Charles B. Strozier, historiador y sicoanalista: “Es difícil imaginar una estrategia de salida para Putin”
En entrevista con La Tercera, el historiador y sicoanalista sostiene que el líder del Kremlin “parece decidido a restaurar la grandeza de Rusia”. Pero advierte que “los líderes paranoicos, cuando fracasan en la guerra, no pueden enfrentar la vergüenza de la derrota”.
“Dentro de la cabeza de Putin: ¿Paranoico? ¿Calculador? ¿Obsesionado por las teorías conspirativas de un fascista ruso rehabilitado?”. Bajo ese título, el historiador y sicoanalista Charles B. Strozier y el siquiatra David M. Terman publicaron un artículo el 3 de marzo en el que –una semana después de la invasión rusa a Ucrania- intentaban explicar las motivaciones detrás de la cuestionada decisión del líder del Kremlin.
Y lo hicieron en el Boletín de Científicos Atómicos, medio publicado por primera vez en 1945 por los integrantes del Proyecto Manhattan -creado para el desarrollo de armas nucleares- para alertar al público, a los responsables políticos y a los científicos de las amenazas para la humanidad que esta genera.
La elección del medio no podía ser la más adecuada. En una dramática escalada de las tensiones por la invasión de Rusia a Ucrania, Putin había ordenado a fines de febrero que las fuerzas de disuasión nuclear rusas se pusieran en alerta máxima en respuesta a lo que llamó “declaraciones agresivas” de las principales potencias de la OTAN.
“Putin ha elevado el estado de alerta de las armas nucleares de Rusia, ante el asombro de los expertos en política exterior de Occidente. Es una gran apuesta y corre el riesgo no solo de sufrir un accidente sino también de represalias por reveses relativamente menores en la guerra en Ucrania. Desde la Guerra Fría no ha existido una amenaza tan apocalíptica”, escribieron Strozier y Terman.
A juicio de estos expertos, “tratar de descifrar la sicología de un líder es una tarea abrumadora, especialmente cuando se trata de alguien que juega sus cartas tan cerca de su pecho como Putin. Simplemente podría estar elevando el estado de alerta de las armas nucleares de Rusia como una extensión de su campaña de propaganda, en otras palabras, un gran acto de desinformación. En la medida en que esto sea cierto, sería mejor que Estados Unidos no reaccionara de forma exagerada. Elevar el estado de alerta de nuestras propias armas, por ejemplo, bien podría aumentar el riesgo de un accidente nuclear”.
Y es que Strozier, profesor emérito en el John Jay College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, se ha interesado por cuestiones de violencia apocalíptica desde hace varias décadas, especialmente en relación con las armas nucleares. Estas preocupaciones se hicieron más evidentes después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, desastre en los que su casa de estudios perdió a muchos de sus alumnos. De tal experiencia nació su libro Until the Fires Stopped Burning (Hasta que los fuegos dejaron de arder), un estudio de entrevistas de sobrevivientes y testigos de los ataques de Al Qaeda. La creación del Centro contra el Terrorismo de su universidad también surgió a raíz de ese evento. Strozier es su director fundador.
Pero además de su preocupación por la amenaza nuclear que Putin representa, Strozier y Terman también indagan en la mente del presidente ruso en busca de respuestas a su decisión de atacar a la vecina Ucrania. Al respecto, escriben: “La conclusión más ominosa que sacamos de nuestra observación del comportamiento de Putin es que encaja lógicamente en lo que parece ser una desintegración de su personalidad. Siempre grandioso hasta el extremo, Putin parece haberse rodeado en los últimos años de hombres que aplauden su visión de una recuperación de la grandeza imaginada de Rusia y alimentan sus fantasías de intenciones conspirativas occidentales, especialmente estadounidenses. Ha estrangulado a la prensa y cortado la disidencia, lo que limita el mercado de ideas alternativas. Putin es el nuevo líder, el mejor que solo posee la capacidad de forjar una historia exaltada para Rusia”.
En la siguiente entrevista con La Tercera, Strozier advierte que “es difícil imaginar una estrategia de salida para Putin” luego que se embarcara en una guerra que ya entró en su cuarta semana.
Expertos en Putin han especulado públicamente que su comportamiento se ha vuelto cada vez más errático e irracional. ¿Qué hay en la mente del presidente ruso?
Es difícil saber lo que está en la mente de un líder, pero parece estar obsesionado con la humillación de la caída de la Unión Soviética y decidido a restaurar la grandeza de Rusia. La humillación es el motivador de la violencia. También ha absorbido un sentido de culto del revivalismo cristiano ortodoxo de Ivan Ilyin (filósofo ruso muerto en 1954 que sostenía que la misión de Rusia era salvaguardar la civilización y el “bien” produciendo un gran líder que salvará al país y venciera al otro malvado: Occidente) y otros a su alrededor.
En su artículo sostiene que el comportamiento de Putin “encaja lógicamente en lo que parece ser una desintegración de su personalidad”. ¿Qué implica este diagnóstico?
No es un diagnóstico, sino más bien una observación más general de su personalidad fragmentada. Habla en términos extrañamente paranoicos, está completamente aislado, se sienta frente a visitantes extranjeros en mesas ridículamente largas, presumiblemente para no contraer el Covid, e incluso se ve físicamente hinchado y no en buena forma.
¿Cómo se manifiesta en Putin esa mentalidad paranoica y miedo a la pandemia?
Sus discursos y conferencias de prensa se desvían salvajemente. Tiene un sentido exagerado de la humillación de Rusia y especialmente lo que parece su sentido paranoico de que Europa y Estados Unidos están cercando a Rusia y planeando destruirla.
Usted plantea que “los líderes paranoicos a menudo inician guerras por la certeza de su lectura grandiosa de su misión histórica (...) Por esa misma razón no pueden aceptar la derrota”. ¿Significa esto que Putin no planea detener la guerra?
Sí, es difícil imaginar una estrategia de salida para Putin. Tal vez destruya Ucrania y la absorba en Rusia, luego se vaya y declare la victoria. Pero la propia Rusia está al borde del colapso económico y seguramente habrá una guerra de guerrillas en Ucrania. En este punto, ya ha perdido. Es la grandiosidad y la certeza de la paranoia lo que lleva a alguien como Putin a hacer la guerra, pero esa misma irracionalidad esencial hace que sea imposible ceder y ciertamente no perder. Siente que su única opción es seguir escalando. Veo que eleva el estado de alerta nuclear como algo real, al igual que sus recientes insinuaciones sobre el uso de armas químicas. Daría la bienvenida a una guerra más amplia. Eso movilizaría, al menos temporalmente, el apoyo del pueblo ruso. Es todo o nada. La paranoia es una mentalidad totalizada, como la búsqueda de Adolf Hitler de la “Solución final” de matar a todos los judíos y hacer una guerra masiva que tenía como objetivo regenerar Alemania. No fue un objetivo vano de Hitler crear el Reich de los mil años. Los líderes paranoicos, vale la pena señalar, cuando fracasan en la guerra no pueden enfrentar la vergüenza de la derrota y, a menudo, se suicidan o dan la bienvenida al asesinato.
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