Bruce Allyn: “Biden está tratando de ayudar a un Putin herido, a encontrar una ‘vía de escape’ a la opción nuclear”
Experto en el trabajo de la negociación y el análisis de conflictos, Allyn no solo jugó un rol clave en reunir a los protagonistas de la Crisis de los Misiles después de 1962, sino que también asesoró a Gorbachov en las tratativas para reducir el riesgo nuclear. De cara a la actual guerra en Ucrania, el académico de Harvard analiza en esta entrevista con La Tercera la amenaza que significa Vladimir Putin.
No muchas personas en el mundo entienden el trabajo de la negociación y el análisis de conflictos mundiales como Bruce Allyn lo hace. La lista de figuras mundiales con las que conversó, bien podría compararse con la de un presidente. Fidel Castro, Nikita Kruschev, e incluso Muamar el Gadafi son algunos de ellos.
Senior fellow del Programa de Negociación de Harvard Law School y director de la Iniciativa de Negociación de Rusia en el Proyecto de Negociación de la misma entidad, Allyn trabajó con el gobierno del último líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, en las negociaciones para reducir el riesgo nuclear, al tiempo que desempeñó un papel clave al reunir a los principales responsables de la toma de decisiones durante la Crisis de los Misiles cubanos de 1962, quizás el momento en que el mundo estuvo más cerca de un conflicto nuclear, para una serie de diálogos cara a cara sin precedentes en Cambridge (1987), Moscú (1989) y La Habana (1992).
A raíz de la Crisis de los Misiles, de la que este mes se cumplen 60 años y, aprovechando su presencia como profesor invitado en la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, Allyn discutió con La Tercera desde las enseñanzas de dicho hito histórico, hasta las posibles salidas a la actual guerra en Ucrania, conflicto en el que el Presidente ruso Vladimir Putin, con su amenaza de usar armas nucleares, ha revivido la tensión que marcó la Guerra Fría.
A 60 años de la Crisis de los Misiles en Cuba, ¿sigue considerando ese acontecimiento como el momento en que la humanidad estuvo más cerca de desaparecer?
Su pregunta es fundamental hoy en día, y permítame responderla dando primero un poco de contexto sobre las similitudes y diferencias entre hoy y 1962.
En primer lugar, en cuanto a la toma de decisiones. Hoy, los Presidentes de EE.UU. y de Rusia tienen la facultad exclusiva y sin control de lanzar cientos de misiles balísticos intercontinentales. En Estados Unidos, un Presidente puede ordenar un lanzamiento nuclear enviando un código no más largo que un tuit.
En 1962, el Presidente John F. Kennedy tenía autoridad exclusiva para lanzar un ataque nuclear. Pero el poder destructivo era muy diferente. Una guerra nuclear habría matado a 150 millones de personas, provocando un “invierno nuclear” en el hemisferio norte, pero la población de Sudamérica, China, India y Australia habría sobrevivido.
Ahora, una guerra nuclear completa supondría la extinción total de la raza humana. Un solo misil hipersónico ruso “Satan II” es 2.000 veces más destructivo que la bomba de Hiroshima y puede destruir un país entero del tamaño de Francia. El poder personal de Biden y Putin está ahora al nivel del asteroide que mató a los dinosaurios.
Esto significa que el estado mental y la estabilidad de los máximos dirigentes es fundamental. Kennedy era un hombre que, al igual que el líder soviético Nikita Kruschev, había luchado y vivido personalmente el horror de la Segunda Guerra Mundial y estaba completamente comprometido a evitar la guerra: su mayor temor no era el lanzamiento deliberado, sino el accidente y el error de cálculo. Algunos líderes de hoy son muy diferentes. Donald Trump evitó el reclutamiento militar durante la guerra de Vietnam con una carta en la que decía que tenía “espolones óseos en el talón”, proporcionada por un médico como “favor” a su familia. Cuando Donald Trump era Presidente, el máximo responsable militar de Estados Unidos, el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, estaba profundamente preocupado por la estabilidad mental del Presidente Trump. Milley planeaba activamente intervenir si el Presidente daba la orden de lanzar armas nucleares.
La cuestión clave hoy, sobre la que muchos están preocupados, es sobre la estabilidad mental de Vladimir Putin. Algunos dicen que es diferente a como era, que se está “desquiciando”. ¿Qué podría hacer Putin ahora que está realmente acorralado?
¿Qué lección de 1962 considera más relevante para evitar ver a un Putin forzado a utilizar un arma nuclear?
