Fiscal Lorena Parra, por abusos de oncólogo a pacientes terminales: “Una víctima dijo en juicio que ‘aunque él me salve la vida, una y mil veces, no tiene derecho a abusarme’”
Los investigadores de la zona oriente, Lorena Parra (fiscal regional) y Felipe Cembrano (adjunto), cerraron esta semana un ciclo luego de que la Corte de Apelaciones de Santiago rechazara el recurso con que la defensa de Manuel Álvarez pretendía rebajar la pena de 7 años de cárcel a la que fue sentenciado por abusar sexualmente de dos pacientes con cáncer. "Las víctimas fueron muy valientes", recalcaron.
Sentados en el despacho principal del Ministerio Público de la zona oriente, la fiscal regional Lorena Parra y el experto en perseguir delitos sexuales Felipe Cembrano, reflexionan sobre el fin del caso que partió en 2017 y que involucró a Manuel Álvarez Zenteno. Este último por esa época era el director del Centro de Cáncer del recinto asistencial y considerado una eminencia en la cura de esa enfermedad, un “salvador” para sus pacientes, incluidas sus víctimas. Pero todo cambió cuando la enfermera Daniela Farías entró a una pieza y vio cómo el médico estaba abusando de una de sus pacientes; una, en la etapa final de un agresivo cáncer. Fue a la PDI y denunció. Siete años después y ya con una sentencia de 7 años firmes, ambos investigadores coinciden: “Fue una verdadera heroína”.
¿Qué es lo que rescatan de esta investigación?
FC: Diría que lo primero que uno rescata cuando uno abría esa carpeta de investigación es la denuncia que la pone una enfermera. Y de inmediato uno dice, qué valiente que fue. Ella fue directamente a la PDI a hacer esta denuncia contra lo que le habían dicho ya en la clínica. O sea, ella fue muy valiente de ir a hacer esta denuncia. Estaba en riesgo su trabajo. Estaba denunciando directamente a un oncólogo, al director del Centro de Cáncer donde ella era enfermera. Entonces fue muy valiente de ir a denunciar eso. Y lo siguiente que tenemos es la declaración de la víctima. Una declaración muy cortita.
¿Eso fue cuando M. ya estaba internada, la mujer a la que la enfermera ve que está siendo abusada por su doctor?
LP: Sí, ella en ese momento estaba aún internada y lo primero que dice cuando van los detectives es que lo que dice la enfermera es verdad y que le estaba pasando a ella. Aunque por su situación de salud, le asegura a los policías que prestará testimonio cuando salga.
Ella fue muy valiente también...
FC: Claro, o sea, fueron muy valientes. Tanto las personas que lo denunciaron, la persona que lo denunció, como la víctima al ir a declarar a los pocos días de haber salido de una quimioterapia y a pocos días de ingresar a la siguiente, porque además la víctima estaba con un cáncer que tenía tratamiento cada 15 días. Después tenemos ya todas las declaraciones que van apareciendo a lo largo de la investigación: grupo familiar, testigos presenciales, testigos de la clínica. Y uno va viendo que todo lo que señalaba la enfermera y M., que lamentablemente falleció antes del juicio, tenía muchos elementos de corroboración. Tanto dentro de la clínica como también con situaciones similares que habían ocurrido con otras personas.
La prueba desde un inicio para ustedes fue contundente. ¿Cómo fue esa búsqueda de evidencia?
LP: Se reconstruyó la vida entera en ese centro oncológico. Claro, y después van apareciendo otras víctimas. Entre ellas está la víctima que fue a juicio con nosotros por hechos que no estaban prescritos. Entonces es una investigación que tiene muchísima prueba, ante un delito que es muy complejo de probar, más aún cuando la defensa lanza teorías alternativas.
¿Les sorprendió la cantidad de casos que fueron apareciendo?
FC: Pudimos determinar que esto estaba ocurriendo desde 1999. Pero no era continuo. Había periodos de cinco años en que esto paraba, entonces ahí algunas víctimas si bien participaron y fueron importantes como testigo de contexto, sus casos estaban prescritos. Pudieron ser muchos más y también enfrentarse a que varias de ellas ya habían fallecido, al igual que M.. Ahí lo que hicimos fue llevar a familiares de esas víctimas, ya que antes de su deceso algunas les habían contado a algún familiar que habían pasado por algo parecido con Álvarez. Entonces ellos, al enterarse de esta denuncia, dicen “chuta, a mi señora, a mi hija, a mi mamá, le pasó algo parecido, voy a ir a contarlo”.
¿Cómo se vivió el momento en que Álvarez gana su juicio laboral y retorna a la clínica?
