La metamorfosis de Djokovic, el simpático imitador que hoy es número uno de las polémicas

Djokovic jueza US Open
La jueza agredida con el pelotazo de Djokovic mira con cierto temor al tenista número 1 del mundo.

El mejor tenista del mundo en la actualidad tenía fama de ser afable y querido. En el último tiempo, especialmente durante la pandemia, se ha transformado en un personaje que gana día a día más detractores. Su descalificación del US Open por agredir a una jueza lo hunde todavía más.


“Trato siempre de ser simpático, atento. De entender que todos somos parecidos de algún modo. Que merecemos idéntico respeto. Así me enseñaron mis padres y así trato de ser”. De esta forma se describía Novak Djokovic en una entrevista al diario Clarín de Argentina, en 2013. El serbio, hijo del rigor y con una infancia en medio de la guerra, supo en su momento ganarse la simpatía del mundo del tenis. Simpatía que ha ido perdiendo en los últimos meses y que prácticamente dilapidó después del episodio que le costó la descalificación del US Open 2020.

Nole era un tipo simpático, en todo sentido. Abierto a cualquier tipo de preguntas. Por ejemplo durante los Juegos Olímpicos de Río 2016 caminaba solo por los estacionamientos del parque, compartiendo fotos con los aficionados y conversaciones distendidas con los periodistas una vez terminadas las restrictivas zonas de prensa. Solo sonrisas. Golpear a una jueza con un pelotazo, con o sin intención, y las excusas que dio en ese mismo momento, ni asomaban como parte de la política del serbio.

El último de los tres grandes en entrar en el juego era conocido por sus imitaciones a otros jugadores y ser, como buena parte de los tenistas, un caballero más en la lista. Pero el Coronavirus lo cambió todo.

No cuando dio positivo en un examen de Covid 19, sino mucho antes, cuando decidió que las restricciones por la pendemia no eran tan necesarias. Lo cierto es que el Nole desenmascarado había aparecido antes, cuando había manifestado su apoyo a los movimientos antivacuna en el mundo.

Durante el receso de la pandemia, decidió organizar una serie de campeonatos en Serbia y Croacia no solo con invitados de primer nivel, sino que con público en las gradas y fiestas y reuniones sin ninguna previsión sanitaria por las tardes, con niños y personas de la tercera edad, presentes. Como resultado, él mismo y varios otros tenistas resultaron contagiados por el mal, como Grigor Dimitrov y Borna Coric, aunque de acuerdo a su visión, las críticas fueron demasiado duras.

“Hay algo más que la crítica, como si hubiera una agenda, una caza de brujas, que alguien tenga que caer, alguna personalidad, nombre conocido, que sea culpable de todo.Dejo a otros decidir si eso es correcto y humano. En mi opinión, no lo es.”, decía victimizado tras la cancelación de la gira, que contemplaba un par de fechas más, con más invitados, más público, más fiestas.

La organización de los partidos y la férrea defensa posterior le quitaron algunos puntos más en la simpatía que genera entre los tenistas, muchos de los cuales le dieron la espalda tras la aventura del Adria Tour. “Todo nació con una idea filantrópica, para dirigir todos los fondos recaudados hacia las personas necesitadas y me conmovió ver cómo todos respondían firmemente a esto. Organizamos el torneo en el momento en que el virus se debilitó, creyendo que se habían cumplido las condiciones para organizar el Tour”, explicaba, pero era, en cierta forma, tarde.

“Era demasiado pronto. No puedo expresar lo suficientemente cuánto lo siento por todos los casos de infectados”, declararía más tarde.

Y aunque en las canchas de Nueva York seguía los protocolos, no lo hizo las 24 horas, pues no estaba de acuerdo con las medidas. Fue el único de los grandes inscritos que rechazó la burbuja del campeonato y decidió arrendar una casa desde la que se trasladaba al complejo. “Estuve muy cerca de no venir. Había mucha incertidumbre, y creo que ahora mismo algunas cosas siguen sin estar claras del todo. No me da miedo estar en una situación donde hay cierto riesgo para la salud. Si sintiese ese miedo, no estaría aquí. Soy muy cauteloso y respeto igual que todo el mundo las reglas impuestas. Pero la realidad es impredecible: cualquier cosa puede pasar, tanto dentro como fuera de la pista”, decía al New York Times, dando luces de cuál es su pensamiento respecto de la pandemia. No es que el uno del mundo crea que no es cierta, sino que es inevitable y reforzando eso, incluso hizo importantes donaciones al combate del Coronavirus en su país.

Dejó clara su postura cuando supo que había perdido el partido ante el español Carreño a quien se acercó y, en algo no visto por mucho tiempo, le dio la mano. Al término de cada partido los jugadores apenas chocan sus raquetas y el juez ofrece sus zapatillas para saludar a los tenistas que cierran sus partidos. Los abrazos o estrechar las manos no solo son atemporales, sino que están prohibidos. Pero ya expulsado del torneo, qué más daba.

De todas maneras, Nole, esta vez, tuvo autocrítica después de darle un pelotazo a la juez de línea: “Necesito volver a mi interior y trabajar en mi decepción y convertir todo esto en una lección para mi crecimiento y evolución como jugador y ser humano. Pido disculpas al torneo y a todos los asociados por mi comportamiento”.

Nole pelea desde el inicio de su carrera, y tal vez ya se dio por vencido, contra la popularidad de Roger Federer y Rafael Nadal. El primero, por su carisma y el segundo, por la combatividad. Los tres, también, por su juego excepcional, pero en el caso del serbio, nada puede agregarle a esa lista. Es un ganador que no arrastra a las masas y que cada vez que se enfrenta con el suizo o el español se da cuenta de que el público no lo apoya.

Otro elemento que le juega en contra de la simpatía de la gente es que se deja llevar por la frustración. Como mucho otros ejemplos de tenistas, las raquetas rotas o la mala actitud cuando no salen las cosas lo alejan de los otros dos grandes. Un Federer siempre calmo y Nadal concentrado contrastan con Nole.

Djokovic perdió ese juego en Nueva York y fue descalificado del torneo. No había cedido un solo partido en esta temporada. el que perdió, lo hizo por su propio comportamiento. Perdió en Nueva York y, para muchos, en su carrera.

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