El filme del año en Francia llega a Chile a fin de mes
La cinta 120 latidos por minuto, que aborda la lucha contra el Sida, fue premiada en Cannes y en los César.
Recibió el Gran Premio del Jurado en Cannes 2017. Y cuando Pedro Almodóvar, presidente del jurado, habló de ella, rompió a llorar. Para el director manchego 120 latidos por minuto debió llevarse la Palma de Oro (que recayó en la sueca The square). "Me emocioné desde el principio y hasta el final", explicó el director manchego. "Pero este es un jurado muy democrático, del que yo soy una novena parte. Esto es lo único que puedo decir", agregó.
Desde entonces el filme de Robin Campillo (Marruecos, 1962) sobre la lucha de activistas contra el Sida a inicios de los año 90, fue creciendo y se transformó en el fenómeno del año en Francia. La crítica la elogió, el público la convirtió en un éxito de taquilla (la vieron más de 800 mil personas) y fue postulada al Oscar a mejor película extranjera.
El fin de semana pasado la cinta terminó por coronarse en la entrega de la gala de los César, los premios del cine francés: obtuvo seis galardones, incluyendo mejor película. Protagonizado por Nahuel Pérez Biscayart, Arnaud Valois y Adèle Haenel, el filme de Robin Campillo se estrenará el jueves 29 de marzo en el Cine Arte Alameda.
Ambientada en Francia en los 90, cuando el Sida estigmatizaba a la comunidad gay, la película narra la historia de un grupo de jóvenes que busca concientizar en torno al virus y llamar la atención de la industria farmacéutica y del Estado. El relato se articula en torno a la historia de amor entre un nuevo miembro del grupo, Nathan (Arnaud Valois) y el radical Sean (Nahuel Pérez Biscayart), y se basa en la experiencia del propio director en el colectivo Act Up.
"Cuando formé parte de Act Up, a principios de los 90, recuerdo que lo político y lo personal siempre estaban entremezclados", ha dicho Campillo. "La película empieza retratando al grupo de activistas y su lucha política, pero poco a poco se va centrando en la relación entre dos de sus miembros. Pero incluso ese vínculo personal está marcado por lo político, porque uno de ellos es partidario del diálogo mientras que el otro es más radical y apuesta por la acción".
"En los años 80, los homosexuales nos sentimos defenestrados por la sociedad, así que cuando nos organizamos, empujados por la rabia y el miedo a la muerte, lo hicimos con toda nuestra energía y pasión. Hoy, se piensa que el Sida es algo del pasado, pero no es así", afirmó.
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