De activista del Mochilazo de 2001 a protagonista del proyecto que termina con el CAE: el rol clave del subsecretario Orellana

El rol clave de Víctor Orellana en el nuevo CAE
El rol clave de Víctor Orellana en el nuevo CAE

El exmilitante de Comunes llegó a la Subsecretaría de Educación Superior por expresa petición del Presidente Gabriel Boric, a quien conoció en las movilizaciones estudiantiles. Y aunque no fue el único, muchos lo apuntan como uno de los principales impulsores de una iniciativa que viene a cumplir, al menos parcialmente, con las promesas más emblemáticas del Frente Amplio.


A mediados de 2023 desde la Subsecretaría de Educación Superior salió el primer borrador del proyecto de ley que acaba con el Crédito con Aval del Estado (CAE) y que este martes terminó ingresando el gobierno de Gabriel Boric a la Cámara de Diputados. Ese borrador, eso sí, mutó. Y mucho.

El borrador de texto había sido el corolario de un trabajo que ya había sido iniciado incipientemente por las exautoridades del Mineduc, entre el exministro Marco Antonio Ávila y la exsubsecretaria de Educación Superior, Verónica Figueroa.

El tema es que, según cuentan en Palacio, desde la propia Moneda habían visto que el trabajo de Ávila y Figueroa no había avanzado lo suficiente. Que había un cortocircuito y que la promesa de campaña estaba en serio riesgo. Y por esto fue el propio Mandatario, según explicitan en el corazón del Ejecutivo, el que le pidió expresamente a un viejo conocido como Víctor Orellana, con quien comenzó a relacionarse en 2005 en las movilizaciones universitarias, que asumiera el 11 de marzo de 2023 como subsecretario de Educación Superior, con la misión de darle forma a la condonación del CAE y la modernización del sistema de financiamiento del sector. Esto lo reafirma un dirigente de la cúpula del FA de la época.

Orellana, quien desde Nodo XXI había hecho consultorías parlamentarias y trabajos referentes al CAE, ya tenía cierto conocimiento en ese mundo y había sido activista.

Cinco meses después -agosto del año pasado- también se iría Ávila y llegaría Nicolás Cataldo al mando de la cartera, con quien Orellana logró establecer un buen trabajo. “Mucho mejor que la dupla anterior”, dicen en el entorno de la cartera.

Pero poco antes de eso la subsecretaría, dicho está, ya había entregado un primer borrador de proyecto de ley, con una propuesta de condonación mucho más parecida a la idea de un perdonazo total. Con ese documento como punto de partida se trabajó junto a los equipos del ministro, encabezados por él y por su jefa de asesores, Andrea Encalada, para consensuar algunas cosas, tras lo cual salió la primera propuesta para Hacienda, Dipres y Segpres, que a su vez fueron afinando el proyecto final, más contenido que la emblemática promesa.

Hay quienes dicen que como en la subsecretaría son la repartición “más frenteamplista” de todas a las que les tocó participar del armado del proyecto, finalmente la llegada de Cataldo terminó de ordenar el panorama.

Que luego del arribo del ministro del PC se logró retomar el diálogo fluido con el resto de los ministerios involucrados -Segpres y Hacienda-, con quienes habían visiones diametralmente distintas en ciertos temas. Algunos dicen que esto hace referencia al arraigo que hay en el equipo de Educación Superior -frenteamplista casi en su totalidad- a ideas “sin aterrizaje” en la política pública, como las propias ganas de una condonación total. Esto es reconocido por todos los actores consultados para esta nota.

En tanto, en el FA señalan que con la llegada de Orellana comenzó la real escalada de cómo se arroparía la propuesta, de encontrar fórmulas para que el nuevo sistema fuera más barato que el actual. Y que para el subsecretario era preponderante sacar la condonación del CAE como una bandera frenteamplista. “No le gusta hacer política para los convencidos, menos en temas que hacen sentido a la ciudadanía”, señalan en su entorno afín político.

