El grito de Valeria
Valeria Vivanco Caru perdió la vida dos semanas después de cumplir 25 años. La joven se convirtió en la mártir número 57 de la PDI luego de caer abatida en medio de un procedimiento por homicidio en La Pintana. Hoy su muerte ha provocado una profunda crisis en la policía civil, luego que peritajes –entregados 42 días después- apuntaran a que fue un compañero quien le disparó por la espalda, y no los imputados que perseguía ese día. Aquí, los nudos que debe desatar la fiscalía ante el clamor de justicia de su familia.
“¡Alto ahí, Policía de Investigaciones… Bájate del auto!”. Eso fue lo último que gritó Valeria Carolina Vivanco Caru (25) antes de caer al suelo producto del disparo que le quitó la vida en pocos minutos. Eran las 15.30 horas del domingo 13 de junio y junto a sus tres compañeros había decidido sacar su placa que la identificaba como subinspectora de la PDI, bajarse del auto y enfrentar a los sospechosos de un asesinato. Valeria Vivanco y sus compañeros policías se toparon de frente con ellos cuando realizaban un seguimiento en la población Santo Tomás, en La Pintana. La joven, integrante de la Brigada de Homicidios de la Región Metropolitana, participaba de una operación de vigilancia. No portaba el chaleco antibalas que le podría haber salvado la vida. Estos estaban en la parte de atrás del auto.
Hoy la muerte de la mártir número 57 de la policía civil ha abierto una herida que será difícil de sanar; un mes y medio después de su deceso, la propia PDI liberó los informes balísticos que dan cuenta de un giro en las circunstancias de su muerte. Pese a que sus tres compañeros declararon ante la fiscalía que Vivanco fue abatida por un tiro que percutó uno de los imputados que ellos perseguían esa jornada, cada vez existen más pruebas de que fue una bala disparada por su compañero de labores, el detective Leonel Contreras Canales (21), la que terminó con su vida.
Los coletazos de su muerte han impactado en el seno de la PDI. Sin ir más lejos, el recién nombrado nuevo director, Sergio Muñoz Yáñez, ha debido enfrentar este vuelco judicial en que las sospechas apuntan a que la dilatación de entrega de los peritajes habrían sido a propósito, para evitar empañar el cambio de mando en la institución, solo seis días después de la muerte de Vivanco.
Ese 19 de junio, el exdirector Héctor Espinosa Valenzuela -hoy querellado por el CDE por presunta malversación de gastos reservados- entregó el mando a su sucesor. Desde la PDI sostienen que la nueva autoridad ha sido enfática en plantear que se debe prestar toda la colaboración a la justicia y “caiga quien caiga”. La instrucción de Muñoz, tras conocer los resultados de los peritajes balísticos el 29 de julio fue “total transparencia” y, en ese sentido, dicen las mismas fuentes, no trepidará –si es necesario- en descabezar la Jefatura Nacional de Homicidios, en el caso que existan indicios de que algún policía intentó obstruir la investigación por la muerte de Valeria.
La huella del disparo
“Se detectó la presencia de partículas características de GSR compuestas por plomo-antimonio-bario (Pb-Sb-Ba) en la muestra tomada a ambas manos de la persona identificada como Leonel Contreras Canales”. Esta es una de las conclusiones del “Informe pericial microanálisis N° 149/2021” que se encuentra fechado el 17 de junio, cuatro días después de la muerte de Vivanco, dos días antes del cambio de mando. El resultado apunta a que el detective que iba atrás de la subinspectora en el auto Kia Morning gris sí había ocupado su arma ese día. La conclusión se contrapone a la declaración de Contreras, quien no dice haber ocupado ese día su arma de servicio. Este resultado de trazas de pólvora no llegó a manos del fiscal Christian Toledo sino hasta 42 días después.
La Fiscalía Sur abrió una indagatoria por obstrucción a la investigación que encabeza el fiscal Álex Cortez. Una de las diligencias que realiza el jefe de Alta Complejidad, junto a un equipo del OS-9 de Carabineros, es determinar quiénes supieron de estos resultados, por cuáles manos pasaron los informes del Laboratorio de Criminalística y si hubo órdenes explícitas de dilatar su entrega al Ministerio Público.
La bala desde atrás
Habían pasado seis horas desde que Vivanco cayera herida a su lado cuando Leonel Contreras dio su declaración. “Todos nos bajamos del carro policial, identificándonos como policías, junto a la subinspector Vivanco quedamos de frente al piloto, donde le dijimos que se bajaran del auto haciendo caso omiso a la orden (…). Frente al hecho de que los sujetos no hicieron caso a nuestras instrucciones, y al ver que apuntaron el auto, el cual comenzaron a mover hacia donde nos encontrábamos nos aprontamos a ingresar a nuestro vehículo, fue en este instante en que escuché un disparo, mirándome para ver si tenía alguna lesión, observando hacia el costado a la oficial Vivanco que se desplomó al suelo, en tanto que el auto huyó del lugar. Frente a la situación, me acerqué a ella, percatándome que la oficial sangraba desde el hemitórax izquierdo, por lo que me dirigí a buscar la radio, la que le entregué al subcomisario Gallardo para que pidiera cooperación, en tanto que yo tomé a la oficial y como pude la subí en la parte trasera del auto”, relató entonces el policía.
