Cristián y Rodrigo, la pareja que adoptó tres hijos y que ahora aguarda el matrimonio igualitario
A mitad de 2020 esta familia homoparental acogió a tres hermanos biológicos provenientes del Sename y, con la entrada en vigencia -mañana- de la nueva regulación, esperan entregar a sus hijos el reconocimiento legal de padres. Con la ley actual, hoy solo uno de ellos lo tiene.
La rutina del periodista Cristián Escalona (44) y el agrónomo Rodrigo González (42) dio un vuelco en agosto de 2020: en medio de la pandemia, su sueño de ser padres se hizo realidad el jueves 20 de ese mes, cuando Miguel (5), Felipe (7) y Yanay (8), sus hijos adoptivos, cruzaron por primera vez la puerta de su nuevo hogar, en Providencia.
“Siempre decimos que al inicio fue un tsunami: éramos dos y luego cinco, en cuarentena, encerrados. Es agotador, pero finalmente vale la pena ver cómo han cambiado sus caras, cómo volvieron a confiar después de muchas decepciones”, resume la pareja.
Los tres menores –hermanos biológicos entre sí- cambiaban entonces las piezas comunitarias del ex Sename por el calor de hogar que la pareja estaba buscando entregar hace un tiempo. Cristián fue el primero que tuvo esa inquietud.
“Llevábamos muchos años juntos y en 2019, habiendo cumplido grandes sueños y sintiéndonos felices, nos planteamos la vida de una manera distinta. Ese verano tomamos la decisión de adoptar”, cuenta Rodrigo.
Ahí comenzó un proceso que, aseguran, tomó mucho menos tiempo del esperado; nueve meses entre el inicio de los trámites y la llegada de los niños.
“Teníamos algunos prejuicios de si se podría o no, entonces nos acercamos al Sename y entendimos que ellos no son los que discriminan, sino que la ley es mala”, señala Cristián.
¿A qué se refiere? A que la vía legal les permitía adoptar individualmente, pero no como pareja. “Fuimos evaluados como familia, pero presentados al tribunal como solteros”, complementa.
Rodrigo, en tanto, recuerda que tuvieron que anular su Acuerdo de Unión Civil para poder adoptar a los niños: “Nuestro nivel de convicción era tal, que no lo dudamos”. Y añade: “Sabíamos que no era lo ideal, pero finalmente la idea era ser parte de la solución, porque nadie quiere adoptar a niños grandes”.
Para efectos legales, el padre adoptivo es Cristián. Lo resolvieron así porque tenía más beneficios laborales en pos de los hijos, a la espera de que en Chile avanzara la ley de matrimonio igualitario, la que se hará realidad a partir de mañana, 10 de marzo. Para ellos la normativa tiene un significado que va mucho más allá de poder legalizar su relación, lo que ya hicieron en agosto de 2013, cuando se casaron en Estados Unidos.
“Las leyes no llevan la velocidad que llevan los tiempos. Hoy, nuestros hijos no tienen los mismos derechos que mis sobrinos, porque nosotros no estamos casados. El Estado los consideraba de segunda categoría”, señala Cristián. Rodrigo va más allá: “La gente no sabe lo injusto que es adoptar y que no tengan derecho a heredar mis cosas, a demandarme en caso de que con Cristián nos separemos, a tomar decisiones médicas o, incluso, algo tan simple como ser apoderado de ellos, esas garantías que todo niño o niña debería tener”.
En efecto, hasta aquí la ley de adopción establecía un orden de prelación que priorizaba los matrimonios chilenos, a continuación los matrimonios extranjeros y después de eso a los solteros, viudos y separados. Por eso la entrada en vigor del matrimonio igualitario los llenó de felicidad. Y, por cierto, provocó que ahora su sueño apunte a legalizar su relación en suelo chileno.
“Viene a corregir ciertas deficiencias que no solo eran materias de adultos, sino de los niños que hay de por medio”, argumenta Cristián. Y agrega: “Es un hito tremendamente importante, un antes y un después, porque corrige una serie de derechos que no estaban presentes para las familias homoparentales o lesbomaternales”.
“No es solo un tema valórico”, añade Rodrigo, quien asegura que si bien es cierto que el poder casarse será un hito trascendental como familia, en su caso la importancia radica en que podrán garantizar que Yanay, Felipe y Miguel sean reconocidos como hijos de ambos. “Es importante entender que hay distintos tipos de familia, lo que va en sintonía con los tiempos. La diversidad es un valor”, asegura.
Cuándo contraer matrimonio es el siguiente paso a resolver. Lo que están esperando es que se despejen las dudas tras una interpretación que hizo el Registro Civil y que ponía en duda ciertas filiaciones. Eso sí, también se informaron que la subsecretaria de Derechos Humanos ordenó al servicio subsanar esta materia.
“No sabemos cuándo lo haremos, porque nos han dado información bien disímil desde Mejor Niñez (ex Sename) y el Registro Civil. Nos dicen que Rodrigo adopte o que nos casemos y luego hagamos los trámites administrativos de reconocimiento de los niños o que tal vez se hace por oficio. Primero queremos despejar esa inquietud”, dice Cristián.
Justo en medio de estas dudas, ayer, en La Tercera PM, la subsecretaria de Derechos Humanos, Lorena Recabarren, aseguró que ya instruyeron al Registro Civil y que “todo se llevará a cabo según quedó escrito en la ley” y desde Fundación Iguales difundieron un texto donde se asegura la implementación de la ley en todos sus términos. “Debiéramos poder reclamar la filiación de nuestros hijos, para que ambos seamos reconocidos como progenitores legales”, asevera Cristián.
Independiente a eso, lo que tranquiliza a la pareja son dos cosas: la confianza en que los niños prontamente serán reconocidos como hijos de ambos y que con su historia han derribado un sinnúmero de mitos.
“Hemos podido llevar a cabo un trabajo educativo, porque en general todo el mundo actúa con prejuicios. Nos han escrito harto a nuestro Instagram que a partir de nosotros han cambiado opiniones sobre la adopción homoparental. Además, derribamos el mito de que parejas del mismo sexo no pueden adoptar”, señala Rodrigo.
¿Han vivido discriminación? La pareja lo descarta. “Nos hemos encontrado con experiencias súper positivas, como en el colegio o en la isapre, donde avanzó todo como si nada. En general, y sin llegar a ser malas, sí hemos tenido algunas experiencias ingratas”, revela Cristián, quien recuerda que una vez en la urgencia de una clínica les pidieron el apellido materno de uno de sus hijos, o que cuando les fueron a sacar carnet de identidad, este solo podía ser retirado por el padre o la madre, dejando a Rodrigo imposibilitado de hacerlo. “La sociedad civil está mucho más evolucionada que el Estado”, cierra.
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