Varinia Brodsky, directora del Museo Nacional de Bellas Artes: “Las colecciones hoy están en constante cuestionamiento”
La artista visual evalúa en Culto su primer año de gestión, marcado por polémicas en torno a exposiciones, líneas editoriales y la ejecución del Plan Maestro, que pretende renovar el hall y el Anfiteatro. Internacionalizar el museo, trabajar en la propiedad intelectual y funcionar con un ajustado presupuesto, son parte de los retos que enfrenta el MNBA.
Desafiante. Esa es la palabra que usa la directora del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), Varinia Brodsky, para definir su primer año de gestión. “Me ha tocado avanzar en varias dimensiones, desde el punto de vista la gestión y de definir ciertas líneas de editoriales en términos de exhibición y programáticas”, dice en conversación con Culto.
La artista visual también tomó el reto de implementar el Plan Maestro, legado de la dirección anterior a cargo de Fernando Pérez. Esta hoja de ruta define una serie de remodelaciones al edifico patrimonial, que también incluye modificaciones sustanciales al Anfiteatro. “Ha sido un año intenso y muy enriquecedor para el museo”, concluye en ese aspecto.
En cuanto al proceso de conservación del edificio, el hall central debería ser entregado en diciembre, adelanta la directora. Dentro de las mejoras se incluye el restablecimiento de la pintura con tonos originales, la restauración de los balcones y los pisos de la segunda planta, así como la climatización del hall central y mejoramiento de la cúpula y la techumbre.
En cuanto al Anfiteatro, Brodsky comenta que es necesaria la normalización de la electricidad. “Tenemos que recuperar o acercanos a lo que fue su infraestructura original, que también es parte del edificio patrimonial, con lo cual hay ciertas normas que tenemos que cumplir. Estamos en el momento de poder proyectar un diseño que debe seguir fases y protocolos. Son trabajos que no se verán a simple vista en lo inmediato, pero sí estamos trabajando en avanzar”.
Brodsky es la tercera mujer en tomar este cargo en la historia del MNBA, que inició en 1880. Para ella, destacar el papel de las artistas en la historia es una prioridad. “Para mí ha sido muy importante definir una línea editorial donde podamos avanzar con ciertas problemáticas, generarnos interrogantes desde el punto de vista las exhibiciones y de las acciones. Por ejemplo, el trabajo que estamos haciendo desde el centro de documentación. Es muy relevante haber bautizado el espacio con el nombre de Angélica Pérez Germain, un reconocimiento a la labor que ella desarrolló en el museo. Luego está todo el tema de definir exposiciones, desde el punto de vista de relevar a las mujeres artistas”.
Otro foco de su gestión es insertar el MNBA en el circuito de arte internacional, “sobre todo en la región latinoamericana”. Por ejemplo, esto se materializa con la intineracia de la exposición retrospectiva de Cecilia Vicuña, Soñar el Agua, que llegó al Museo de Arte Latinoamerivano de Buenos Aires (MALBA) y a la Pinacoteca del Estado de Sao Paulo; la retorspectiva Lotty Rosenfeld: entrecruces de la memoria (1979-2020), en el Parque de la Memoria de Buenos Aires o la itinerancia de Carlos Arias, Chile: Amnesia de la verdad, que pasó por México.
“Fui invitada, por ejemplo, a ARCO, por parte del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, a un encuentro de directores de museos iberoamericanos, donde allí también abordamos los problemas y las interrogantes que hoy día nos estamos haciendo en términos generales: cómo podemos reestructurar los museos, los mecanismos de trabajo interno, cómo se reformulan las distintas áreas que hoy día nos convocan”, relata la directora.
—¿Cómo se posiciona Chile a nivel latinoamericano?
Desde Chile nos ha costado insertarnos en el plano internacional, tal vez por la lejanía geográfica, también por la necesidad de contar con más recursos financieros.
—En esa línea. ¿Cómo enfrentan el desafío presupuestario?
Para nosotras es sumamente relevante poder situar a los museos en la labor que tienen en la vinculación con el patrimonio. Dentro de las prioridades, en términos de lo que implica el trabajo y con el ámbito de la cultura, creo que es un desafío institucional que excede a los museos propiamente tal. También, en ese sentido, es sumamente significativo poder afiatar nuestras relaciones con el mundo privado. A mi juicio, es un tema de corresponsabilidad del valor del patrimonio, de la labor de los museos públicos sobre todo. Ahí necesitamos entre todos empujar que eso vaya fortaleciéndose.
—¿Debería existir una legislación específica para los museos?
