, o a que quemen las oficinas con todos los registros, o a que algún hacker me ayude y saque mi nombre de ahí. Pero no lo pienso pagar. Más encima cuando firmé el CAE fue con un banco y ahora se lo debo a otro. No me acuerdo cómo se llamaba, pero después le vendieron todo a otro banco, al Scotiabank.

¿No te acuerdas del primer banco?

No, firmé el CAE en el Parque O'Higgins. En la época de las postulaciones, ponían ahí como una feria para vender las universidades, una fila de mesas mesas en las que tú te sentabas, le sacaban fotocopia a tu carnet y te pasaban un montón de hojas, el contrato. Lo leías, ponías tu huella digital y listo. Y detrás había otros mil hueones esperando. En la universidad yo tenía hasta la beca Junaeb. El estado me pasaba unos vales y con eso podía almorzar. Pero el vale era de 1.300, ¿qué comprai con 1.300 pesos? Lo que yo hacía era ir a Los Alpes ahí en Moneda y cambiaba la ticketera entera por mercadería. Te pasaban los vales y hacías treinta lucas de mercadería. Así sobreviví los primeros años, y trabajando de mesera. Después dejé la universidad y me puse a trabajar de mesera.

¿Cuál fue tu primer trabajo en la vida?

Para las elecciones en las que ganó Ricardo Lagos, mi mamá hizo un fondo de jugo de huesillo y nos puso a mi sobrina y a mí afuera de la casa, en la calle, en una de esas mesas de sala de kínder, a venderlo en vasitos. Metíamos las monedas en una caja de tiza que era de cartón piedra y al tiro aprendí que los jefes te cagaban: mi mamá me dio como doscientos pesos de la ganancia (ríe). Debe haber usado la plata para pagar la luz o algo así. Y después, más grande, fui vendedora de discos en la SCD.

¿Cuál fue tu objetivo al empezar a escribir Polvo de estrella? ¿Qué querías contar?

Quise describir cómo es Chile realmente. El fracaso que es. Yo sé cómo es Chile desde muy chica, en mi casa me educaron al respecto. Mi familia tiene memoria histórica, siempre se habló de la dictadura. Yo sabía desde chica que Chile estaba vendido, siempre supe quiénes eran los Matte. Pero eso es algo que primero te dicen, no lo vives, y al principio uno tiene ciertos ideales y ganas de cambiar las cosas ­—como fue la revolución pingüina para mi generación—, pero después de que sales del colegio se vuelve muy evidente que no hay esperanza.

Llamando Chile 1 al Chile previo al "estallido" y Chile 2 al momento que vivimos ahora, ¿cómo te gustaría que fuera Chile 3?

Quiero que paguen los golpistas. Cuando murió Pinochet fue una decepción muy grande, porque no pagó nada. Espero que Lucía Hiriart viva muchos años. Y espero que nazcamos todos en igualdad. Por último, si no va a haber igualdad de condiciones en el bienestar, que haya igualdad de miseria. Si al final a todos se nos va a acabar el agua.

¿Cómo era Santiago cuando eras niña?

Yo conocí Santiago, el Gran Santiago, ya grande. Cuando era chica iba a la Vega y al cementerio general con mi familia y después sola al Portal Lyon o al Persa Bío Bío a comprar dvds de Evangelion, y ahí cruzaba todo Santiago en micro, como Los Prisioneros, pero era eso no más. Así conocer-conocer el Gran Santiago fue ya grande. Lo que sí te puedo decir es cómo era Puente Alto cuando era chica: no había metro y eso era brígido. Me acuerdo de que cuando inauguraron la Línea 4 del metro la gente lloraba porque ya no se iba a demorar dos horas en llegar de su trabajo a la casa. Eran cuatro horas perdidas al día. Hubo una celebración en la plaza. Esa plaza antes también era otra hueá, ahora la encuentro fea. Tenía muchos más árboles, ahora los sacaron todos y pusieron un arco que no sé cuántos años habrá que esperar para que se llene de una enredadera que quieren que se le trepe. No lo han logrado y no sé cuándo lo logren, con este calor. Bueno y ahora hay caleta de edificios por Vicuña Mackenna, antes no había tantos, podías ver el cielo y la cordillera.

¿Tienes algún orgullo de puentealtina?

La cordillera primero que todo, el logo de la municipalidad es una cordillera, jaja. Si eres puentealtino eres outdoor. Subes cerros. Y puedes caminar mucho, porque antes no había micros para adentro, llegabas a la plaza y ninguna micro te entraba, así que tenías que caminar caleta. Y la feria, un orgullo por sobre todo. Hay muchos coleros, están los puestos oficiales y después vienen los que se ponen a la cola y venden cualquier cosa, onda el cassette de la Sirenita, y nadie se enoja, aunque los oficiales pagan por su puesto no se enojan con los que no. Si conoces las ferias de Puente Alto, la de Arrieta y la de Grecia te van a parecer caras y gentrificadas. Yo siempre me asiento cerca de una feria, porque se puede reciclar y comprar cosas artes bacanes.

Si te regalaran todo en la vida, ¿trabajarías igual?

Sí. Si tuviera plata armaría una escuela, haría un centro de educación libre. Creo que es importante que la gente vuelva a leer. Puede sonar snob, pero somos parte de una generación post-léxica en la que ves una imagen y puedes inferir muchas cosas de ella, porque tienes el conocimiento para hacerlo, pero leyendo y escribiendo tú creas la imagen y tus imaginarios. Y también creo que esa lectura no tiene que ser de internet, el objeto libro es importante. Si lees del computador igual tus estudios son espiados, si te juntas con amigues y te prestas un libro no. Yo creo de verdad que los libros te pueden hacer libre.

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