En un actuar de equilibrio peligroso, Estados Unidos y la OTAN están tratando de apoyar a Ucrania sin desencadenar una guerra nuclear y, cada día que pasa, Putin se ve más acorralado. Incluso su aliado crítico, China, no ha ofrecido un apoyo total a la posición actual de Putin, aunque el Presidente Xi Jinping sigue condenando a Estados Unidos por tratar de dominar el mundo política y económicamente.
Kennedy tomó todas las medidas para evitar empujar a Kruschev a una situación en la que su elección fuera entre “una derrota humillante y una guerra nuclear”. La posición de Kennedy era, en sus propias palabras, “nunca negociar desde el miedo, pero nunca temer negociar”.
Kennedy se resistió a los llamados de sus principales generales para una invasión inmediata de Cuba. Mantuvo un canal secreto para comunicarse con Kruschev. Ofreció un acuerdo de compromiso que mantuvo en secreto para el público: retirar los misiles estadounidenses de Turquía si los rusos retiraban sus misiles de Cuba.
Hoy, en la guerra de Ucrania, a diferencia de lo que ocurrió en 1962, Estados Unidos/OTAN y Volodymyr Zelensky llevan meses sin dar prioridad a la negociación ni hacer verdaderas ofertas de compromiso.
Sin embargo, lo que poca gente sabe aún hoy es que, en 1962, el verdadero problema no era la falta de negociación entre Washington y Moscú. Era el tercer actor de importancia crítica: Fidel Castro.
Los funcionarios estadounidenses veían a Cuba como un estacionamiento para los misiles soviéticos. No sabían que Fidel tenía los medios para provocar una guerra nuclear él mismo. Sin que Kennedy lo supiera, los rusos habían entregado en secreto casi 100 armas nucleares tácticas a Cuba, y Fidel podría haber presionado para que las utilizara contra las fuerzas invasoras de Estados Unidos.
Entiendo que tuvo la oportunidad de conversar con Fidel Castro sobre eso. ¿Podría hablar de aquello?
En 1992, en La Habana, tuve la oportunidad de preguntarle a Fidel sobre cuando no vio ninguna salida y dio un paso que la mayoría de los norteamericanos ahora condena como el acto de un loco. Fui la primera persona en Occidente en descubrir el mayor secreto de Fidel.
En Moscú, en 1989, pude conseguir las verdaderas memorias secretas del Presidente soviético Nikita Kruschev, en las que revelaba que, en la noche del 26 de octubre de 1962, Fidel le pidió que actuara antes de una invasión norteamericana y lanzara un ataque nuclear contra Estados Unidos.
Saqué el documento de la Unión Soviética y regresé a Boston. Luego apareció en los titulares de todo el mundo mostrando que Castro quería lanzar un primer ataque nuclear.
También contenía las palabras exactas de Kruschev tras recibir el cable de Fidel: “Esto es una locura... no sólo Castro se está preparando para morir, sino que quiere arrastrarnos con él. Sólo los lunáticos o los suicidas, que quieren perecer y destruir el mundo entero antes de morir, podrían hacer esto”, se leía.
Kruschev se dio cuenta de que los acontecimientos se estaban saliendo de su control y anunció inmediatamente por radio abierta que la Unión Soviética retiraría los misiles de Cuba, terminando la crisis.
Pero si el momento de los acontecimientos hubiera sido diferente por solo un día o dos, si los estadounidenses hubieran comenzado la invasión, Castro habría empujado a los comandantes soviéticos a utilizar armas nucleares tácticas, y habríamos tenido el Armagedón.
Durante tres décadas, Castro no había hablado de su llamado a un ataque nuclear que habría matado directamente a 150 millones de personas. En nuestro encuentro, pude preguntarle sobre ese día.
“Si se producía una invasión a la isla, el resultado habría sido una guerra nuclear. Aquí todos estaban resignados al destino que nos obligarían a pagar, de que desapareceríamos. En aquella noche del 26, no veíamos ninguna solución posible. No podíamos ver una salida”.
“Y me pregunté: ‘¿Qué queda por hacer? ¿Qué es lo último que puedo hacer?’. Y me atreví a escribir una carta a Nikita... Antes de tener nuestro país ocupado -totalmente ocupado- estábamos dispuestos a morir en defensa de nuestro país. Habría estado de acuerdo, en caso de invasión, con el uso de armas nucleares tácticas. Usted me ha pedido que hable con franqueza y, con toda franqueza, debo decir que habría tenido esa opinión”, aseguró Fidel.