LP: Eso fue bien complejo, la verdad, porque en ese momento estábamos en plena investigación. La víctima que fallece, de hecho, estuvo internada porque tuvo una complicación extra, tuvo Covid, y además un diagnóstico similar como una torsión intestinal, y recibiendo quimioterapia. Entonces lo que uno hubiese esperado en esa situación es una actuación de la clínica distinta, ya ni siquiera pensando en el médico propiamente tal.
Porque si tenemos a la víctima que denuncia estos hechos, que ratifica ante la PDI, en donde además ya a esa altura había una enfermera testigo presencial, había otra enfermera respecto de hechos previos, había una doctora que además había sido formada por el condenado, por el señor Álvarez, que también había declarado. La víctima estaba lo suficientemente corroborada, como pocas veces ocurre en casos como este, respecto de la producción de este hecho. Y no obstante aquello, el médico es reincorporado, es recontratado con todo lo que eso significa.
La revictimización...
LP: Exacto. Fíjese que reincorporan al médico, lo reincorporan en calidad de jefe del Centro del Cáncer, ella está recibiendo su tratamiento de quimioterapia, y ella tiene que enfrentarse a un temor que ella describe muy bien en sus declaraciones. O sea, ella en algún momento dice, yo siento que esto es una batalla imbatallable, porque mi vida depende de él. Y yo ya lo he denunciado. Y él vuelve ahora en las mismas condiciones que no, en mejores condiciones, qué me garantiza a mí que mi tratamiento va a ser un tratamiento que en definitiva va a ser el correcto.
¿Qué pensaban ustedes?
FC: Para el Ministerio Público, en estas investigaciones uno se ciñe a lo objetivo, a los elementos del tipo penal, pero también hay un elemento de mucha humanidad acá, porque hay una víctima que va a morir, una víctima que es valiente, que además es la primera que se atreve. O sea, gracias a esa víctima tuvimos la capacidad de seguir investigando y de terminar en juicio. Entonces lo menos era que hubiese estado tranquila. De hecho, se pidió cautelar. Una audiencia cautelar y se le prohibió a él ingresar a la clínica. Lo que estuvo muy bien.
Pero después un fallo le permite volver. ¿Qué pasó ahí? ¿Qué hicieron?
LP: Eso fue lo peor, después de que el acusado recurre la clínica le permitió volver y eso significó a la larga que la víctima tuvo que salir... ella, la persona que está enferma, que está recibiendo un tratamiento en el lugar que ella escoge, porque además hay un tema de cobertura. Tiene que salir de ahí y se va a morir a otra clínica. O sea, así de simple. Entonces fue un hecho muy triste, muy fuerte. Y yo creo que ella, con un acto de valentía, realmente... Pocas veces visto en estos casos.
Testimonio póstumo
La víctima M. en el proceso muere. ¿Les pidió algo en particular?
LP: Claro, lo que pasa es que como ella estaba gravemente enferma y tenía una condición de salud ya muy débil, también por las quimioterapias, y la defensa realizada... Y también había presentaciones que suponían dilatar el juicio. Entonces el fiscal Cembrano solicitó una prueba anticipada. Y eso implicaba que en el fondo el tribunal iba a recibir de manera anticipada su declaración porque lo más probable es que ella muriera y no pudiera declarar físicamente en el juicio. Y ella estaba internada. Estaba recibiendo quimioterapia. Y se le pidió al tribunal que ella pudiera declarar desde la clínica, con todas las garantías.
¿Fue grabado, no es cierto?
FC: El tribunal accedió, pero la defensa, el acusado se opuso. Pidió la presencia de la víctima en un tribunal. Y argumenté que no era posible. Era una persona que estaba internada, que estaba además en una situación de Covid de extrema vulnerabilidad, recibiendo una quimioterapia que es intravenosa, donde requiere estar internada.
LP: Entonces en esa circunstancia, nosotros visitamos a la víctima para explicarle la importancia de esta prueba anticipada. De qué se trataba. Además había que hacerlo porque ella estaba en una situación de riesgo importante. Entonces cualquier factor estresor podía provocarle la muerte. Y conectarla a una audiencia y que fuese contrainterrogada por un defensor no era un tema baladí. Entonces contábamos también con la anuencia de la familia y de la querellante. Y en esa circunstancia la víctima se manifestó muy tranquila. Ya ahí ella había sido muy valiente, por haberse atrevido a denunciar, por haberse atrevido a declarar en contra de él.
¿Entendió que era importante hacerlo en ese momento?
