Cynthia Rimsky, escritora chilena ganadora del prestigioso Premio Herralde: “Imaginar es subversivo”
La autora recibió esta semana uno de los reconocimientos más relevantes de la literatura en español. De ello habla en esta entrevista con Culto, donde profundiza en torno a su novela Clara y Confusa, la que se llevó el reconocimiento. "Pienso en todas los y las lectoras que estos días han volcado su afecto por mis libros en las redes, su deseo de que se reconozca el proyecto de una escritora en un país que acostumbra a administrar el reconocimiento con parámetros que a veces resultan mezquinos", comenta.
La escritora chilena Cynthia Rimsky se coronó como una de las ganadoras del prestigioso Premio Herralde de Novela, que desde 1983 reconoce lo mejor de la literatura española y latinoamericana. En esta oportunidad, el certamen también destacó a la española Xita Rubert, por su novela Los hechos de Key Buscayne. Ambos trabajos fueron elegidos de entre las 1.149 obras presentadas.
El galardón, presidido por la editorial Anagrama, le fue otorgado a Rimsky por Clara y confusa, su última creación que llegará a librerías en los próximos meses, bajo el sello de la misma casa editora. Con este reconocimiento, la autora nacional se convierte en la primera mujer chilena en ganar el Premio Herralde y la segunda del país, después de que Roberto Bolaño se hiciera con este en 1998, por Los detectives salvajes.
Dos años le llevó terminar esta novela, a diferencia de su último libro, Yomurí (2023), que le llevó doce. “Clara y confusa salió rápido. Solo tenía el título. Me encantó. No tenía nada más. El desafío fue rellenar las páginas que iban a continuación del título”, dice en entrevista con Culto.
Según contó a Infobae, la decisión de enviar este proyecto al premio fue una ocurrencia de última hora. “Me dije: ‘Ay, ¿y si la termino para el premio?’ Era ponerme un plazo y terminarla”, recordó. “Participar de un premio es como tirar una botella al mar. De hecho, ya después se me había olvidado. Hice otras versiones de la novela, la seguí trabajando. Nunca pensé que iba a ganar”.
“Nunca había mandado un texto a un premio. Los anteriores que gané eran a obra ya editada. Pero acá me interesaba porque es un premio más literario, que se corre un poco del centro y premia literaturas que no son tan tradicionales, como ocurre en otros concursos que son directamente más comerciales. Acá se arriesga más”, agregó.
Cynthia Rimsky, de 62 años, considera que este premio le llega en una “edad inmadura todavía. Estoy con muchas ganas de escribir, de crear, de leer, de inventar. He publicado once libros y le he tomado el gusto a escribir”, dice a Culto.
Radicada en Argentina hace doce años, hace clases en la Universidad Nacional de las Artes y se dedica a escribir desde su taller en su casa en Azcuénaga, un pueblo en la localidad de San Andrés de Giles, en la provincia de Buenos Aires. Mar del Sur, el seudónimo con el que Rimsky presentó su novela al Premio Herralde, es también es el nombre de una localidad de la misma provincia donde vive.
“A nivel personal, el dinero (el premio otorga 25 mil euros, que bordea los 25 millones de pesos chilenos) me permitirá comprar tiempo para dedicarle más horas, porque no es solo escribir, es documentarse, leer, vagar, mirar el techo, hacer la huerta, pasear en la moto, pensar en cosas que luego no entran en los libros… Respecto al reconocimiento, pienso en todas los y las lectoras que estos días han volcado su afecto por mis libros en las redes, su deseo de que se reconozca el proyecto de una escritora en un país que acostumbra a administrar el reconocimiento con parámetros que a veces resultan mezquinos, economicistas o por la pertenencia a una élite.”
Clara y confusa
Clara y confusa cuenta la historia de un plomero que se enamora de una artista, en el pueblo ficticio de Parera. De camino a la casa de un cliente, él se detiene frente a la vitrina de un centro cultural, donde hay una exposición. Ahí es testigo de un ritual que cambia el curso de su vida. En la sala vacía, una artista, llamada Clara, descuelga uno de sus cuadros y hace algo inaudito.
Así inicia una “historia de amor y dependencia con límites torturantes”— según define Anagrama—que se intercala entre corrupciones en el gremio de plomeros, un mentor moribundo, un Porshe, una maquiavélica crítica de arte, un hijo con ganas de venganza, un serrucho telescópico y la Fiesta Popular del Pastelito.
El jurado, compuesto por Aldo García (librería Antonio Machado, Madrid), Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé, destacaron diversos elementos de la obra, entre ellos su “belleza, inteligencia y humor”.
