Heller y Burgos: una amistad que se forjó con la U en Segunda y que revive en Azul Azul
El máximo accionista de Azul Azul y el ex ministro del Interior y de Defensa son fanáticos azules y siguieron juntos la única campaña estudiantil en el ascenso.
Jorge Burgos es fanático de Universidad de Chile. Incluso en las épocas en que se desempeñó como ministro del Interior y de Defensa, era habitual verlo en la tribuna del Estadio Nacional alentando al equipo de sus amores. Por eso, hace rato que Carlos Heller lo concebía como uno de los candidatos para integrar el directorio de Azul Azul. Un deseo que al fin se concretará el próximo 22 de abril, cuando se realice la Junta de Accionista y se oficialicen los nuevos nombres que integrarán la mesa de la concesionaria. Entre ellos estará el dirigente de la Democracia Cristiana. Algunos lo ven como potencial presidente a futuro, aunque, por ahora, todo indica que José Luis Navarrete será ratificado al frente de la concesionaria.
Los acercamientos entre ambos personeros comenzaron en enero, aunque el abogado manifestó cierta reticencia inicial. Sus compromisos profesionales le impedían dedicarle el tiempo que requiere una obligación como la que asumirá en el club estudiantil. Probablemente, el escenario se mantiene, pero la necesidad de darle una mano al club de sus amores, hoy colista en el Campeonato Nacional, puede más.
La vida azul de Burgos comenzó a los 10 años. Desde esa época asiste con regularidad al estadio. Las primeras veces, iba de la mano de sus vecinos. El vínculo jamás se rompió. Por el contrario, el ingreso a Derecho en la Casa de Bello lo fortaleció.
La cercanía con Heller nació en el peor momento de la U. En 1989, Burgos acompañó la campaña estudiantil en el ascenso. En conjunto con el máximo accionista de Azul Azul y políticos como Carlos Ominami, José Miguel Insulza y Edmundo Hermosilla, recorrieron el país siguiendo los partidos que terminarían en el retorno inmediato a la división de honor. Se ubicaban en la tribuna y desde ese lugar sufrían con los malos resultados, pero sobre todo festejaban cada triunfo que los acercara a la Primera División. "Fuimos a ver a la U en los potreros. Éramos pocos. En esa época la barra no se degeneraba tanto. Yo había vuelto hacía unos años del exilio y de a poco retorné al estadio. En ese grupo estaba Jorge", recuerda Ominami.
Con Azul Azul, Burgos ha estado relacionado desde su origen. En la presidencia de Federico Valdés, por ejemplo era una suerte de asesor. Después de la obtención de la Copa Sudamericana, una de sus principales alegrías como hincha, Burgos asistió a una sesión de la Cámara de Diputados ataviado con una camiseta y una bufanda del club. Otra clara muestra de su fanatismo.
Antes, mientras era embajador en Ecuador, había sido clave para facilitar el arribo de Manuel Pellegrini, el técnico de la campaña azul de 1988, a Liga Deportiva Universitaria. Fue el primer paso internacional de la carrera del Ingeniero, que no tendría límites hasta llegar a clubes de la alcurnia del Real Madrid y el Manchester City.
La cercanía de Burgos con el fútbol se ha visto reflejada en otros aspectos. En su rol de abogado, por ejemplo, en junio del año pasado se integró a la Segunda Sala del Tribunal de Disciplina. Precisamente, su nombre fue propuesto por la directiva de Universidad de Chile que encabezaba Heller.
También es estrecho amigo de Arturo Salah. En noviembre de 2015, criticó duramente la gestión de su antecesor en la presidencia de la ANFP, Sergio Jadue. "Lo que empieza espurio, termina espurio, y esto comenzó bien espurio, recuerden ustedes", dijo pocos días después de que el extimonel partiera a Estados Unidos donde terminaría colaborando con la justicia norteamericana en los casos de corrupción del fútbol mundial y aún espera sentencia. "El fútbol tiene que corregir los problemas y salir del mal momento al que lo llevó este personaje tan nefasto", declaró después.
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