LP: Sí y de alguna manera señaló que a ella eso era lo que le bastaba. O sea, haber logrado enfrentar esto que le había pasado y entender que su vida no dependía de él, sino que había otros médicos que podían seguir también con el tratamiento. Y eso fue supermarcador para nosotros, tanto así que ella no está ahora. Tuvimos que representar de alguna manera sus intereses y hacerlo bien. Y en un juicio que fue complejo. Y se logró introducir esa prueba anticipada, lo que ella declara, con un contrainterrogatorio muy extenso a la defensa. Ella estaba internada y enferma. La defensa debe haber contrainterrogado como cuatro horas.
FC: Y la víctima contestó todas y cada una de las preguntas de la defensa. O sea, ella estaba en una quimioterapia con un cáncer de colon de etapa cuatro avanzado. Era básicamente fase terminal. Y la preocupación de ella, lo lógico, era estar con la familia, disfrutar los días, los meses que le queden con sus nietos, con su hijo. Y estuvo dispuesta a declarar. Y no es sólo contar su historia de una forma relativamente cómoda, sino que es contestar las preguntas complejas. Volver a recordar lo que le ocurrió con este médico una y otra vez por más de un año. Eso ya es difícil.
Lo hizo por el resto de las víctimas...
LP: Lo que pasó aquí fue muy duro y quizás el objetivo de ellas nunca fue pensar que este señor se iría equis años a la cárcel. Para ellas les bastaba con que nunca más una paciente de cáncer viviera una experiencia así. Y es que para ellas su victimario era la persona que podía salvarles la vida. De hecho M. cuando empieza a atenderse con el acusado comienza a experimentar mejoras en su situación de salud. Cuando declaró ante el tribunal fue supervaliente.
FC: Fíjese que ella nunca perdió la calma durante la declaración y eso fue muy importante.
¿La segunda víctima por la que fue condenado, cómo fue su historia?
FC: La segunda víctima que declaró en juicio es un caso bien especial porque ella se va con su familia a vivir a Uruguay. En Uruguay le diagnostican mal un cáncer. Ella, su familia es de Santiago. La familia del marido también está relacionada con el área de la salud. Entonces, se viene a Chile teniendo su previsión en Uruguay. Y por recomendaciones y decisión de ella opta por el doctor Álvarez. El doctor Álvarez en esa época trabajaba en la clínica de la Católica. De hecho había sido también quien había creado el primer centro del cáncer en el país. Ella dice que estableció una relación muy buena, de mucha confianza. Y que le ofreció un tratamiento que fue bien efectivo. Y después él se traslada a la Clínica Las Condes y ella lo sigue y cuando se están realizando los controles, él le pide realizar algunos ejercicios que en realidad en juicio se demostró no guardaban ninguna relación con el cáncer que ella padecía.
¿Inventaba ejercicios para realizar los abusos?
LP: Claro, cuando declara en el juicio dice: “Yo quería pensar que era un ejercicio propio, él era el médico, yo la paciente”. Y es que eso es lo medular de este caso y es que ellas estaban en sus manos. La víctima declaró en juicio que Álvarez le había salvado la vida. Y que se resistió a creer que esto era indebido, pero se fue dando cuenta que en realidad las posiciones, la forma en que se acercaba, cómo la tocaba, estaba lejos de ser un examen.
¿Ella fue quien intentó buscar estrategias para seguirse atendiendo?
FC: Ella dice que buscó muchas estrategias: ir a las consultas con alguien, entrar con el marido o incluso decirle a una enfermera “acompáñame, entra conmigo”. Pero no se atrevía. Porque luego ella pensaba... “¿Y cómo voy a explicarle yo al médico que estoy pidiendo que entre con alguien? O sea, voy a dejar de manifiesto que en el fondo no confío en él cuando es quien me salvó la vida”.
LP: En el juicio se le pregunta qué significaba para ella todo esto. Y ella dice, “para mí lo más importante hoy día es estar acá, haber venido y haberme dado cuenta que aunque él me salve la vida, una y mil veces, no tiene derecho a abusarme, a tocarme como me tocó. Y eso es superpotente. Es super importante porque también habla de una sanación interna. Y fue capaz de dejar a este médico que le salvó la vida. De hecho ella dice: “Yo estoy agradecida de él, pero eso no le da derecho a hacer lo que hizo conmigo”.
Aprovechamiento de incapacidad para oponerse
Se habló de víctimas desamparadas, además... ¿A qué se referían?