Recuerdo haber mirado al exsecretario de Defensa de Estados Unidos, Robert McNamara, que estaba sentado al otro lado de la mesa. Tenía una mirada de total conmoción y dijo con absoluta certeza: “¿En qué hubiera terminado? En un desastre total para el mundo”.
Fidel se dirigió entonces a McNamara, lo miró a los ojos y le dijo: “Si ustedes hubieran estado en nuestro lugar, si su país hubiera sido invadido u ocupado... habrían utilizado armas nucleares tácticas”.
McNamara sabía que era cierto. Castro le había dado la vuelta a la mesa a McNamara. La política de EE.UU. era, y sigue siendo, utilizar primero las armas nucleares en caso de amenaza de invasión. Fidel había dejado claro su punto: no era el único loco en la mesa en un MAD world (un mundo de Destrucción Mutua Asegurada).
¿Podría un Putin herido utilizar una bomba nuclear táctica? ¿Podría sentir que no tiene otra salida, tal vez como Castro? Y, más importante quizás, ¿cómo respondería EE.UU.?
Nadie puede decirlo con absoluta certeza, pero estoy bastante seguro de que Estados Unidos no lanzaría un arma nuclear. Si Putin rompiera ese tabú, Estados Unidos habría cumplido su objetivo de convertir a Putin y a Rusia en un paria mundial total.
Hemos escuchado de muchos funcionarios occidentales, y del presidente Zelensky, que Putin no se detendría en Ucrania. Algunos líderes occidentales utilizaron una retórica extrema, y el Presidente Zelensky ha sido el que más lo ha hecho. Como Castro cuando era un joven revolucionario, Zelensky es fanáticamente ideológico y se ve a sí mismo en una lucha entre el bien y el mal absolutos.
El mandatario rápidamente enmarcó la invasión de Putin como una amenaza a la libertad de Europa en su conjunto, como “una lucha entre la luz sobre la oscuridad”, diciendo que Rusia quería “exterminar” a todos los ucranianos, jalando el gatillo del trauma de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Pero ir más allá de Ucrania nunca fue el objetivo de Putin. Los rusos nunca podrían ocupar con éxito ni siquiera toda Ucrania, y mucho menos Polonia o cualquier país europeo.
Biden es un experimentado guerrero del MAD y sabe que la guerra nuclear es omnicida. Según mis fuentes, tengo entendido que Biden está tratando de ayudar a un Putin herido a encontrar una “vía de escape” a la opción nuclear. Así que, por fin, voy a responder a su primera pregunta: creo que la crisis de 1962 sigue siendo el momento más peligroso de la historia de la humanidad.
Usted trabajó con figuras mundiales, entre ellas el último líder soviético, Mijaíl Gorbachov. ¿Cuál cree que habría sido la posición de Gorbachov de haber estado en el poder?
“Mi credo: no derramar sangre”, fue lo que me dijo en 2018. Gorbachov no habría invadido Ucrania. Habría apoyado la celebración de elecciones libres supervisadas por la ONU en los territorios en disputa para que el pueblo decidiera por sí mismo. Gorbachov fue un gran líder con intereses globales en mente. Fue capaz de inspirar y cambiar el ambiente político en todo el mundo.
Creo que todos podemos estar de acuerdo en que eso es lo que necesitamos hoy: un liderazgo inspirado y la “voluntad política” de mantenernos centrados en nuestros intereses comunes.
En 2010, después de sufrir diverticulitis intestinal y estar a punto de morir, le preguntaron a Castro sobre su llamado al ataque nuclear en 1962. Fidel respondió: “Después de lo que he visto, y sabiendo lo que sé ahora, no valía en absoluto la pena”.
He pedido, desde el principio, un alto el fuego y una negociación. Debemos dejar de tratar los territorios y los continentes como planetas separados. No puede haber, como alguien me dijo recientemente, un dictador del mundo. Estados Unidos tiene que dejar de desempeñar ese papel. Gorbachov me recalcó, dolido, que, tras dejar caer el Muro de Berlín, “Estados Unidos quería dirigir el mundo. Teníamos que colaborar”.
Kennedy cambió después de pasar por esa experiencia cercana a la muerte en 1962. Seis meses después, pronunció su famoso discurso “Estrategia para la Paz” con palabras intemporales para nosotros hoy: “Todos habitamos el mismo pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos queremos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales”.
Los mediadores tratamos de recordar a los que están atrapados en los ciclos de acción-reacción del conflicto lo que Kennedy y finalmente Castro comprendieron, lo que está verdaderamente en juego, para no esperar hasta que estemos en nuestro lecho de muerte para saber lo que realmente “vale la pena”.
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