No te sabría decir si necesitamos una ley, creo que es un análisis más profundo, porque en general, las leyes tienen oportunidades, pero también limitaciones. Sí me parece que hay que fortalecer a nivel de política pública la labor de los museos. Hoy día existe una política nacional de museos, que se realizó el 2015, y eso es algo que tenemos la labor, desde el Servicio del Patrimonio, de actualizar. Por ejemplo, nos permite generar una hoja de ruta desde la cual podamos proyectar nuestra labor en conjunto, con ciertos consensos. También hay que considerar que la tipología de los museos en Chile es amplia y, en ese sentido, los museos de arte, somos, entre comillas, minoría. Entonces tenemos problemáticas muy específicas.
—¿Cuáles son esas problemáticas?
El rol de los artistas es diferente a la memoria de las comunidades, de los pueblos, del ámbito científico. Tenemos problemáticas constantes que tienen que ver con dinámicas contemporáneas, desde la categorización de las obras, cómo ordenamos y catalogamos determinados procesos; obras de arte que también son disciplinas que van evolucionando rápidamente en el tiempo. Así como también la programaciones, en los museos de arte son muy dinámicas. En general, los museos de arte tenemos mucha demandas de parte del sector artístico por generar un espacio de difusión y actividades desde el mundo de la creación.
—Varias voces han criticado la falta de una exposición permanente. ¿Eso responde a la falta de espacio o a los enfoques contemporáneos que usted plantea?
Hay razones multidimensionales. Por supuesto que una de ellas es que tenemos un museo que tiene metros cuadrados y es difícil establecer un guion permanente. Las colecciones hoy están en constante cuestionamiento, desde el lugar de las construcciones colectivas, desde el lugar de su rol social y educativo. En nuestro caso, el arte se plantea como un campo abierto y en permanente dinamismo. Creo que generar un guion permanente, en el caso nuestro, es algo que hay que ir trabajando de manera muy profunda, para justamente establecer un relato y una narrativa que sea que constitutiva de una visión no tan solo de pasado, sino de presente. Es muy importante pensar en el futuro las nuevas generaciones.
—¿Qué actores deben estar en ese debate?
De partida tenemos que generar redes. Para mí, las voces y la experiencia internacional son sumamente relevantes. En la medida que logremos tener un sistema más ampliado vamos a poder ser más convocantes. La incorporación de ciertas perspectivas, como son la de género— que ya son procesos museales súper arraigados en lo que es el contexto actual— u otras, que tienen que ver con la democratización y la accesibilidad, son reflexiones que tenemos que integrar. Me parece que hay nutrirse del diálogo, no tan solo de expertos, sino también de lo que es la escena artística y además tener vinculación con las comunidades.
Pinturas, marcos y propiedad intelectual
Por instrucción de la Subsecretaría del Patrimonio, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio el Museo Chileno de Arte Precolombino (privado) y el Museo Nacional de Bellas Artes (público) fueron parte de una consultoría sobre políticas de propiedad intelectual, la que se llevó a cabo entre 2021 y 2023.
“Se hizo un trabajo de análisis, que arrojó una serie de recomendaciones para ser implementadas. El ámbito de la propiedad intelectual es una tarea de responsabilidad, que yo creo que a los museos y a todos quienes trabajamos con un artistas, con creadores y con los derechos de propiedad intelectual, tenemos que abordar de manera de dejarla asentada en las instituciones”, explica Brodsky. “Creo que Chile está al debe en ese sentido. Debemos fortalecerla a nivel institucional, en términos más globales”, agrega.
Así, señala que las recomendaciones de la consultoría fueron “generar protocolos para cumplir con estándares internacionales respecto de la propiedad intelectual”.
Una de las exposiciones que abrió debates en torno a la propiedad intelectual fue Luchas por el arte. Mapa de relaciones y disputas por la hegemonía del arte (1843-1933), de las curadoras Gloria Cortés Aliaga y de Eva Cancino Fuentes. En abril de este año, se denunció que obras fueron desprovistas de sus marcos.
Algunas de las pinturas en cuestión pertenecen al pintor y Premio Nacional de Arte de Chile (1950), Camilo Mori Serrano. Su nieto, el abodago Matías Mori, denunció públicamente la situación y envió una carta a la directora MNBA, Varinia Brodsky, y a la Subsecretaria del Patrimonio Cultural, Carolina Pérez Dattari, para solicitar que pusieran nuevamente los marcos a las obras en cuestión y que las retiraran de la muestra.
—¿Se le pidió a la familia de Camilo Mori autorización o consideraban que no era necesario?