Juan Pablo Villalobos definió el texto como una novela de amor contemporáneo. “Más que del amor, quería escribir sobre las dudas del amor. ¿Cómo se sabe si alguien te ama? Eso me llamaba la atención, sobre todo cuando son dos personas tan distintas, y que en realidad se terminan dando cuenta de que no lo son”, reflexionó Rimsky en Infobae.
En tanto, Gonzalo Pontón definió la narración de Cynthia Rimsky como “ingeniosa y de una sencillez muy elaborada”. Sin embargo, al consultarle a la autora cómo definiría su propio estilo narrativo, prefiere abstenerse.
“No me defino, huyo de las definiciones, no soy capaz de ver lo que escribo, de analizarlo, de decir de qué se trata, es un defecto que no he podido superar y que tuve que convertir, con esfuerzo, en una virtud a la hora de escribir, pero la falla vuelve a asomar cuando me hacen esa pregunta”, responde a Culto.
Cynthia Rimsky, que estudió unos años periodismo en la Universidad de Chile, ve en los viajes una herramienta de descubrimiento y creación. Así se evidencia en su debut literario, Poste restante (2001), Ramal (2011) y Yomurí (2023)— que, según ella, es su primer libro “ficción, ficción”—con el que ganó el premio a Mejores Obras Literarias Publicadas (2012) del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile.
“El viaje me inspira, me proporciona distancia para mirar, me ha permitido construir una mirada a la que le conciernen las personas, las situaciones, los oficios que están alejados de cualquier tipo de poder y a los que habitualmente no se les da valor. Observo y escribo del señor que en un pueblo vende helados que se deshacen en una caja de plumavit que lleva en la parrilla de su moto, escribo de una vecina que llegó a escribir treinta cuadernos y que un día los quemó. Son personas que voy conociendo y observando en mis desplazamientos y que quizás si me quedara en casa o entre escritorxs no conocería jamás”, dice a Culto.
—¿La temática del viaje se inmiscuye en Clara y confusa?
En Clara y confusa hay un viaje en un Porsche robado entre dos pueblos; hay un viaje en un auto viejo entre un centro cultural y una casa quinta; un viaje a un condominio. Son viajes cortos y profundos, que alteran la relación entre la distancia y la intensidad de lo que ocurre en esas cortas distancias.
—Ha mencionado que le gusta jugar con lo real y lo ficticio-imaginario en su literatura. ¿Cómo se manifiesta esto en su última novela?
Bueno, leí bastante sobre lo confuso y lo claro en el arte, leí sobre los Porsches, sobre la tradición. Viajé a un pueblo que celebra la fiesta del pastelito, vi la película El río de Gustavo Fontán, me acordé de las veces que sufrí por amor, que dudé si me querían, me informé sobre el trabajo de los plomeros, los observé. Y cuando me puse a escribir lo olvidé todo para dejar paso a la imaginación.
—¿Qué elemento diferencia esta novela de sus trabajos anteriores?
Uy, elemento diferenciador, ¿qué será eso aplicado a literatura? Tantas categorías que se le aplican a la literatura, a un objeto tan pequeño hecho de papelitos y palabras. Una amiga que la leyó me dijo que estaba escribiendo más simple sin perder la profundidad. Otra se rio más que en la anterior. Un miembro del jurado me dijo que se rio y se angustió al mismo tiempo.
—¿Cómo la actualidad política y social que la rodeaba interfirió en su proceso creativo?
Había recién ganado las elecciones Milei en Argentina; mi pareja que vivió el 2001 se puso muy mal, lo mismo todos mis amigos y amigas o personas que conocía, vecinos; fue tremendo, como si algo se rompiera, recuerdo la desazón, la angustia, la depresión, y entonces me dije: no voy a estar así cuatro años. Tengo que escribir, encontrar alguna belleza.
—La escritura tiene que tener un elemento subversivo, según ha comentado en algunas oportunidades. ¿Cree que su literatura tiene esa característica?
Creo que imaginar es subversivo.
—¿Cómo evalúa el panorama literario chileno actual?
Soy escritora, no evaluadora.
Actualmente, Cynthia Rimsky se encuentra en Europa. Hizo una parada en España para recibir el Premio Herralde y presentar una edición de su primer libro en Madrid; sumando una escala en Estambul, donde también presentó otro de sus títulos. Los próximos días estará presente en el Festival Eñe en Madrid, donde Chile es invitado de Honor, y en el cual participarán otros escritores nacionales como Lina Meruane, Raúl Zurita, Nayareth Pino Luna, Claudia Apablaza, Javier Rodríguez y Violeta Medina.
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