“Es serio, pero ejecutivo”, resumen de él.

En lo que sí concuerdan todos es que Orellana y Cataldo se entendieron bien desde casi siempre. Que hubo un buen intercambio entre sus equipos y que el trabajo de construcción del proyecto de ley se desarrollaba artículo por artículo, tema a tema, con la condonación como gran nudo a desatar. También la retribución por medio de contribuciones que quedó plasmada en la propuesta. Y que cuando los temas críticos no los lograban resolver a nivel técnico, se involucraban las autoridades, siempre teniendo la última palabra los ministros Vallejo, Marcel y Cataldo.

Como sea, lo cierto es que cuando asumió Cataldo, Orellana le llevaba cinco meses de ventaja como autoridad y al menos ya había alcanzado a acercarse a varios de los actores del mundo de la educación superior, sobre todo los rectores de las instituciones, entorno desde donde dicen que desde que asumió se agilizó el diálogo y debate con ellos.

Pero también hubo otros, como Daniel Manzuy, referente intelectual de la derecha; Ignacio Briones, exministro de Hacienda; Daniel Rodríguez, director ejecutivo de Acción Educar; José Joaquín Brunner; y los exministros Adriana Delpiano, Nicolás Eyzaguirre, Francisco Vidal o Sergio Bitar. También empresarios y trabajadores de la educación.

A partir de ahí, por ejemplo, diversos actores de Educación coinciden que se comenzó a construir el relato sobre modernizar no solo el financiamiento de educación superior, sino que el sistema en su totalidad. Que aclaró la propuesta, pero que aún estaba abierta al debate cuando se sumó Cataldo “a hacer los goles”, dicen otros.

Y que clave para eso ha sido que Orellana cuente con algunos actores como aliados, como Sergio Escobar, exjefe de ganinete de Sergio Bitar -ministro que impulsó el CAE- y quien hoy es un consultor del subsecretario. Eso, dicen algunas personas, ha permitido ampliar llegadas a otros mundos.

El equipo de Orellana y su guitarra han sido su soporte en este transitar. Mayoritariamente joven y con afinidad o militancia en el FA, éste está compuesto, entre otros, por Pablo Sandoval, jefe de asesores; Miski Peralta, jefa de gabinete; Jennifer Abate y Lorena Carus del equipo de comunicaciones; José Miguel Sanhueza (otro por el que varios apuestan como cabeza de serie del armado) y Javier Galaz, asesores del gabinete; Irune Martínez, asesora legislativa, y algunos jefes de división.

El día que finalmente se presentó el proyecto, a todos ellos y al resto de los trabajadores de la subsecretaría les llegó un comunicado agradeciendo el trabajo realizado. Ha sido la única “celebración” de la repartición hasta aquí.

No ha habido tiempo, por ahora, para celebrar el hito simbólico de haber ingresado un proyecto que comenzó como un sueño y que en 2005, cuando Orellana fue secretario general de la Fech, lo amarraron para siempre a las demandas contra el CAE y que antes ya lo tenía manifestándose por una mejor educación desde 2001, cuando fue activista en el llamado Mochilazo.

“Hay procesos largos y circunstancias. Los largos tienen que ver con el debate que se ha dado al interior de la sociedad chilena sobre las deudas estudiantiles y la forma de acceder y financiar la educación superior. Ahí está por supuesto el movimiento estudiantil, la investigación académica, la acción política, eso explica que este sea el tercer proyecto en menos de 10 años diseñado para afrontar este impostergable problema. Las circunstancias explican que muchos de quienes participaron antes de esa discusión estén ahora encargados de impulsar el proyecto”, dicen desde la subsecretaría que lidera Orellana.

Y cierran: “El trabajo de todo el equipo técnico, político y profesional del Mineduc, liderado por el ministro Cataldo, y de la Subsecretaría de Educación Superior, liderada por el subsecretario Orellana, en alianza con otros ministerios, sobre todo Hacienda, es lo que explica que hayamos podido llegar a puerto con esta iniciativa”.

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