LP: La víctima que declaró en el juicio enfrentó su enfermedad prácticamente sola. Y fue refrendada por una amiga a quien le entrega muy pocos detalles, por vergüenza. Pero le devela esta forma tan rara en que se realizaban estos exámenes. Ellas estaban desamparadas con cánceres muy agresivos y todo el miedo que hay tras de eso de morir. Y ¿Quién las agredió? Pues justamente la persona que podía salvar sus vidas. Por eso nosotros llevamos este caso, y el tribunal estuvo de acuerdo, en que se trata de abuso sexual con la circunstancia comisiva de aprovecharse la incapacidad para oponerse y esa incapacidad se da porque su estado de salud depende del médico, el mismo que supuestamente le realizaba exámenes que ellas sentían que estaban mal y que eran abusos.
¿Llevaron peritos al juicio para demostrar eso?
FC: Efectivamente, eso que decía la víctima luego fue confirmado incluso con declaraciones de médicos que llevó él mismo, la propia defensa. Ahí le preguntamos si frente a un cáncer de mamas, por ejemplo, ¿se debe realizar un examen de tal y cual forma a la columna?, que era lo que hacía Álvarez en medio de los abusos. Ellos, los médicos, que eran tan especialistas como los acusados nos respondían: si no hay dolencia a la columna, no. Y si hay dolencia a la columna, el examen que se realiza es de tal y cual forma, con un protocolo determinado que nada tenía que ver con lo descrito por la víctima, incluso por el acusado cuando declara.
LP: Entonces quedó en evidencia que en el fondo lo que él realizaba no era un examen, sino que cometía derechamente abusos sexuales. Y eso también de alguna manera fue refrendado con los testigos de contexto. Que eran estas víctimas cuyos hechos estaban prescritos. Pero la verdad es que la declaración de la víctima que pudo declarar y de la víctima que falleció fueron tan potentes y corroboradas por testigos y prueba externa que ni siquiera fue necesario hacerse cargo de todos estos otros testimonios.
¿Acá la incapacidad de las víctimas era también emocional?
LP: Eso es muy importante, antes la incapacidad se entendía como una manifestación de fuerza, de oponerse. Pero una víctima lo dice de manera muy clara. Dice, yo no estaba amarrada a la camilla, pero estaba amarrada emocionalmente a su salvador, entre comillas. Y eso sí que es vivir una incapacidad, porque en el fondo, y lo dicen así, si yo tengo que repetir esto mil veces para vivir, lo voy a hacer, porque mi prioridad es vivir. Entonces ahí hay un vínculo, hay una ausencia de consentimiento porque está todo depositado en esta figura que es la llamada a salvarle la vida. O sea, ni siquiera es que estemos hablando de consentimiento viciado. O sea, aquí, derechamente, no hay voluntad.
FC: Claro, pero además eso no significa que no tengan conciencia de lo que está pasando. Y está ahí el segundo elemento del abuso, que es el aprovechamiento también que sabe el doctor, de a quién le está haciendo esto.
LP: Él no lo hacía con enfermeras, otros médicos y otras personas. Lo hacía justamente con su paciente. Y algo que nos pasó a los dos, que yo creo que es bien como personal, y que ahí con el fiscal dimensionamos también lo que significa la palabra cáncer. O sea, cuando uno está en este juicio y conversa con estas víctimas y con las testigos y con la familia, el cáncer no sólo lo tiene la víctima, lo tiene la familia entera. Por el miedo a morir que es terrible. Y eso genera perturbaciones, genera ansiedad. De hecho, el hijo de M. lo dice: no es sólo que mi mamá se entregara totalmente a él (Álvarez), todos nosotros, toda la familia nos entregamos a él. Si él nos decía “párate de cabeza” lo íbamos a hacer, si para eso mi mamá iba a vivir.
Había una confianza tremenda depositada en el acusado...
LP: Yo creo que el tribunal ahí estuvo muy bien, porque uno tiene que fijarse en el hecho, no en lo que la víctima hace o deja de hacer. Aquí el punto no es por qué la víctima confió mucho, o no tenía voluntad, sino que el tema es por qué una persona que está llamada a curar, termina realizando estos actos en la más absoluta impunidad.
¿Quedaron satisfechos con el resultado?, esta semana quedó firme la condena a 7 años...
LP: El fallo es un fallo muy bueno, muy contundente el que dictó el tribunal oral y se confirmó. Así que Manuel Álvarez debe cumplir los siete años de manera efectiva y además está inhabilitado de por vida para ejercer como médico.
FC: Y eso es lo que en el fondo buscaban las víctimas y sus familias. Más allá de una pena de cárceles lo que querían era que esto no hubiera ocurrido, por supuesto, pero que con su ayuda esto no pueda volver a ocurrir nunca más y eso es muy satisfactorio.
LP: Por ellas, por las víctimas que quedaron y las que partieron.
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