Y en la reconstitución de escena que se hizo este lunes 9 mantuvo su versión, pese a que el peritaje balístico da cuenta que el ingreso de la bala fue desde la espalda, saliendo bajo el tórax. Es decir, el camino de la bala calza con la posición que el detective tenía respecto de su compañera ese día.
Los análisis a la ropa de la víctima
“Correlacionando ambas lesiones, se puede estimar que la trayectoria intracorpórea del proyectil es de adelante hacia atrás, de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha”. Esta fue la conclusión del médico criminalista examinador Javier Tapia Rojas, del Departamento de Medicina Criminalística (Demecri) de la PDI, que llegó hasta el Hospital Padre Hurtado, donde Valeria ingresó ya fallecida. Los resultados eran coincidentes con las versiones entregadas por los acompañantes de la policía; que el tiro lo habían percutado quienes estaban frente a ella. Sin embargo, el mismo Laboratorio de Criminalística establecería tras revisar el cuerpo de la víctima y la polera manga ¾ de color azul que vestía, que el disparo ingresó por la espalda. El informe sostiene que es en ese lugar donde se presenta una mayor combustión de la ropa, debido a que el ingreso de la bala se produce de inmediato al haber sido percutada. “El proyectil apenas sale de la pistola tiene un mayor calor, también va acompañado de una mayor cantidad de gases que se expelen, pólvora y otros elementos (…) en las marcas de la polera al ingresar hay un “chamuscamiento” en la parte de atrás, que es por donde ingresa, por el mayor calor y la impregnación de algunos elementos químicos, distinto a la parte de adelante”, describió el fiscal Toledo al entregar detalles del peritaje balístico N°47.
En este punto, junto con el rol del Demecri, la conclusión del perito Tapia, también el Ministerio Público debe despejar el error en los resultados de las pericias tanatológicas del SML. El 14 de junio la entidad aseguró que “este trayecto tiene una dirección de arriba abajo, de adelante a atrás y de izquierda a derecha”. El fiscal Toledo, ante resultados distintos por parte de las pericias posteriores, pidió una ampliación de este informe que aclare por qué se llega a tal conclusión, cuando toda la dinámica de la prueba gira en torno a un disparo por la espalda que -por la altura del ingreso al cuerpo- percutó alguien que estaba de pie y no sentado en un automóvil, como se había planteado en un inicio.
Los escenarios
“Pertenezco a la Policía de Investigaciones de Chile, institución a la cual ingresé en el año 2018, desempeñándome actualmente en la cuarta agrupación de trabajo de dicha unidad”. El detective Leonel Contreras tiene 21 años y lleva tres en la PDI. Hoy es el blanco de dos investigaciones penales. Por un lado, su eventual responsabilidad en la muerte de su compañera de la Brigada de Homicidios y en la que se deberá establecer si lo que ocurrió fue un accidente, una negligencia, imprudencia o un actuar temerario en que infringió reglamentos del uso de su arma. De ser así se le imputaría autoría en un cuasidelito de homicidio, y en ese plano arriesgaría una pena en libertad, de no más de tres años. En agosto del año pasado y producto de la pandemia, se emitió por parte de la PDI un instructivo que eliminó la práctica de tiros de las actividades obligatorias de los policías. ¿Pudo esto ser una impericia por parte de Contreras a propósito de la falta de práctica? Desde la institución lo descartan, pues aseguran que como es estudiante de cuarto año en la Escuela de la PDI tiene todos los martes práctica de tiros.
Pero si el Ministerio Público determina que se trata de un homicidio con dolo eventual, su situación judicial se agravaría. Para ello, los investigadores deberían probar que Contreras previó que se podría producir el disparo a su colega, y pese a ello lo hizo igual, aceptando así el riesgo del resultado de su conducta. En este escenario, arriesgaría una pena que parte en 10 años y un día de presidio efectivo.
La segunda investigación que pesa sobre Contreras se extiende también a sus compañeros de la fatal jornada: a los tres se les indaga por eventual obstrucción a la investigación. La mayor duda que da vueltas entre quienes sustentan la causa es por qué -si es que lo que ocurrió fue un accidente- el policía Contreras sigue negando que usó su arma ese día. Expertos en balística aseguran que es imposible que una persona no se dé cuenta si percutó un disparo, por el movimiento que provoca en la mano el paso de la bala por la pistola. La misma duda es la que llevó a los investigadores a incautar los celulares de los involucrados, buscando descartar que el disparo no haya sido por accidente, sino con dolo.
Mientras, la familia Vivanco ha acusado un encubrimiento de la PDI y exige que se investigue hasta el final. Para ellos, nada es descartable. Menos después que ninguno de los tres policías que la vieron morir se acercaron a ellos a darles siquiera las condolencias. D
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