A nuestro juicio no era necesario. Nosotros sostuvimos una reunión con Marías Mori en el Museo, le invitamos a una reunión donde participaron dos abogados del Servicio Nacional del Patrimonio, uno de ellos es experto en propiedad intelectual. Revisamos los protocolos y las normativas al respecto y no había ninguna situación que apunte a la vulneración o a la merma de dichas obras. En ese sentido, por ejemplo, el tema de los marcos está sumamente zanjado, dado que en los registros de donación de aquellas obras los marcos no son constitutivos de la pintura, con lo cual no hay daño a la obra en términos de propiedad intelectual.
—Esto abrió un debate amplio en el sector; críticas, opiniones y apoyos. A nivel de equipo, ¿cómo se tomaron estos comentarios?
Fue un momento que abordamos desde el lugar de que el museo tiene que hacerse parte también de un diálogo ciudadano, por lo cual, para nosotras ha sido una oportunidad de poder ponernos en el centro de ese debate y poder recoger, por supuesto, opiniones que son ampliadas. Lo que estamos haciendo es justamente abrir esas reflexiones al interior del museo, conversando con diferentes equipos y abordando lo que son estas interrogantes.
Recientemente, otra polémica puso al Bellas Artes en el ojo del huracán. Desde El Mercurio, la subeditora del cuerpo Artes y Letras, Elena Irarrázabal, publicó una columna en la que señalaba que un guía del museo decía que el palacio se había construido “con una mirada patriarcal y paternalista” y que históricamente era “un museo racista, clasista y machista”.
—Planteó que uno de sus desafíos era plantear líneas editoriales. Considerando esa frase dicha por parte de un mediador. ¿En qué dirección va la unificación del discurso del museo?
Para nosotros es sumamente importante poder generar una mediación que no tenga discursos sancionadores, sino más bien a abrir preguntas a los públicos visitantes del museo. Esto me lo han preguntado en varias ocasiones. En esa oportunidad, el relato no es representativo de la institución y nos sirve de experiencia para revisar nuestro trabajo en términos educativos y poder replantearnos las metodologías.
El público y futuras exposiciones
A pesar de las polémicas y controversias, el museo es visitado en masa. Hasta agosto de este año, 336 mil personas han cruzado las puertas MNBA. Cifras positivas, si se considera que en 2023 el espacio recibió a 400 mil usuarios en total.
“El aumento de público ha sido la verdad muy importante. El museo a diario está lleno de gente, colegios, gente joven, familias, turistas y eso por supuesto nos nutre de una energía muy renovadora. Este fenómeno, por así decir, viene produciéndose ya desde la apertura de los espacios culturales pospandemia. Ha ido progresivamente creciendo. Pienso que la exposición retrospectiva de Cecilia Vicuña fue en ese sentido un punto que abrió y expandió el interés por abrir el museo. Solo esa muestra el año pasado llevó a 120 mil personas. A esta fecha, en el museo tenemos casi la misma cantidad de público que tuvimos el año pasado y nuestra proyección es que va a seguir creciendo, no tan solo dentro del museo. También hemos desarrollado este año un impulso por salir del museo y generar un trabajo vinculado a los territorios”.
Varinia Brodsky identifica como clave “la diversificación de propuestas”. “Tenemos exposiciones exposiciones de relieve de las mujeres artistas, Formas políticas y también un boom ha sido la exposición de Marcela Trujillo, Vanity Fauna”.
En cuanto al trabajo con comunicades, destacan la Bitácora Configuración Matilde Pérez, un proyecto de vinculación con distintas escuelas vulnerables de la región Metropolitana, en una alianza y no tiene institucional con la Fundación Belén Educa, el Ministerio de las Culturas y el Ministerio de Educación. “Es un proyecto como de alto impacto para que nos interesa también poder dar continuidad”, sostiene Brodsky.
Asimismo, el trabajo del MNBA sobrepasa las fronteras de la capital, una tónica que esperan que sea “sostenida” en el tiempo. La directora del Bellas Artes destaca la intinerancia de la exposición Volver a nombrar, de Eugenia Vargas-Pereira, en el Centro de Extensión Cultural Alfonso Lagos (Cecal) de Chillán, perteneciente a la Universidad de Concepción.
Antes de terminar la entrevista, Varinia Brodsky adelanta a Culto dos importantes noticias. La primera tiene relación con “la donación de parte del coleccionista Juan Yarur, a través de la Fundación AMA, de 10 obras de su colección privada. Eso nos pone en un espacio de generar las confianzas para que esas obras sean resguardadas desde el patrimonio de Bellas Artes. Otra donación que es sumamente importante, es el archivo del artista Premio Nacional Guillermo Núñez, quien falleció hace poco”.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.